Cinco apuestas fallidas del mercado cinco años después del coronavirus
La irrupción de la pandemia dio pie a relatos sobre el inicio de una nueva etapa en la economía que alimentó auténticas burbujas en sectores que no han logrado cumplir las expectativas
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Hacía semanas que las noticias sobre un peligroso virus proveniente de China venían ocupando posiciones cada vez más destacadas en las portadas de los medios de información internacionales, pero los mercados se mostraban ajenos al riesgo. Pese a algunos resbalones, las primeras semanas de 2020 venían deparando notorias alegrías a los inversores, que parecían confiados en que aquella alerta sanitaria no iría a mayores.
En este ambiente, el 19 de febrero las bolsas internacionales establecieron nuevos máximos plurianuales, estirando una buena racha que llevaba a Wall Street a establecer registros históricos, mientras que índices como el Ibex se encaramaban a sus niveles más altos desde 2018. Nada hacía presagiar en aquel momento el derrumbe que iba a acontecer en las siguientes semanas.
A medida que las noticias sobre la expansión y letalidad del virus se propagaban por todo el mundo, las bolsas iniciaron un movimiento a la baja que fue recrudeciéndose con el paso de los días y que alcanzó tintes dramáticos cuando fue tomando forma lo que se acabaría conociendo como la Gran Reclusión. En apenas cinco semanas, los principales índices bursátiles del mundo registraron pérdidas superiores al 30%, liquidando por el camino más de 26 billones de dólares de capitalización.
En aquellos momentos se imponía una sensación profunda de que aquel episodio histórico supondría un antes y un después para la economía mundial y esa sensación presidiría los movimientos del mercado en los meses posteriores, en los que, en general, las bolsas protagonizaron una recuperación acelerada que tomó por sorpresa a la mayor parte de los analistas.
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Tras aquel repunte podían apreciarse algunas apuestas muy marcadas, que venían a reflejar las ideas que se extendían en el mercado sobre cómo sería el futuro poscovid. Cinco años después, y aunque las bolsas han sido capaces de prolongar la escalada iniciada entonces (obviamente, con sus sucesivos vaivenes), muchas de aquellas apuestas han tornado en fiascos, convirtiendo los éxitos iniciales en un reguero de pérdidas, evidenciando que, a menudo, asumir como duraderas unas condiciones muy concretas y basar en ellas el posicionamiento de las carteras de inversión no es la mejor opción.
1. Moderna y la era de la inversión en salud
En medio de una alerta sanitaria como el mundo no había conocido en casi un siglo, las miradas se dirigieron rápidamente hacia el sector farmacéutico, con los inversores intentando detectar quiénes darían el golpe de descubrir el remedio más efectivo contra la pandemia, mientras las teorías más abiertas a la conspiración llegaban a acusar a la industria farmacéutica de haber creado aquella crisis para enriquecerse. Así, multitud de historias más o menos verosímiles de compañías que decían estar en la carrera para encontrar la vacuna contra el virus fueron recibidas con los brazos abiertos por los inversores.
En el mercado español, fue significativo el repunte de una compañía como PharmaMar, que inició ensayos sobre la eficacia de su medicamento Aplidin, que le llevaron a registrar retornos superiores al 160% en los ocho meses posteriores al inicio de la pandemia. Poco después, las dudas sobre sus opciones de éxito (con requerimiento de la CNMV incluido) fueron minando esa confianza y aquellas ganancias se fueron diluyendo rápidamente, de modo que ya en diciembre de 2021 cotizaba por debajo de los niveles previos al covid.
Más alcance tuvieron, obviamente, los movimientos de las farmacéuticas que salieron triunfadoras en la carrera por descubrir la vacuna más eficaz contra el virus. Y entre ellas destacó Moderna, un laboratorio que hasta entonces no contaba con ningún éxito en su historial y cuyas acciones se multiplicaron por nueve en solo doce meses. Un estallido que iría a más en los siguientes meses, según iban surgiendo nuevas variantes del covid que hacían presagiar que aquel remedio sería de necesaria aplicación durante muchos años. En octubre de 2021, los títulos de la compañía acumulaban avances cercanos al 2.500%.
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Pero el entusiasmo sobre la vacuna de Moderna iría decayendo posteriormente, al comprobarse como el coronavirus iba reduciendo su virulencia, lo que, unido a la falta de alternativas en su cartera de productos, ha dejado a la compañía en una situación delicada, que se ha traducido en un derrumbe de sus acciones superior al 93% (aun así gana algo más de un 70% desde el estallido de la pandemia). Otros grupos involucrados en la elaboración de las distintas vacunas (Pfizer, AstraZeneca, Novavax...) han experimentado movimientos similares, dejando al término de estos cinco años unos saldos muy decepcionantes.
La única excepción es la alemana Biontech, que aunque lejos de su punto álgido en la pandemia, mantiene ganancias en el último lustro que superan en 3,5 veces las del MSCI World.
Más allá de los fabricantes de remedios contra el covid, la pandemia disparó un relato favorable hacia el sector de salud en su conjunto, ante la idea de que los gobiernos asumirían tras aquel shock la necesidad de dedicar mayores recursos a la industria. En los 12 meses posteriores índices como el S&P de biotecnología lograron más que triplicar los rendimientos del mercado general, pero aquellas expectativas no han llegado a plasmarse y cinco años después su saldo es negativo, frente al 95% del índice S&P general.
2. Zoom y la irrupción del teletrabajo
Otra idea que se hizo fuerte desde los primeros días del confinamiento fue la referida al paso atrás del presentismo y, por ende, al auge de las opciones telemáticas de interacción en el mercado laboral. Así, mientras que los grupos inmobiliarios más expuestos al segmento de las oficinas sufrían sobre el parqué (Merlin y Colonial restaron en torno a un 40% en las 12 primeros meses de crisis), grupos como Zoom o la alemana TeamViewer se convirtieron en las apuestas predilectas del mercado.
Especialmente, la plataforma estadounidense para la celebración de reuniones telemáticas se convirtió en un fenómeno en el mercado, a medida que su uso se multiplicaba exponencialmente por todo el mundo. Solo ocho meses después del shock pandémico, acumulaba avances superiores al 450%. A partir de ahí, las primeras noticias sobre la eficacia de las vacunas abrieron una serie de dudas que se fueron multiplicando con el paso de los meses, ante las dificultades que mostraba la compañía para rentabilizar su repentina fama y el surgimiento de nuevos competidores.
Cinco años después, Zoom luce precios en bolsa casi un 20% inferiores a los que mostraba al inicio del covid, protagonizando un derrumbe similar al del grupo de software para el control remoto de equipos informáticos TeamViewer.
3. Zalando y la victoria del comercio online
En paralelo a la idea de un mundo caracterizado por el fin del presentismo laboral, se abría paso la idea de cambio social hacia la reducción de las interacciones y en el que, por ende, ganarían relevancia los negocios más preparados para competir en el entorno online. Las expectativas se dispararon en torno a grupos como Delivery Hero, la aplicación de reparto de comida a domicilio que adquirió Glovo, o el grupo alemán de distribución de alimentos por internet Hellofresh. Este último llegó a revalorizarse más de un 130% entre febrero de 2020 y agosto de 2021. Pero el entusiasmo se fue apagando a medida que las altas expectativas de crecimiento en su base de clientes se fueron revelando excesivas.
Una situación en la que también se vio inmerso el sector del textil. Mientras grupos como Inditex y H&M llegaban al primer aniversario de los máximos precovid con números rojos que venían a reflejar las dudas de los inversores sobre las perspectivas de su amplia red de tiendas a nivel global, la euforia impulsaba al alza las cotizaciones de grupos enfocados en el comercio online, como la británica Asos o la alemana Zalando.
Esta última había duplicado el valor de sus acciones en los 12 meses transcurridos desde el 19 de febrero de 2020, mostrándose como una de las ganadoras más claras del cambio de escenario que había traído la pandemia. Pero poco después, la progresiva retirada de las restricciones de movimientos dio paso a una normalización de la actividad comercial en la que quedó patente que el negocio de la venta en tienda no estaba ni mucho menos en decadencia, una realidad plasmada tanto en la espectacular escalada de Inditex como en el goteo a la baja de Zalando y, especialmente, Asos, que perdieron todo lo ganado en los primeros meses de pandemia y arrastran, así, un saldo negativo en el último lustro.
4. Solaria y la hora de las renovables
Con la pandemia también ganaron fuerza algunas tendencias que se venían haciendo notar sobre el parqué desde mucho antes. Con el virus aun causando estragos a nivel global, los gobiernos occidentales comenzaron a pergeñar planes de recuperación para hacer frente al hundimiento económico previsto. Y dentro de estos fueron las medidas enfocadas a acelerar la transición energética las que ocuparon una posición principal, alentando la idea de que se acercaba el momento del despegue definitivo del sector de renovables.
Una cartera de más de 50 acciones globales del sector de renovables elaborada por UBS llegó a repuntar más de un 300% en el primer año desde el estallido de la pandemia, para iniciar poco después iniciar un descenso que se ha llevado por delante todas aquellas ganancias. En el mercado no se pone tanto en cuestión el giro hacia las energías limpias (a pesar de que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es vista como un contratiempo para su avance), pero sí la validez de muchos de los supuestos que se dieron por ciertos entonces y que dieron pie a valoraciones excepcionales en el sector, mientras las petroleras se vendían a precios de derribo.
Una cartera de renovables de UBS, que llegó a escalar un 300% en un año, ha perdido todo su avance
La bolsa española ha sido escenario de varios ejemplos del pinchazo de las energías verdes. En los 12 primeros meses tras el shock pandémico, compañías como Solaria, Soltec o Grenergy (además de Siemens Gamesa, posteriormente absorbida por Siemens Energy) se destacaron entre las más alcistas del mercado nacional, con retornos que en todos los casos superaron el 100%. Unas ganancias llamativas que dieron paso posteriormente a un derrumbe igual de contundente, del que solo ha escapado Grenergy (aunque cotiza por debajo de sus máximos de 2021, sí mantiene un saldo positivo en los últimos cinco años).
Poco después, Acciona Energía dio el salto al parqué con la idea de comandar aquella oleada renovable. Pero su buena acogida pronto dio paso a un hundimiento que se ha llevado por delante cerca de un 30% de su valor.
5. Wallbox y la carrera del vehículo eléctrico
De la mano del boom renovable, en el mercado se extendió la idea de que los planes de reconstrucción tras el coronavirus serían la palanca que llevaría a una rápida adopción del vehículo eléctrico a escala global, algo para lo que se aprobaron al mismo tiempo programas de ayuda y regulaciones rigurosas que debían convencer a fabricantes y usuarios de arrinconar los modelos de combustión interna para subirse al tren de la movilidad eléctrica.
Tras marcar mínimos en el mes de marzo de 2020, el sector se vio arrastrado por una oleada de euforia que le catapultó casi hasta finales de 2021, firmando una espectacular racha de rendimientos por encima del 300%. Compañías como la china Nio o el fabricante de baterías de hidrógeno Plug Power se anotaron en aquel periodo avances que llegaron a superar el 1.200%.
Y aquel entorno tan propicio fue aprovechado por grupos como los fabricantes Rivian y Lucid o el grupo español de sistemas de carga Wallbox para aventurarse en el parqué en el tramo final de 2021, concitando un amplio entusiasmo en torno a sus historias de inversión en sus primeros instantes como cotizadas. Pero el mercado no tardaría en darse cuenta de que la adopción del vehículo eléctrico no iba a ser tan sencilla como se asumía entonces y que las expectativas generadas en torno a estos grupos resultaban excesivas. El reciente viraje de algunos fabricantes tradicionales hacia los vehículos de combustión es la prueba más clara de cómo se ha estancado la confianza en el futuro eléctrico.
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Aunque algunos grupos han logrado navegar este difícil escenario, al consolidarse como actores líderes de la industria, como es el caso de la china BYD (Tesla queda al margen, ya que, ante el mercado, su historia abarca mucho más que su condición de fabricante de vehículos eléctricos), el sector cuenta con un largo parte de heridos, con casos paradigmáticos en el que la propia viabilidad de las empresas ha sido puesta en entredicho.
Es el caso de la ya citada Wallbox, que a pesar de la constante mejora de sus cifras de ventas, ha visto alejarse el interés de los inversores de tal manera que hoy cotiza un 97% por debajo de sus niveles máximos y los 3.000 millones de dólares en que llegó a valorarse entonces han quedado reducidos a poco más de 100.
Hacía semanas que las noticias sobre un peligroso virus proveniente de China venían ocupando posiciones cada vez más destacadas en las portadas de los medios de información internacionales, pero los mercados se mostraban ajenos al riesgo. Pese a algunos resbalones, las primeras semanas de 2020 venían deparando notorias alegrías a los inversores, que parecían confiados en que aquella alerta sanitaria no iría a mayores.