Lunes, 9 de julio de 2007 (Actualizado a las 11:58)

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Huyen los extranjeros, no hay quien coloque un duro en el mercado. Tras el efecto Astroc, los expertos empiezan a mirar con lupa la deuda del sector, la actividad se ralentiza, en casos se eterniza, y por si faltaba algo, el presidente de la CNMV, Julio Segura, en una de sus primeras comparecencias públicas tras ser nombrado máximo jefe de la 'cosa', se refiere a las inmobiliarias como empresas con “aparente riesgo contable”.

Se va a convertir en algo habitual entre los supervisores, eso de decir hoy lo que se piensa y mañana pedir perdón por el efecto provocado.

Segura ha conseguido ya sembrar la incertidumbre de pleno en el sector donde se había producido hasta ahora una crisis de valoraciones, centrada sobre todo en media docena de empresas, no en todas. Ha descubierto, él solito, y se lo ha hecho saber al mercado, que hay empresas, algunas grandes, que utilizan el modelo de valor razonable de los activos “que puede producir volatilidad en los resultados, sin generar flujo de caja real, al ser un mero apunte contable”.

Para Segura, el mejor valor razonable se obtiene de los precios actuales, en un mercado activo para propiedades similares, en una misma localidad y condiciones y “no debe reflejar -según Efe- expectativas futuras que podría generar la inversión inmobiliaria, ni posibles sinergias futuras por aspectos fiscales, legales o de índole regulatorio, sino su situación y condiciones actuales”.

Está muy bien que la CNMV se caiga del guindo en un momento en que la crisis acecha y se haya lavado las manos, como Pilatos, hace menos de un año, cuando han salido al mercado más de media docena de grandes y medianas inmobiliarias comparándose en una mayoría de casos con empresas hasta diez veces mayores a ellas o de segmentos diferentes. Los accionistas deberían tomar nota de estos repentinos cambios de humor de los supervisores.

Entonces, en plena euforia del sector, la CNMV, igual que ha ocurrido en una mayoría de OPV´s, ha leído el folleto, les ha pedido que pongan en folio importante sus riesgos, y aquí paz y después gloria.

Ahora parece que la cosa va a cambiar, aunque si eso es así, no basta que el regulador lo suelte en una conferencia de verano en Sitges o en Pernambuco. Debería hacerlo saber al mercado de modo adecuado, con claridad, para que sepamos de qué está hablando, hasta qué punto hay peligro y si debemos salir huyendo de las inmobiliarias antes de que se produzca un crack, o si simplemente el regulador ha observado algunos casos subsanables de importancia relativa.

Tampoco va al meollo del asunto Segura cuando habla de las valoraciones, porque en las OPVs, en el proceso de salida al mercado, parte de la hinchazón sufrida se registra gracias a los ánimos aportados por los bancos de inversión. Pero deben ser palabras mayores.

Y ya puestos, si las inmobiliarias son un sector de aparente riesgo contable, estaría bien que el señor Segura nos iluminara sobre las valoraciones que se vienen haciendo ya en el ámbito de renovables, con Solaria a la cabeza, para saber si estamos ante un sector de riesgo o las valoraciones son adecuadas. No queremos enterarnos el año próximo cuando vuelva por Sitges.

Si el criterio es general, pues estaría bien que ninguna empresa expresara valoraciones “por posibles sinergias futuras por aspectos fiscales, legales o de índole regulatoria”, con lo cual dejaríamos el mercado en el chasis.

Sin duda, hay que elegir empresas de valoración de activos de reconocido prestigio e incluir en los contratos cláusulas que permitan exigir responsabilidades. Está bien además, que los auditores se quejen de que cuatro auditoras monopolizan el pastel, pero poco o nada hace o puede hacer el supervisor ante semejante situación. El TDC no existe, al Instituto de Contabilidad y Auditoria Contable no se le espera y el regulador bursátil ya tiene bastante con crónica crisis interna.

Estamos de acuerdo en que las compañías deberían transmitir a los inversores de forma mas clara y didáctica los verdaderos riesgos de cada sociedad en función de sus características, de su sector, y una valoración de su impacto económico.

También que la CNMV debería ser clara, atacar directamente a la yugular los problemas con investigaciones, con sanciones si son necesarias y no con denuncias al viento que siembran aún más, si cabe, la alarma en el sector. Deben estar contentísimos los inmobiliarios con estas últimas declaraciones del jefe de los policías del mercado.

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