Valor Añadido - S. McCoy

Valor Añadido

S. McCoy

 0 Comentarios 22/11/2007  - null

Cataclismo bursátil. ¿Susto o muerte?

Cierran los mercados de acciones con caídas superiores al 2% y muchos parecen despertar de un letargo que les impedía ver, en el calorcito de sus plusvalías, que aquí se estaba dando una conjunción de factores preocupantes. Considerados individualmente, no tenían por qué hacer tanto daño. Pero, tomados en su conjunto, aventuraban tiempos difíciles para las bolsas. Algunos comenzarán ahora a aferrarse a lo periférico que, indudablemente, cada vez cobra más importancia. Especialmente en lo que se refiere a la parte inflacionaria de la ecuación: el dólar, el petróleo y el resto de las materias primas. Pero lo realmente gordo es que en el motor de la economía mundial, Estados Unidos, lo que nació como crisis inmobiliaria se convirtió después en crisis hipotecaria para alcanzar el estado de crisis de crédito antes de concluir en crisis de solvencia. Un apellido que espanta sólo de pensarlo. Y quienes aún crean en el decoupling de las economías emergentes, que pregunten a los chinos, FT del viernes, qué opinan de una potencial desaceleración de las importaciones americanas. “Efectos devastadores” es el apelativo utilizado.

Por si alguno tiene dudas de lo que se está cociendo en Estados Unidos, les recomiendo que de vez en cuando hagan un ejercicio de repaso rápido de los titulares de Bloomberg, accesibles para todos en www.bloomberg.com. Pues bien, de las nueve noticias de cabecera de ayer a las 18.00 horas, siete, como los pecados capitales, hacían referencia directa o indirectamente a miedos acerca del futuro de la economía norteamericana en sus distintas facetas. Sigamos el orden establecido en el párrafo anterior.

Crisis inmobiliaria. Los precios siguen cayendo a nivel nacional en el entorno del 2%, según datos de la industria, y no tienen visos de recuperar a corto plazo. Greenspan, al que algunos empiezan a conocer ya como Greenspam, dada la cantidad de mensajes incómodos y, en muchos casos, inútiles lanzados al mercado, avisa de que la solución va a llevar su tiempo. Y los más directamente afectados empiezan a sufrir sus consecuencias.

El sentimiento es negativo. Ayer conocimos indicadores adelantados peores de lo esperado, dato consonante con la mayor ralentización económica anunciada el día anterior por la Fed. Malos presagios para el Black Friday, inicio de la temporada de compras de navidad, derivados de unos datos de confianza menores de lo previsto, los continuos avisos de resultados por debajo del consenso de los retailers, excepción hecha de Wal Mart, y una serie de tormentas en el medio este que están dificultando los desplazamientos para el día de Acción de Gracias. No se pierdan la portada de The Economist de esta semana, remedo del Tiburón de Spielberg. Conclusión: bonos a dos años por debajo del 3% y renta fija a diez años al 3,98% contra tipos de intervención del 4,5% y el mes al 3,4%, lo que anticipa nuevas bajadas de tipos. Entre inflación y crecimiento, ya se sabe. Y entre seguridad y rentabilidad, tal y como está el patio, también.

Crisis hipotecaria. El exponente más claro de la situación es el descalabro bursátil de una de las agencias gubernamentales que se encargan de dar liquidez al mercado hipotecario, Freddie Mac, al que Goldman Sachs ha rebajado sus estimaciones de crecimiento para 2008 en un 82%, que se dice pronto. Recordemos que tanto Freddie como Fannie Mae provocaron en agosto un cierto respiro de las bolsas ante la posibilidad, anunciada por el Secretario del Tesoro, Paulson, de que pudieran dar contrapartida a determinados activos de mayor riesgo. Es muy interesante la parte del Conference Call de resultados de Freddie Mac que recoge Market Watch y que señala explícitamente que la agencia se ha limitado a aplicar unos precios a sus posiciones que los propios bancos que se los cotizan NO los aplican en las suyas. Muy, muy revelador. ¿Indicativo de lo que está por venir?

Igual de relevante es la posible bajada de rating de uno de los aseguradores de bonos más importantes en Estados Unidos, ACA Capital, que, de ocurrir, podría provocar que los bancos tuvieran que asumir 60.000 millones de títulos asegurados por esta entidad en sus libros. Cualquier default en el segmento de negocio al que pertenece ACA ocasionaría problemas en el mercado de los bonos municipales lo que colapsaría, sin duda, el sistema de financiación estadounidense. Pese a su responsabilidad última, sólo 28 millones de capitalización bursátil contemplan hoy a ACA. Al dato. Únanse a estos los problemas añadidos de Countrywide y se explicarán más claramente lo que está pasando en el mal pergueñado modelo hipotecario estadounidense.

Crisis de liquidez. La desconfianza que los inversores sienten los unos por los otros se demuestra en tres realidades inmediatas. Primera. Los préstamos en el interbancario se vuelven a disparar hasta el 5,02% en tres meses, situando la diferencia respecto a las letras del Tesoro al mismo vencimiento, en el mismo nivel que en el primer cenit de la crisis en agosto. Segunda. No hay mercado para las titulizaciones hipotecarias. En una medida sin precedentes, el trading en los covered bonds (se trata de una noticia confusa, al menos para quien esto les escribe, publicada por Bloomberg) se ha paralizado hasta el lunes que viene con objeto de que las aguas vuelvan a su cauce. Los spreads exigidos por los inversores se habían situado en máximos de doce años, según datos de Merrill Lynch. Tercera: tanto el Itraxx como el Crossover o diferenciales de cestas de bonos de rating similar respecto a la deuda sin riesgo se han disparado recientemente, lo que muestra la falta de interés por la deuda corporativa que ha llevado a cancelar operaciones de refinanciación a uno y otro lado del Atlántico e incluso a echar por tierra operaciones corporativas ya cerradas.

Crisis de solvencia. Todo lo anterior conduce al punto crítico. Freedie Mac necesita 6.000 millones de dólares para recapitalizar la entidad. Paralización de su actividad aparte. Pero no es la única. Muchas entidades se están viendo afectadas por oleadas de write-offs o cargas extraordinarias que están dejando sus ratios core tiritando. No es de extrañar que las mayores bajadas de ayer del Eurotop 100 las encabezara el sector financiero y, dentro de él, aquellos bancos de solvencia débil y cuya capacidad de acudir al mercado en busca de ayuda es más que cuestionable . No hay que olvidar qué es lo que está pasando con Northern Rock en el Reino Unido. No hay compradores a un precio razonable. Se habla ya de nacionalización como la mejor solución posible, línea editorial seguida tanto por Financial Times como por Wall Street Journal. Va a ser que los que hacían cola a la puerta de las sucursales no estaban tan desencaminados.

Sin embargo, puede ocurrir que todo esto no sea más que una pesadilla de la que nos despertemos un día restregándonos los ojos. El catalizador no es ni mucho menos claro. Pero si compramos la idea de Martin Wolf ayer en Financial Times de que lo que realmente está ocurriendo en Estados Unidos es un recession growth, es decir: un menor ritmo de crecimiento, sano dentro de un ciclo expansivo (siendo la pregunta clave aquí si el 12% del PIB que suponen las exportaciones USA compensarán el 70% que abarca el consumo); o lo establecido por Michael Santoli, en el Barron´s de esta semana, donde defiende que el peor escenario económico puede comenzar a estar tan metido en precio que, cualquier noticia positiva, provocará un renacer bursátil similar a lo que ocurriera en septiembre de 2002 en la bolsa americana y en marzo de 2003 en Europa; o, por último, la tesis de Morgan Stanley que, tras analizar el número de compañías del S&P 500 que están a más de un 20% de sus máximos, junto con sus desviaciones estándar, llega a la conclusión de que estamos en una situación similar a momentos de compra históricos precedentes, como agosto de 1998 o el propio septiembre de 2002 -lo que provocará que los índices estén en un año un 26% por encima de los niveles actuales-, entonces hay que ponerse la venda y comprar. ¿Por qué? Porque, a medio plazo, el pánico es oportunidad de compra y la euforia de venta, en cualquier sector, en cualquier momento. Aunque la razón diga lo contrario. Y es que ya se sabe, mientras hay vida, hay esperanza. Y entre susto o muerte, todos prefieren susto, menos el tonto que cava, con ventas en mínimos, su propia tumba financiera. Ya hemos visto el pánico comprador en los bonos; empezamos a atisbarlo en la deuda corporativa. Quedan las acciones. Estén preparados.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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