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El oro brilla, Trump reluce: tres claves que movieron el mercado
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El oro brilla, Trump reluce: tres claves que movieron el mercado

Mientras el oro pulveriza récords, las bolsas dan señales de necesitar más gasolina, tras la fuertes escalada de los últimos meses, detrás de la que se evidencia una mayor confianza en el plan trumpista

Foto: Lingote de oro. (EFE EPA MAST IRHAM)
Lingote de oro. (EFE EPA MAST IRHAM)
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Los mercados financieros han puesto término este viernes a una de esas raras semanas en las que el protagonismo no ha estado en las bolsas y ni siquiera en los bonos, sino en las materias primas, donde el oro (y, en menor medida, la plata) ha acaparado titulares al pulverizar máximos históricos.

Una de las peculiaridades de la escalada que viene registrando el oro es que se está produciendo en paralelo a la subida de las bolsas, aunque en los últimos días estas han vuelto a dar síntomas de necesitar más gasolina y se repliegan de forma generalizada, con los inversores fijando ya su atención en la temporada de resultados que, de forma oficiosa, comenzará la próxima semana en EEUU.

De este modo, y a fuerza de vaivenes motivados por noticias empresariales y políticas, las principales bolsas internacionales sellan una semana de tono negativo, agudizado en el tramo final (en Europa) de la sesión del viernes, en el que el paso atrás de Wall Street contagió a las principales plazas europeas.

Así, el Ibex, que iba camino de salvar la semana con ganancias, acabó cediendo en los últimos minutos y culmina los últimos cinco días con un descenso del 0,7%, que le aleja del objetivo de los 16.000 puntos.

1. El misterioso boom del oro

En un contexto de mercado en el que los récords están a la orden del día en casi todos los activos, el oro ha sido capaz de brillar con luz propia a lo largo de todo 2025, con amplias subidas que han tenido continuidad en los últimos días, en los que ha llegado a superar por primera vez en la historia los 4.000 dólares por onza.

Con ganancias en el entorno del 50% en el ejercicio, son muchas las teorías que se han planteado para explicar el buen tono del metal áureo, probablemente todas con parte de razón.

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Siendo, como ha sido históricamente, un activo considerado refugio ante incertidumbres (y, especialmente, ante riesgos inflacionarios) las ganancias del oro han elevado la sensación de que los inversores se están posicionando para un escenario peligroso, en el que las grandes monedas --con el dólar a la cabeza-- pierden su fiabilidad, las finanzas públicas se deterioran aún más y los bancos centrales pierden el control de la inflación por ceder a los designios de los gobiernos (así podría leerse la última rebaja de tipos de la Fed, tras meses de presiones de Trump).

Sin embargo, como bien advertía James Mackintosh en el Wall Street Journal, esos presuntos temores resultan menos obvios cuando se mira a otros activos, con las bolsas en máximos y los bonos --incluso los de más largo plazo-- mostrando en las últimas semanas una estabilidad que poco concuerda con un hipotético miedo a la inflación.

No resulta difícil imaginar, con todo, que, dada la complejidad del escenario económico actual, entre los inversores primen las dudas sobre las convicciones y que la apuesta creciente por el oro pueda representar más una especie de seguro, por si vinieran mal dadas, mientras se sigue participando de unos activos de riesgo que siguen deparando alegrías a los más osados.

2. MAGA wins (de momento)

Osado podía parecer apostar por una sólida recuperación de los mercados en medio de la tormenta arancelaria desatada por Donald Trump el pasado abril, pero quienes lo hicieran pueden presumir de su atrevimiento con orgullo (y con varias decenas de puntos de rentabilidad en sus carteras). Apenas seis meses después del infausto Día de la Liberación trumpista, los mercados lucen más robustos que nunca, con las principales bolsas mundiales pulverizando día tras día cotas históricas.

En cierto sentido, esta bonanza de los mercados puede leerse como una victoria de la gran apuesta de Trump y su equipo en torno al Make America Great Again (MAGA, hacer América grande de nuevo). Y es que el pasado abril se amontonaron las previsiones (no sin fundamento) de que las agresivas e imprevisibles políticas del presidente estadounidense estaban condenando a la economía estadounidense a un periodo de debilidad aguda, mientras el país y su moneda ponían en peligro su posición privilegiada en el sistema internacional.

Hoy muchos de esos miedos parecen aparcados y en los mercados se respira cierta sensación de que el plan de Trump podría acabar saliendo bien. Al fin y al cabo, la economía estadounidense, aunque renqueante, parece lejos de una crisis inminente; sus aranceles están generando un aumento de ingresos a las arcas federales que al menos remienda la delicada posición fiscal del país, sin por el momento disparar la inflación de forma contundente; sus planes desreguladores prometen seguir engordando las cifras de ganancias empresariales; y sus presiones a la Fed, por mucho que puedan afectar a la credibilidad del banco central, han cumplido el objetivo de alentar a Powell y los suyos a recortar los tipos de interés, ofreciendo un estímulo adicional a la economía nacional.

Foto: burbuja-inteligencia-artificial-tecnologicas-mercado-1hms

Si a esto se le añaden las expectativas de que su empuje a la IA y a las criptomonedas sirvan para apuntalar la posición de EEUU como eje de la economía internacional, se puede entender que, desde los mínimos del pasado abril, los rendimientos del S&P 500 dupliquen los de la bolsa europea. La confianza en el plan de Trump parece estar alcanzando tal grado que, incluso con la expectativa de nuevos recortes de tipos y con las incertidumbres que pueden derivarse del actual cierre parcial del Gobierno federal, que sigue sin visos de resolverse a corto plazo, el dólar ha sido capaz de firmar su segunda mejor semana del año.

Nada de esto debe entenderse como una evidencia de que el éxito económico de Trump está asegurado. De hecho, el propio Trump ha venido este viernes a templar los ánimos con una amenaza arancelaria a China que ha recordado a los inversores los riesgos inherentes a su estrategia y su particular proceder, provocando fuertes caídas en Wall Street.

Casi más relevante resulta el hecho de que, como indicaba esta semana en un artículo en Financial Times Ruchir Sharma, presidente de Rockefeller International, "América es ahora una gran apuesta por la IA". Su crecimiento económico, la fortaleza de sus ganancias corporativas y la solidez de su mercado está completamente apalancado a un relato, el del éxito de la IA, que está muy lejos de poder darse por asegurado.

La economía y los mercados de EEUU están muy apalancados al éxito de la IA

Esta semana, la apuesta por esta tecnología tuvo un vívido reflejo en el subidón de las acciones de AMD tras firmar un millonario acuerdo con OpenAI que, en opinión de Christopher Wood, jefe global de estrategia en renta variable de Jefferies, representa "el último ejemplo de la negociación incestuosa y circular" que está caracterizando el boom de la IA, con unas pocas empresas, financiando y rentabilizando al mismo tiempo una explosión de inversiones cuyos réditos son episódicamente discutidos, como ocurrió esta última semana con un informe que cuestionaba los méritos de las recientes inversiones de Oracle.

En opinión de Wood, estas millonarias inversiones de las grandes tecnológicas (los hiperescaladores) parecen más impulsadas por "el miedo a perderse la próxima gran novedad" que por la convicción de que podrán llegar a rentabilizarlas. "Este es el mismo tipo de FOMO que impulsa actualmente el mercado bursátil estadounidense, como se refleja tanto en una relación precio-ventas récord como en una deuda de margen bursátil récord", indica. Y concluye con la intuición de "que los mercados están mucho más cerca del final de la fiebre de la IA que de su comienzo".

Sea como fuere, la inminente temporada de resultados se presenta como una nueva prueba de fuego para evidenciar la solidez de la apuesta por la IA.

3. ¿Y Europa (sin defensas) pierde?

La otra cara de la creciente apuesta por el éxito de Trump es que las altas expectativas generadas a principios de año en torno a Europa y la posibilidad de que capitalizara el deterioro de la hegemonía financiera de Estados Unidos han ido perdiendo fuerza paulatinamente.

No puede culparse únicamente al atractivo trumpista, sino que los propios avatares europeos han invitado a poner en solfa cualquier optimismo. Así, mientras se sigue esperando porque Alemania pueda poner en marcha su gran plan fiscal, Francia sigue generando sobresaltos con un caos político al que no se atisba solución indolora. Este lunes, la renuncia de Sébastian Lecornu a dirigir el gobierno volvió a abrir la espita de la incertidumbre en torno a la segunda mayor economía de la eurozona, aunque con el paso de los días los inversores han ido aparcando su preocupación, quizás también convencidos de que el drama político galo está aquí para quedarse.

En cualquier caso, no ha sido la política gala la culpable de los números rojos que bañan esta semana a las bolsas europeas, sino que la responsabilidad puede cargarse en mucho mayor medida en un nuevo revés del sector de automoción (firma su peor semana desde 2022), al que se le han ido acumulando las malas noticias en los últimos días, con recortes de estimaciones en los gigantes alemanes BMW, Mercedes y Porsche. Más doloroso, por inesperado, ha sido el hundimiento de Ferrari, que se deja esta semana casi un 20% de su valor al presentar unas previsiones de crecimiento que han defraudado las altas expectativas creadas en torno al grupo italiano.

Foto: ferrari-desploma-15-decepcionar-previsiones-de-ganancias

Además, el sector de defensa, uno de los grandes pilares de la bonanza de las bolsas europeas en 2025 ha cedido esta semana con estrépito, evidenciando que para los mercados la sensibilidad queda en un segundo plano cuando se ponen en duda los beneficios. Por eso, la firma del plan de paz entre Israel y Hamás (otro minipunto para Trump) se traduce en retrocesos de más del 7% para Hensoldt y Saab, del 5% para Leonardo y Thales y de más del 4,5% para Rheinmetall.

El Ibex, libre del golpe al motor, y con Indra capeando el golpe a la defensa, sí ha padecido, en cambio, el paso atrás de la banca, que encara la próxima semana un momento decisivo, con la resolución de la OPA de BBVA sobre Sabadell.

Los mercados financieros han puesto término este viernes a una de esas raras semanas en las que el protagonismo no ha estado en las bolsas y ni siquiera en los bonos, sino en las materias primas, donde el oro (y, en menor medida, la plata) ha acaparado titulares al pulverizar máximos históricos.

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