Lunes, 4 de junio de 2007 (Actualizado a las 11:00)

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La bolsa vive una etapa de irracionalidad notable que nubla las meninges de los gestores o eso parece por que públicamente aceptan el llamado 'momentum'. Nadie se atreve a ir contra un tren alcista que se para de vez en vez pero que se recupera como una bala. Sobre todo por que los clientes mandan y no aceptan el “me equivoqué por ser conservador”. Los bonus serán impresionantes este año, mientras dure la fiesta.

Los acontecimientos supuestamente positivos se encadenan y superponen de modo que nada resulta negativo a la vista de los bolsistas.

Las malas noticias prácticamente no cotizan y se absorben con una naturalidad pasmosa y las aparentemente buenas sirven para echar más gasolina a la caldera compradora.

El efecto Astroc ha quedado limitado a la empresa y poco más, aunque el sector está bastante tocado precisamente por el endeudamiento y la ralentización, con unos efectos súper limitados en las cotizaciones. Incluso se van a producir salidas a bolsa como la de Tremon o la de Realia.

Los latigazos de los mercados de bonos parecen producirse al margen del mundo empresarial, y nada más lejos de la realidad.

La locura de los mercados chinos y las no menos alocadas decisiones de sus autoridades se ven con cierto temor, pero el miedo dura minutos.

Los agitados bandazos del petróleo se han convertido en una costumbre y la ralentización económica americana -con el sector inmobiliario tocado- y la inflación persistente sólo se tratan en la teoría, en ambientes académicos. No bajan al terreno de los mercados de valores por que simplemente no conviene. Sólo en ocasiones suena la flauta de alguna divisa que se cae y entonces se recuerdan los problemas de la trastienda.

Los bajos tipos de interés se combinan con el enorme apalancamiento empresarial y dan como resultado un exceso de liquidez que pone en el foco a cualquier compañía, por muy grande que sea el tamaño. Todos actúan como los fondos de capital riesgo y los hedge funds, aunque sus objetivos no siempre sean los mismos. La moda es la moda.

Por ejemplo, llevamos meses hablando de las OPAs de Iberia y de Altadis, unos fondos se caen otros no llegan. El Gobierno español, de por medio, la oposición también. El Ejecutivo francés que lo intenta y los valores suben y suben cómo si nada. Pero nadie materializa operación alguna. Sólo son avisos. Es un mercado de expectativas, que se pueden o no cumplir, de anuncios más o menos relevantes, que no llegan a materializarse. Pero a quién le importa. Lo relevante es que todo sube.

Si alguien de BAA dice que Ferrovial no va a ganar tanto, pues un momento de silencio y a subir. Que Hesperia pone a caer de un burro a NH por su supuesta falta de transparencia, pues nada, a avanzar por que puede producirse una OPA o un sueño Y si no, qué más da, el valor lo refleja con intensas ganancias.

Se ha abierto la veda de las OPV´S también en el sector de renovables. Una especie de fiebre que veremos en qué queda puesto que poco se sabe del resultado de estas compañías que no son más que proyectos, pero fuera de la empresa valen más que dentro. Recuerda a aquellos tiempos de la Telefónica de Villalonga, cuando se desmembró todo lo que ahora ha sido absorbido o liquidado.

La orgía de operaciones corporativas tiene un foco esencial en el sector energético. La entrada del multimillonario belga Albert Frère en Iberdrola ha sido la gota que ha colmado el vaso de la especulación. Y todos a subir. Las cotizaciones no tienen freno alguno por que todo es susceptible de ser comprado, o no. Pero eso no importa lo más mínimo.

La ola de optimismo envuelve a todos y a todo, con lo que sólo queda sonreír y dejarse llevar por la bolsa como a una maleta en una cinta transportadora. Cuando salgamos del sueño habrá sobresalto. Pero ¿quién se atreve a ir contra mercado cuando la bolsa vive el mejor mayo de su historia? El que lo hubiera hecho sería tildado de loco o ignorante.

El aserto bursátil 'Self in may and go away', que no tiene nada de científico, ha sido barrido por una realidad aplastante. Casi todo sube al calor de supuestas operaciones corporativas, alforjas repletas de capacidades enormes de endeudamiento, y una bolsa como un gorila en celo. El que se ponga por delante, ya sabe lo que le puede ocurrir.

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