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Farmaindustria pone al sector frente a sus miserias

Farmaindustria

@S. McCoy - 01/06/2007

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Farmaindustria pone al sector frente a sus miserias. Ese es el titular. No hay otro. Las farmacéuticas están de capa caída por muchos motivos. Y no hay visos de solución a corto plazo. Paradojas de la vida. Cada vez se vive más: se demanda, por tanto, mayor atención médica; se quiere vivir mejor, y nacen mil formas de asistencia sanitaria. Pero los fabricantes de medicamentos penan sus desgracias por las esquinas de la prensa escrita. Veamos por qué.

Primero. En medicina, aun estando todo por descubrir está casi todo inventado. Me explico. Se define como blockbuster aquél medicamento que debido a su aplicación puede generar un número de prescripciones tal que dispare las ventas de su fabricante. Pues bien, la mayoría de las afecciones más comunes tienen uno o varios blockbusters que la cubren suficientemente. Las mejoras, en muchos casos, caben sólo por la vía de la dosificación (menor) o la forma de aplicación (más cómoda). De hecho, las nuevas investigaciones, centradas fundamentalmente en lo que los anglosajones han dado en denominar las tres C (cáncer, cardiovascular y CNS o sistema nervioso central), son en muchos casos demasiado costosas para el uso posterior que se puede dar al medicamento fruto de las mismas. Que se lo digan a Zeltia si termina llegando a buen puerto. De ahí que muchas veces se persiga más ampliar el uso de lo ya existente que indagar en nuevos productos. Un ejemplo, por ejemplo, que diría aquél, reciente: la Viagra es buena para corregir el jet lag. Recogido por la prensa. Explíqueselo a su mujer cuando le pille la pastilla en la cartera. La excusa perfecta. Hay que viajar más.

Segundo. En entorno regulatorio se ha endurecido sistemáticamente en los últimos años. Tanto en términos de aprobación de medicamentos como en lo que respecta al etiquetado de los mismos y advertencia sobre las posibles consecuencias negativas derivadas de su consumo. Fruto del inmenso poder de los consumidores en naciones como los Estados Unidos. El desplome bursátil de Glaxo Smithkline en el último par de semanas debido a Avandia, su medicamento contra la diabetes, al saberse que podría incrementar hasta en un 43% el riesgo de sufrir un infarto, es buena prueba de ello. Y eso por no hablar del control a los tradicionales favores de la industria a sus médicos prescriptores de lo que sólo ha asomado, de momento, la punta del iceberg.

Tercero. Los genéricos ganan la partida por la mano. Y la batalla no ha hecho más que empezar. El sistema establecido de patentes con caducidad permite a muchas compañías copiar los compuestos y sacarlos como marca blanca al mercado cuendo vencen aquellas. Hay, por tanto, una ventana de oportunidad. Más. Precisamente el envejecimiento poblacional supone un incremento notable del gasto farmacéutico en las economías desarrolladas hasta el punto de que se ha convertido en uno de los factores que podrían causar la quiebra de su sistema de protección social. De ahí que las propias instituciones públicas apuesten más por los productos de bajo coste antes que por medicamentos consolidados que comparten los mismos principios activos de aquellos. No es de extrañar que la industria de los genéricos crezca al 11% anual, más del doble que el sector tradicional y suponga ya cerca del 10% de las ventas totales. Y eso que sólo diez países gastan más de 1.000 millones al año en genéricos.

La conclusión es que las compañías farmacéuticas ven cómo sus ingresos disminuyen, sus costes de investigación aumentan, sobra plantilla, los márgenes a duras penas se mantienen, sus balances se hacen ineficientes al no saber qué hacer con la caja, las compras por aquellas compañías que pueden tener un potencial blockbuster se multiplican al resultar más baratas que desarrollar los propios programas de I+D y los inversores se alejan provocando un peor comportamiento relativo en bolsa que clama al cielo en los últimos años. Vaya, parece que sale un cóctel perfecto para el capital riesgo: líderes, maduros, con el fondo de comercio de las medicinas actuales, caja (sólo Roche cuenta con más de 15.000 millones de euros de tesorería bruta y los ratios de deuda sobre inversión están por debajo del 5% en muchas empresas), sin deuda… Vaya, vaya… Por cierto: ¿Alquien se acuerda que hace menos de una década growth era igual a farma? Una vez más el private equity puede ser el salvador si quiere asumir los riesgos. Veremos.

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