El síndrome del tabaco cerca a los productores de alcohol y evapora 118.000 millones en bolsa
Las advertencias sanitarias sobre el consumo de alcohol han azuzado el nerviosismo de los inversores en torno a un sector que no logra levantar cabeza tras el 'boom' pospandémico
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"En mis 20 años cubriendo el sector de las bebidas, el grado de inquietud de los inversores sobre el alcohol nunca ha sido más notorio", señala Edward Mundy, analista en el banco de inversión estadounidense Jefferies.
Las preocupaciones a las que hace referencia Mundy en un informe publicado la pasada semana son el resultado (y al mismo tiempo la causa) del pobre desempeño que vienen mostrando en los últimos tiempos en bolsa los productores de bebidas alcohólicas, ya sean grupos cerveceros o distribuidores de espirituosos.
Los números dejan poco lugar a las dudas. En los últimos 21 meses, en los que el Stoxx 600 ha ofrecido retornos superiores al 22%, el grupo francés especializado en coñac Remy Cointreau ha visto evaporarse más de un 62% de su valor, las pérdidas de Davide Campari (Aperol, Bulldog, Frangelico…) y Pernod Ricard (Absolut, Beefeater, Ballantines, Chivas Regal…) oscilan entre el 52 y el 43%, mientras que las de Heineken, Carlsberg o Diageo (Johnnie Walker, Tanqueray, Smirnoff, Baileys…) representan casi un tercio del valor que mostraban en la primavera de 2023. Junto a la cervecera belga Anheuser-Busch (Stella Artois, Corona, Budweiser…), la que mejor resiste, con una pérdida en el periodo del 17%, el sector ha visto esfumarse más de 118.000 millones de euros de valoración en este periodo.
El revés bursátil de las firmas vinculadas al alcohol tiene mucho de resaca tras la euforia que experimentaron tras el estallido de la pandemia (entre marzo de 2020 y mayo de 2023, Davide Campari escaló un 113%, Remy Cointreau, un 90% y Pernod Ricard y Anheuser-Busch, alrededor de un 80%), cuando los consumidores decidieron emplear buena parte de sus ahorros en un consumo más premium, que favoreció los márgenes de la industria, especialmente para los fabricantes de espirituosos.
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Desde entonces, estas compañías han tenido que lidiar con un retroceso de los volúmenes de ventas, agravado por cierta inflación de costes, que ha echado por tierra sus expectativas de ganancias. Solo en los últimos 12 meses, firmas como Diageo, Pernod Ricard o Heineken han visto cómo el consenso ha recortado sus estimaciones de beneficio para el ejercicio en curso en tasas superiores al 15%.
Y las esperanzas de una próxima recuperación resultan cada vez más limitadas. "Aunque las tendencias no están empeorando, esperamos que el crecimiento orgánico decepcionante persista en el cuarto trimestre y el primer semestre de 2025, y los equipos de gestión se mostrarán cautelosos, con una recuperación gradual a través de 2025", señalaban los expertos de UBS en un informe reciente, en el que también advertían de presiones en los precios, "especialmente en las bebidas espirituosas en EEUU y partes de Europa".
En este escenario, en el que muchos en la industria ven tan solo una normalización de los consumos pospandémicos, algunas voces empiezan a señalar una serie de factores estructurales que estarían poniendo en cuestión el futuro a largo plazo del negocio. "La evolución negativa de los precios ha reforzado los prejuicios de los inversores de que hay 'algo mal' con el subsector", sostienen en Jefferies. Una situación que lleva al banco de inversión a cuestionarse si la industria del alcohol puede ser "el próximo tabaco".
Mundy hace referencia así a la evolución que han mostrado las acciones de tabaco en los últimos ocho años, en los que han visto caer pronunciadamente las valoraciones a las que los inversores están dispuestos a adquirirlas. Si a inicios de 2017, el índice MSCI World Tobacco se negociaba a más de 20 veces los beneficios estimados a 12 meses, hoy esa cifra se ha reducido a poco más de 12 veces. Aunque el sector acumula en este periodo unos retornos totales cercanos al 40%, impulsados por sus abultados dividendos, estos números representan una brecha en su contra de más de 90 puntos porcentuales frente al mercado general.
"Entre 2010 y 2017, el tabaco se negociaba con un descuento promedio del 16% respecto a las bebidas. Sin embargo, el tabaco luego pasó a un descuento del 60% respecto a las bebidas en el pico de 2020", explica el analista de Jefferies, antes de subrayar que ahora esa brecha se ha reducido a la mínima expresión. "Con la cerveza cotizando a un múltiplo similar al tabaco hoy, esto sugeriría que el mercado está empezando a utilizar una tasa de crecimiento terminal similar para el tabaco frente a la cerveza", advierte.
Amenaza sanitaria
El experto recuerda que la desvalorización del tabaco en bolsa tuvo como detonante un informe de la FDA (la agencia sanitaria de Estados Unidos), en el que se establecían una serie de restricciones regulatorias al tabaco, incluida la reducción de la nicotina permitida en los cigarrillos.
Y, precisamente, ha sido otro informe, el emitido recientemente por el cirujano general de los Estados Unidos, el que ha activado todas las alarmas en torno a los productores de bebidas alcohólicas. En el mismo, este representante de la administración estadounidense instaba a obligar a los productores de bebidas alcohólicas a advertir en sus botellas de que el alcohol provoca cáncer.
"En nuestra opinión, la recomendación añade el riesgo de que la pérdida de valoración de las acciones de bebidas alcohólicas sea más estructural que cíclica, como se ha visto con el tabaco, con el anuncio histórico de la FDA sobre la reducción de la nicotina en el verano de 2017, que provocó la desvalorización del sector", indicaban en JPMorgan tras la publicación del informe.
Jefferies defiende que el alcohol puede esgrimir la existencia de un consumo seguro
Mundy no se muestra tan de acuerdo con que el alcohol vaya a sucumbir al síndrome del tabaco. El analista de Jefferies considera que existen, al menos, tres factores clave que limitan el riesgo de que las bebidas alcohólicas se vean arrastradas por una oleada regulatoria como la que cercó a los grupos tabaqueros. En primer lugar, se refiere al hecho de que, a diferencia del tabaco, existe evidencia científica que respalda la idea de que puede haber un consumo seguro de alcohol, por lo que los esfuerzos no irían tanto a erradicarlo como a evitar unos niveles de consumo nocivos.
También señala que la industria se muestra notablemente comprometida en facilitar esos objetivos de consumo responsable, lo que se reflejaría en una creciente innovación para fomentar el uso de bebidas sin alcohol o de baja graduación.
Por último, Mundy se refiere al peso de la industria de las bebidas alcohólicas en la economía. "Por cada empleo en la cerveza, hay 16 a lo largo de la cadena de valor. Una gran proporción de estos empleos se encuentran en el comercio y la hostelería, lo que no tiene paralelo en el tabaco", advierte Mundy, sugiriendo la dificultad que pueden encontrar los reguladores para plantearse un veto del consumo de alcohol.
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El problema para los fabricantes de alcohol es que este debate surge en medio de un contexto en el que resulta cada vez más obvia la renuncia de una parte creciente de los consumidores a este tipo de productos (al menos en las cantidades que han sido usuales en otras épocas).
Según datos de la OMS, el consumo de alcohol en la Unión Europea ha disminuido en medio litro por persona entre 2010 y 2020. Una evolución a la baja que se tiende a atribuir, en gran medida, a la generación Z, con unos hábitos de consumo mucho más orientados a la búsqueda de un estilo de vida saludable. En un informe publicado el pasado septiembre, los analistas de Deutsche Bank resaltaban que "el consumo total de bebidas alcohólicas y espirituosas se redujo en EEUU entre los jóvenes de 16 a 24 años durante 2022 y 2023, dejándolo por debajo de los niveles de 2019", aunque advertían de que se trata de un fenómeno que no resulta tan obvio fuera del país.
El auge del consumo de cannabis, tras su legalización en distintas regiones, o el boom de los medicamentos GLP-1 para la reducción de peso, también han sido señalados habitualmente como factores que estarían contribuyendo a una menor propensión de los consumidores hacia las bebidas alcohólicas.
Menor consumo en España
En el mercado español la situación no es más favorable para la industria. Los datos de Espirituosos de España, la asociación nacional de bebidas de alta graduación, reflejan un declive del consumo en los últimos años. En 2023, el descenso fue del 6% interanual, hasta los 187 millones de litros, y para 2024 se dan por satisfechos si mantienen esos niveles. A falta de conocer las cifras del ejercicio completo, lo último que se conoce es que hasta agosto acumulaban una nueva caída del 4%, que esperan haber recuperado en la recta final del año.
Frente a las visiones más catastrófistas, desde Barclays hacen una lectura del futuro del alcohol basada en los condicionantes demográficos, que consideran la variable más exacta para determinar la evolución del consumo a largo plazo. Con esta perspectiva, observan que "no hay un cambio estructural alarmante" detrás del retroceso del consumo en EEUU, que atribuyen a cuestiones coyunturales que prevén que se diluirán en los próximos años, con la demografía y la economía jugando a favor de un mayor consumo.
Del mismo modo, ofrecen proyecciones favorables para el consumo en países como Canadá y México, así como otros mercados emergentes, entre los que destacan India, Sudáfrica y Vietnam. En cambio, su visión se vuelve menos esperanzadora al evaluar el futuro de la industria en Europa y China, donde los factores demográficos jugarían especialmente en contra. "Vemos pocas esperanzas de una recuperación en los volúmenes de cerveza o licores durante la próxima década", advierten. Ante esto, lanzaban una advertencia respecto a firmas como Remy Cointreau y Pernod Ricard, por su exposición a China, y Carlsberg, con mucha dependencia de Europa.
La demografía juega en contra de las perspectivas de consumo en Euroopa y China
En cualquier caso, desde Jefferies ponen el foco en que "el consumo de alcohol por persona en los mercados desarrollados, como Europa, ha estado en declive estructural durante más de 60 años y, por lo tanto, este no es un tema nuevo". De hecho, indican, "el crecimiento en el sector nunca ha tenido que ver con beber más alcohol". Al menos, no en los mercados desarrollados.
Al contrario, resaltan, el crecimiento de unos productos del segmento generalmente se logra a costa de otros, "ya sea que la cerveza le quite cuota al vino en Europa o que las bebidas espirituosas le quiten cuota a la cerveza en EEUU".
Además, Mundy pone el foco en la premiumización y la innovación. "La premiumización sigue siendo un viento de cola estructural a largo plazo, ya que los consumidores beben menos pero mejor. La innovación es otro impulsor, con el crecimiento de los productos y sabores con bajo contenido de alcohol o sin alcohol".
El auge del 0,0
Este último punto está cobrando cada vez más relevancia en las estrategias de los grandes grupos del sector, que cuentan con una oferta cada vez más amplia de productos 0,0. Principalmente, se ve en el mundo de la ginebra, mientras que las opciones de ron, whisky, vodka y otros licores son aún escasas. Una de las apuestas más relevantes es la de Pernod Ricard, con sus versiones de Beefeater y Seagrams, o la de Diageo, que ha hecho lo propio con Tanqueray. No obstante, llevan poco tiempo en el mercado y las compañías todavía no han compartido cifras sobre la evolución de sus ventas.
Más maduras están las versiones 0,0% en la industria cervecera. Desde que la alemana Clausthaler tomase la iniciativa en la década de 1970, prácticamente todas las marcas han lanzado sus productos sin alcohol. En España, se alcanzó por primera vez una producción de tres millones de hectolitros en 2023, lo que supuso casi el 8% de toda la cerveza elaborada en nuestro país, según los datos más recientes de la patronal Cerveceros de España.
Desde que Clausthaler tomase la iniciativa en la década de 1970, prácticamente todas las marcas han lanzado sus productos sin alcohol
Los últimos en apuntarse han sido los empresarios del vino. Aunque todavía son pocas las bodegas que apuestan por esta tendencia, ya ha llegado a algunas bodegas de renombre. Por ejemplo, Matarromera ha dedicado parte de sus esfuerzos en convertirse en la primera compañía del mundo en desalcoholizar un vino natural hasta alcanzar un contenido alcohólico de 0 grados, una investigación que comenzó en 2004 y concluyó en 2010.
Maniobras que muestran que la industria del alcohol no se resigna aún a dejarse arrastrar por el síndrome del tabaco. Por mucho que sus valoraciones bursátiles resulten cada vez más semejantes.
"En mis 20 años cubriendo el sector de las bebidas, el grado de inquietud de los inversores sobre el alcohol nunca ha sido más notorio", señala Edward Mundy, analista en el banco de inversión estadounidense Jefferies.