El segundo mandato de Trump trunca los planes de Wallbox y la remata en bolsa
La start up que prometía ser la Apple española y que llegó a los 3.000 millones de dólares de capitalización, se valora ahora por debajo de los 100 millones y lucha por mantenerse en la Bolsa de Nueva York
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Wallbox, el prometedor unicornio y fabricante de cargadores de coches eléctricos, arrastra desde 2021 una profunda crisis bursátil que lo sitúa en mínimos históricos. Ahora, la empresa participada por Iberdrola, la familia Riberas o los Puig, digiere el impacto de las políticas de la Administración Trump y cotiza por debajo del medio dólar por acción en la Bolsa de Nueva York. ¿Será Trump el remate final de Wallbox en Wall Street?
Ya desde principios de 2024, la compañía anticipaba las posibles consecuencias para su negocio de un segundo mandato de Donald Trump. Wallbox temía un parón de los incentivos a las empresas con un importante papel en la descarbonización (y entre ellas los fabricantes de vehículos eléctricos), así como cambios legislativos que paralizasen el apetito inversor hacia compañías con una fuerte apuesta por el futuro 'cero emisiones'. Resulta que la experta en baterías estaba en lo cierto.
Así como la Administración de Joe Biden se encargó de impulsar el mercado del vehículo eléctrico con medidas como la Inflation Reduction Act (IRA), una ley ampliamente criticada por Trump, los primeros meses del mandato del 47º presidente de los Estados Unidos ya han estado marcados por numerosos discursos contrarios a un futuro verde. Sin ir más lejos, el pasado 21 de enero el magnate anunciaba el cese de las financiaciones a los proyectos de energía eólica en todo el territorio nacional. Además, la famosa política arancelaria de Trump amenaza con dinamitar las dinámicas de mercado del sector de automoción, con consecuencias negativas para la actividad de Wallbox. Aunque el grupo barcelonés cuenta con instalaciones en EEUU, sus propios ciclos de aprovisionamiento podrían verse igualmente alterados si precisara de importaciones hacia el mercado norteamericano, donde actualmente genera un 28% de sus ingresos.
Desde el 5 de noviembre de 2024, día de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales, la caída de la cotización de la start up catalana se ha mostrado cada vez más preocupante. Desde aquel día hasta hoy, la empresa fundada por Enric Asunción, ha perdido un 53,41%. Rivales como las estadounidenses Charge Point, Blink Charging y EVGo también se dejan más de un 40% de su valor en este periodo.
Una promesa que no logra materializarse
El debut de Wallbox en Wall Street en 2021 resultó todo un éxito y la start up prometía ser una auténtica revolución en la acogida global de la transición hacia el coche eléctrico. En marzo de ese mismo año la recién llegada a Nueva York se disparó y su acción llegó a valer 18,5 dólares, alcanzando una capitalización cercana a los 3.000 millones de dólares, concretamente, de 2.978,3 millones.
La euforia por la descarbonización alimentó el 'boom' del coche eléctrico y de las energías renovables en todo el mundo. Wallbox tenía escrito su exitoso futuro como uno de los mayores proveedores de cargadores de las grandes automovilísticas que apostaban por la transición. La compañía se mantuvo estable en bolsa unos meses dibujando una leve senda bajista, pero en cuestión de menos de un año la compañía ya dejaba entrever su vulnerabilidad y perdía un 82,65%. Y el pinchazo se ha ido agigantando mes tras mes, hasta rebajar su capitalización a apenas 95,8 millones en la actualidad, un 97,5% menos que en su mejor momento.
La compañía cerró el tercer trimestre del año con pérdidas operativas de más de 33 millones
Las dudas materiales de la transición truncan el prometedor futuro de la start up catalana. Ya en el año 2023 la decadencia de la ansiada adopción del coche eléctrico era palpable, un mercado que supone el 70% del negocio de Wallbox, sobre todo en Europa. El surgimiento de problemas de aprovisionamiento por parte de empresas fabricantes provocó un descenso de las ventas de vehículos eléctricos y con ello una reducción de inventario para la start up. Así, Wallbox quedó atrapada en un bucle de resultados que se quedaban por debajo de las expectativas del mercado, lo que se tradujo en apreciables recortes de su valoración por parte de los analistas.
A día de hoy, la compañía sigue siendo víctima de un negocio que no consigue arrancar y de una promesa que no logra materializarse. En Europa, la transición desde la combustión hacia la electricidad en la industria del motor no está resultando nada sencilla, dado que todavía existen carencias, por ejemplo, de infraestructuras de carga, en medio de un entorno global que tensiona las cadenas de suministro y compite ferozmente. El entorno explica los últimos resultados de la compañía, que registró pérdidas operativas de 33,7 millones de euros en el tercer trimestre de 2024, obligando a la compañía que dirige Enric Asunción a plantear una nueva ronda de ajustes.
"Dado el tono de la presentación de resultados del tercer trimestre, tuvimos la impresión de que la gerencia finalmente aceptó que la demanda de vehículos eléctricos seguirá siendo débil en el futuro previsible y que un ebitda ajustado positivo sostenible tendrá que provenir, en cambio, de un dimensionamiento correcto de su estructura de costes", observaban el pasado noviembre los analistas de Barclays.
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Cabe mencionar que Wallbox cuenta desde el pasado 21 de noviembre con una advertencia de expulsión de la Bolsa de Nueva York debido al incumplimiento de los requisitos de cotización, al cotizar más de 30 sesiones consecutivas por debajo del dólar por acción. Las autoridades reguladoras conceden a la compañía un plazo de 6 meses, es decir, hasta mayo de 2025, para corregir la situación o, por el contrario, asumir su expulsión de la Bolsa de Nueva York. Pero hasta el momento, Wallbox se ha mostrado incapaz de revitalizar una acción que cada día se aleja más del nivel requerido y actualmente se sitúa por debajo del medio dólar.
La incertidumbre que rodea al futuro del sector del coche eléctrico aleja a los inversores de las acciones de Wallbox. Sin embargo, el grupo siempre ha contado con un amplio respaldo entre las casas de análisis que cubren el valor, que siguen recomendando mayoritariamente (tres de cinco) comprar sus acciones, mientras que ningún analista se muestra partidario de vender. Según las valoraciones recopiladas por Bloomberg, la acción tiene un alto margen de mejora. Las firmas menos entusiastas —Stifel y Canaccord— le otorgan un potencial de mejora superior al 228%, mientras que Intermoney, la más optimista, ve argumentos para que el valor de la acción se multiplique por seis (esta valoración, no obstante, data del pasado junio, por lo que es probable que haya quedado desfasada).
Wallbox, el prometedor unicornio y fabricante de cargadores de coches eléctricos, arrastra desde 2021 una profunda crisis bursátil que lo sitúa en mínimos históricos. Ahora, la empresa participada por Iberdrola, la familia Riberas o los Puig, digiere el impacto de las políticas de la Administración Trump y cotiza por debajo del medio dólar por acción en la Bolsa de Nueva York. ¿Será Trump el remate final de Wallbox en Wall Street?