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Algo se mueve en el sector de la construcción y de la industria inmobiliaria, y no precisamente en la dirección que le gustaría a los ‘señores del ladrillo’. Los últimos datos -tanto de actividad como de empleo- reflejan un severo ajuste en el sector, hasta el punto de que la afiliación a la Seguridad Social en la construcción ha pasado de crecer a ritmos anuales del 8,2% (julio sobre julio) a apenas el 1,45%.

Se trata, sin lugar a dudas, de una fuerte desaceleración, coherente con lo que está sucediendo en el sector, donde se observa, por un lado, una fuerte ralentización del consumo de cemento -variable básica para entender la coyuntura- y, por otro, una clara desaceleración de los visados concedidos por los aparejadores y los arquitectos técnicos. Si en el primer semestre del año pasado el consumo de cemento crecía a ritmos del 9,2% (tasa corregida de efectos estacionales y de calendario) ahora lo está haciendo al 1,3%.

Algo similar sucede con los visados de dirección de obra, que de aumentar un 13,1% (obra nueva) en el primer semestre del año pasad, han pasado a crecer bastante menos: un 7,9%, con un perfil claramente descendente. De hecho, en mayo pasado se produjo un retroceso del 13,5%, lo que indica hasta qué punto se está deteriorando la actividad constructora. Un dato ilustra mejor que nada este cambio de tendencia. El número de visados para construir edificios de viviendas creció un 10,9% en el primer semestre del año pasado (sin que todavía se reflejara los efectos del nuevo Código Técnico de la Edificación), pero es que este año, en el mismo periodo, la tasa de variación es de apenas el 1,5%, hasta los 67.300 edificios de viviendas.

Cambio de ciclo

El cambio de ciclo en el sector de la construcción se pudo visualizar ayer con toda claridad en los datos que hicieron públicos los servicios públicos de empleo sobre el paro registrado de julio. Como viene siendo habitual, al llegar el mes de agosto muchos contratos relacionados con el sector de la construcción caducan. Y eso explica que el año pasado el número de afiliados a la Seguridad Social en la construcción se redujera en 8.301 trabajadores. Sin embargo, en julio de este año esa cifra se ha multiplicado por 4,5 veces, hasta los 36.990 trabajadores, lo que pone de relieve hasta qué punto el sector atraviesa una coyuntura distinta.

En términos interanuales, como se ha dicho, la construcción continúa creando empleo, pero ya no es la locomotora de la economía en términos de empleo, como lo ha sido en los últimos años al calor de algunos acontecimientos verdaderamente relevantes y que coincidieron en el tiempo: la caída de los tipos de interés, la entrada de inmigrantes o el nacimiento del euro, lo que ha favorecido la compra de inmuebles de segunda mano por parte de extranjeros comunitarios. Algo que explica que en estos momentos 1,92 millones de trabajadores estén afiliados a la Seguridad Social dentro del sector de la construcción (alrededor del 10% de la población ocupada).

Crisis inmobiliaria

Esta tendencia es todavía más clara en el sector inmobiliario. Si en julio de 2006 el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social relacionados con actividades inmobiliarias y de alquiler creció en 23.563, este año se ha producido un vuelco espectacular. Las cifras dadas ayer a conocer por el Ministerio de Trabajo dan cuenta de la existencia de 23.973 afiliados menos en actividades inmobiliarias. O dicho en otros términos más representativos: se ha pasado de crecer a un ritmo verdaderamente espectacular del 8,83% en términos interanuales al 3,90%.

El hecho de que el ladrillo ya no sea el sector más dinámico desde el punto de vista del empleo se observa al comprobar que mientras el número de afiliados en la construcción crece a un ritmo anual del 1,45%, los cotizantes a la Seguridad Social en el régimen general aumentan muchos más. En concreto, un 3,64%. La industria manufacturera ha tomado en parte el relevo, con un aumento de la afiliación del 3,3%, todavía por debajo de la hostelería, con un aumento del 4,3% en el número de cotizantes.

Ambos crecimientos, sin embargo, son todavía insuficientes para compensar el enfriamiento del sector de la construcción e inmobiliario, lo que explica el mal dato del paro registrado en julio, que anotó 4,469 desempleados más. De hecho, hoy hay más parados en los servicios públicos empleo que los que había hace un año: un 0,9% más, hasta los 1,97 millones.

La desaceleración en el sector de la construcción afecta, sobre todo, a la edificación residencial, pero también a la obra civil. Según los datos del Ministerio de Fomento, la licitación oficial creció u 28% entre enero y mayo del año pasado, pero en este ejercicio lo está haciendo únicamente al 2,9%, lo que significa un evidente desplome.

En este caso, hay que achacárselo a las administraciones periféricas (comunidades autónomas y ayuntamientos) donde se ha producido una caída en picado relacionada directamente con el parón que habitualmente se produce tras unas elecciones. Mientras que las licitaciones en las CCAA sólo crecen un 3,9% (frente al 34% del año anterior), en el caso de los ayuntamientos se ha producido un desplome del 19%, tasa que contrasta con el aumento del 20% registrado el año pasado. El ladrillo ya no tira.

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