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Un mundo feliz (y trumpista) en las bolsas: tres claves que movieron el mercado
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Un mundo feliz (y trumpista) en las bolsas: tres claves que movieron el mercado

Aunque la incertidumbre comercial se recrudece al acercarse el fin de la pausa arancelaria, los inversores siguen haciendo gala de una elevada confianza en una resolución satisfactoria

Foto: Donald Trump. (Reuters/Nathan Howard)
Donald Trump. (Reuters/Nathan Howard)
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Las bolsas se adentran en la segunda mitad del año con muestras de la misma confianza con la que iniciaron 2025, inasequibles al desaliento, por mucho que se acumulen los motivos de incertidumbre.

Olvidadas las tensiones en Oriente Medio y anulada, por ende, la escalada de los precios del petróleo, los inversores han podido regresar en los últimos días al que viene siendo su principal factor de inquietud desde el pasado abril: los aranceles de Donald Trump.

Un asunto que, a pesar de generar repentinos sobresaltos (como ocurrió este viernes en Europa), sigue mostrándose incapaz de descabalgar a los mercados de las tasas históricas en las que se siguen moviendo.

Niveles que, eso sí, se muestran cada vez más exigentes, como se ha podido ver en la incapacidad del Ibex para asentarse, nuevamente, sobre los 14.000 puntos. El índice español salda la semana con un nimio repunte del 0,03% que en poco empaña un ejercicio en el que los retornos (incluidos dividendos) superan ya el 24%.

1. Las medidas "bellas" de Trump

Aunque esta ha sido una semana extraña en los mercados estadounidenses (la negociación en Wall Street solo ha estado activa hasta la media sesión del jueves), a causa de la festividad del 4 de junio, no cabe duda de que los pasos de los inversores internacionales han vuelto a estar marcados por las noticias provenientes de la mayor economía del mundo.

La prueba más evidente ha sido la de este viernes, cuando, sin la guía de Wall Street, las bolsas europeas han experimentado una jornada claramente negativa, afectadas por los avisos de Donald Trump de que comenzará a aplicar aranceles recíprocos a aquellas regiones con las que no haya alcanzado un acuerdo antes del 9 de julio, momento en que expira la pausa que él mismo aplicó a esta medida, anunciada por primera vez a principios de abril.

Foto: El portavoz de la Cámara de Representantes, Mike Johnson. (EFE/Shawn Thew)

En los últimos días, venían primando las señales positivas, de que algún tipo de acuerdo sería posible o, en su defecto, una nueva extensión de la pausa. Incluso ahora, esta nueva amenaza es vista por muchos como otro movimiento negociador, con el que urgir al resto de estados a acelerar sus concesiones. Pero el recuerdo de que ahí sigue habiendo una fuente obvia de incertidumbre ha llevado a los inversores a limitar su confianza reciente, llevando a las grandes plazas europeas a cerrar casi en los mismos niveles en que iniciaban la semana.

Mejores números vuelve a presentar Wall Street, favorecida tanto por no haber abierto este viernes (el día en que Europa echó por tierra sus alzas del resto de la semana) como por un dólar que sigue perdiendo posiciones, empujando con ello al euro a máximos de cuatro años. La aprobación de la “bella y grande” ley fiscal de Trump ha supuesto otro elemento de apoyo, porque, pese a las preocupaciones de más largo plazo sobre su impacto en la solidez fiscal del país, representa un estímulo a corto plazo, al consolidar los recortes de impuestos aprobados por el presidente estadounidense durante su primer mandato.

Mientras tanto, un dato de empleo mejor de lo esperado ha vuelto a reforzar la idea de que la economía estadounidense está resistiendo con solidez las incertidumbres generadas por Trump, aportando una nueva palada de optimismo al mercado, a pesar de que esto aleje un poco más la expectativa de recortes de tipos.

2. Todo va a salir bien (salvo alguna cosa)

No es ninguna novedad que en los mercados prima desde hace tiempo una interpretación muy positiva de la realidad a la que se enfrentan, con la mayor parte de los inversores confiados en que la mayoría de las amenazas (aranceles, crisis petrolera en Oriente Medio, crisis fiscal en EEUU) no se llegará a materializar y que, en cambio, casi todo lo bueno que pueda acontecer (recortes de tipos, estímulos fiscales, impulso de la IA) acabará plasmándose.

Obviamente, esa actitud está sometida a vaivenes, a medida que se suceden los acontecimientos, pero en los últimos días parece muy bien asentada, a juzgar por los movimientos del mercado.

Es cierto que los números generales de los últimos días no reflejan (especialmente en Europa) un clima de optimismo exacerbado. Pero si se analizan más en detalle los movimientos del mercado, surgen evidencias de que los inversores siguen apostando a un entorno de crecimiento económico sano. Solo así puede leerse que sectores cíclicos como los productos de consumo y la industria de los viajes se ubiquen entre los principales motores de las ganancias en las últimas jornadas, mientras quedan a la zaga apuestas más conservadoras, como las eléctricas.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.

Este sentimiento positivo se enfrentará a una importante prueba de fuego en las próximas semanas con el inicio de la temporada de resultados del primer semestre, que en EEUU comenzará de forma oficiosa el próximo viernes. El optimismo ilimitado del que vienen haciendo gala los mercados y la experiencia histórica (son más las veces en que la temporada de resultados supone un estímulo que lo contrario) invitan a pensar en que esta será una nueva inyección de moral para las bolsas, especialmente si se confirma que la industria de la inteligencia artificial sigue motivando inversiones millonarias.

Pero el alto grado de incertidumbre con el que siguen lidiando las empresas y los escasos ajustes que han hecho los analistas y las propias empresas a sus expectativas podrían abrir la puerta a decepciones, mucho más factibles dadas las elevadas valoraciones actuales.

3. Lo que deja la batalla Sabadell-BBVA

Para la bolsa española esta ha sido una semana de escasos movimientos, que dejan al Ibex una vez más a las puertas de los 14.000 puntos. Esta atonía, no obstante, habría sido menos si no se hubiesen acumulado a lo largo de los últimos días una serie de dividendos (ACS, Enagás, Amadeus, Redeia, Iberdrola, Repsol) que han supuesto una merma importante de puntos para el selectivo español. No en vano, la versión con dividendos cierra la semana con ganancias del 0,67% y ya aventaja en el año al índice principal en 3,5 puntos porcentuales.

Pero más allá de estos pagos, el elemento que más ha animado al mercado español en los últimos días ha sido, una vez más, la batalla entre Sabadell y BBVA, con esta intentando adquirir aquella y la entidad catalana intentando escurrir esa operación indeseada. Para ello, esta misma semana, el banco que preside Josep Oliu ha anunciado la venta de su filial británica, TSB, que irá a parar a manos de un Banco Santander que ha hecho una inesperada irrupción en esta batalla entre dos para poner las cosas más difíciles a su gran rival nacional.

Foto: Logo del BBVA en una de sus sucursales en Málaga. (Reuters/Jon Nazca)

Aunque BBVA parece convencida de que esta operación no cambia sus planes, los inversores han entendido que el movimiento, tras el que Sabadell ha prometido un megadividendo a sus accionistas, pone el éxito de la opa muy cuesta arriba. Especialmente si BBVA no mejora los términos, ya que la venta ha propiciado un nuevo tirón de las acciones de Sabadell, que suman un 6,5% en la semana, mientras el banco que preside Carlos Torres resta un 0,7%. Entre medias, Santander salva la semana con avances del 1,3%, alcanzando un nuevo máximo histórico, tras protagonizar un refuerzo en Reino Unido que ha sido, en general, bien valorado por los expertos.

Con el resto del sector también en positivo y el índice bancario del Ibex alcanzando un nuevo récord, parece claro que para los inversores solo hay un perdedor obvio en esta lucha y es, al menos hasta la fecha, la entidad bilbaína.

Las bolsas se adentran en la segunda mitad del año con muestras de la misma confianza con la que iniciaron 2025, inasequibles al desaliento, por mucho que se acumulen los motivos de incertidumbre.

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