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ECONOMÍA

Diez años de privatizaciones: los viejos monopolios públicos son ahora privados

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@Carlos Sánchez - 16/08/2007

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Diez años de privatizaciones: los viejos monopolios públicos son ahora privados
 Sede de Telefónica.

Los monopolios siguen gozando de buena salud. Ni siquiera las privatizaciones han acabado con ellos. Tanto es así que, incluso, en algunos sectores las viejas empresas vendidas en su día por el Estado en el marco del mayor proceso privatizador habido en Europa -sólo superado por el llevado a cabo en el Reino Unido de los tiempos de Margaret Thatcher- han reforzado sus posiciones. En el negocio de la concesión de autopistas hoy hay menos competidores de los que había hace una década, y lo mismo sucede en el transporte marítimo o por carretera, en los que no sólo brillan por su ausencia nuevos operadores que favorezcan la competencia, sino que el número de protagonistas ha menguado. Ni que decir tiene que las grandes empresas enajenadas por el Estado (Telefónica, Repsol, Endesa o Gas Natural) mantienen una posición hegemónica en sus respectivos sectores. Pero ahora, eso sí, en manos privadas.

Aunque formalmente el programa de privatizaciones fue aprobado por el primer Gobierno nada más aterrizar José María Aznar en la Moncloa [el 28 de junio de 1996 el Consejo de Ministros aprobó las Bases del Programa de Modernización del Sector Público Empresarial del Estado], lo cierto es que fue en 1997 cuando el Estado colgó el cartel de ‘se vende’ en la inmensa mayoría de las empresas públicas. Ese año, las arcas del Estado ingresaron nada menos que 12.934 millones de euros por la venta de sus sociedades empresariales, prácticamente la tercera parte de los 41.495 millones de euros que ha ingresado el Tesoro Público por privatizaciones desde que a mediados de los años 80 el Gobierno de Felipe González autorizara la venta de Secoinsa, Telesincro o Viajes Marsans, por entonces en el ámbito del Estado.

Las privatizaciones se hicieron con un doble objetivo. Desde el lado estrictamente económico, se pretendió cerrar la sangría generada por empresas estatales en pérdidas; pero al tiempo también se trataba de obtener recursos con los que sanear las cuentas públicas en aras de dejar atrás el crónico déficit presupuestario que ha tenido la Hacienda española en los dos últimos siglos. Ese objetivo se cumplió de forma impecable. El Estado tiene hoy unas cuentas públicas saneadas gracias, entre otras cosas, a que la venta de empresas públicas generó recursos equivalentes al 4,2% del Producto Interior Bruto (a precios actuales).

Desde el punto de vista político, el objetivo era liberalizar los mercados de bienes y servicios para favorecer la competencia aumentando el número de operadores. Reduciendo al mínimo, en pocas palabras, el papel del Estado en la economía. Esto último, sin lugar a dudas, se ha cumplido. Un indicador puede servir de referencia. Si a principios de los años 80 -según datos del Consejo Consultivo de Privatizaciones- el Estado controlaba directamente el 16,6% de la Bolsa española a través empresas públicas, en 2006 tiene un papel residual: apenas el 0,4%.

¿Y las liberalizaciones? ¿Cómo han ido? Pues los resultados no dejan lugar a dudas. Los antiguos monopolios, como se ha dicho, gozan de excelente salud, pero ahora están en manos privadas. Estos son los datos

TELEFONÍA

La antigua Compañía Telefónica Nacional de España mantiene una posición de privilegio. Según recoge la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) en su último informe anual, los ingresos totales de los operadores que trabajan en España ascendieron a 42.006 millones de euros. Pues bien, Telefónica y su filial sumaron en conjunto prácticamente la mitad. En concreto, 20.337 millones de euros, de los que algo más de 11.100 millones corresponden a la matriz. Para hacerse una idea de su relevancia hay que tener en cuenta que su inmediato seguidor es Vodafone, con unos ingresos de 6.620 millones de euros, menos de la tercera parte de lo que facturaron Telefónica y sus filiales.

Lógicamente, esta situación hegemónica tiene que ver con su posición de dominio en todas las áreas del negocio. En telefonía fija (con unos ingresos de 6.095 millones de euros), la compañía presidida por César Alierta mantiene una cuota de mercado del 78,8%. La operadora Ono, su inmediata perseguidora, sólo tiene una cuota de 8,2%, mientras que la tercera, France Telecom, llega a un raquítico 2,5%. Quiere decir esto que desde el año 2000 la liberalización de las telecomunicaciones ha supuesto para Telefónica perder una cuota de mercado de poco más de doce puntos (desde el 91,5% al citado 78,8%).

ENERGÍA

El panorama tampoco ha cambiado mucho en el sector de la energía. Endesa -una de las ‘joyas de la corona’- mantiene su fortaleza respecto a otras compañías, sin que las liberalizaciones de los últimos años hayan alterado la correlación de fuerzas. En el mercado de distribución peninsular, según datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), Endesa dispone de una cuota de mercado del 39%, prácticamente igual que Iberdrola, sin que en el horizonte se observen nuevos competidores capaces de abaratar el precio del kilovatio. En el mercado de la generación, la potencia instalada de Endesa (datos de 2004) equivale al 35% del total, con un volumen de ventas del 39,5%, casi diez puntos porcentuales por encima de Iberdrola.

En el mercado del gas se han producido avances desde el 1 de enero de 2003 con la creación de un mercado liberalizado, pero Gas Natural todavía mantiene una situación de privilegio. Según datos del Servicio de Defensa de la Competencia, Gas Natural ostenta una cuota de mercado del 81,5% en el suministro a tarifa. Muy lejos de las dos compañías que se sitúan inmediatamente detrás Naturcorp (11,5%) y Endesa (6,4%). En cuanto al suministro a precio libre, la cuota de Gas Natural en 2004 fue, según la CNE, del 54,3%, también muy lejos de Iberdrola (9,6%) BP Gas (9%), Unión Fenosa (4,7%) y Endesa (4,6%). Tampoco en el suministro a grandes clientes han mejorado mucho las cosas. Gas Natural tiene una cuota del 50-60%. En el suministro a clientes domésticos, la diferencia es todavía mayor. La gasista catalana mantiene una cuota del 80-90%, cuando Endesa Energía apenas llega al 10%.

Repsol, heredera del antiguo monopolio de hidrocarburos, tampoco parece que haya notado de una manera sensible los nuevos aires liberalizadores. Mantiene una cuota de mercado superior al 40% en todos los segmentos, prácticamente el doble que Cepsa. Entre las dos copan más del 62% del mercado, pese a que en 2000 el Gobierno prohibió a ambas firmas comprar más gasolineras. El resultado fue que perdieron apenas un punto porcentual de su cuota de mercado.

AUTOPISTAS

La privatización de la Empresa Nacional de Autopistas no ha llevado nuevos operadores al sector. Al contrario. En el mundo de las concesiones hay pocos jugadores y todos ellos cabrían en un taxi. Lo acaba de poner de relieve el propio Ministerio de Fomento, que ha revelado que entre Sacyr (que fue quien compró ENA) y Abertis copan el 71% de las concesiones. Muy lejos se encuentra Cintra, propietaria de un 7,5% del negocio. También en este segmento de la actividad económica hay una especie de ‘duopolio’ que tiende a consolidarse dada la enorme fortaleza financiera de las concesionarias (filiales de constructoras en su mayor parte).

TRANSPORTES

Tampoco aquí ha habido grandes avances en cuanto a liberalizaciones. El ejemplo más claro es el de Enatcar, privatizada por el Gobierno en 1999. Su comprador fue la empresa asturiana Alsa, que pasado el tiempo fue a su vez vendida a la británica National Express, el antiguo monopolio de autobuses del Reino Unido. Una vez fusionadas ambas compañías, la nueva empresa se ha hecho con Continental, hasta hace bien poco filial de ACS, la constructora y empresa de servicios presidida por Florentino Pérez.

Es decir que, tras una privatización, lo que se ha producido es un proceso de concentración que todavía está lejos de acabarse.

Sin embargo, el caso más llamativo ha sido el de Trasmediterránea, adquirida al Estado por los Entrecanales de Acciona. Transmediterránea tiene una cuota de mercado del 30%-40% en el transporte marítimo de pasajeros, el doble que Euroferrys, su principal competidor en este segmento, a quien pretende comprar. Por detrás se encuentran dos compañías marroquíes, que apenas controlan la mitad del tráfico de viajeros que la española. Euroferrys compite también con Trasmediterránea en mercancías, por lo que si la operación sale adelante, la filial de Acciona matará dos pájaros de un tiro.

Tanto es así que el Servicio de Defensa de la Competencia envió el expediente al Tribunal por si la operación afecta a la libre concurrencia “derivada de la desaparición de la presión competitiva ante la reducción del número de operadores”.

Toda una declaración de principios. Pero, por ahora, sólo eso. Una declaración de principios.

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