La sicav social que pronosticó una burbuja 'tech' pierde un 55% desde su creación
El último capítulo de Smart Social Sicav ha sido realizar una operación societaria para lograr restablecer su equilibrio financiero, aunque no tendrá consecuencias para sus accionistas
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Smart Social Sicav, la sociedad de inversión nacida íntegramente en las redes sociales, no levanta cabeza y permanece aún a la espera de que se produzca el pinchazo de lo que consideran una burbuja tecnológica en Wall Street. El tiempo pasa y el mercado no da la razón a la tesis de inversión de Antoni Fernández, su gestor, que ya acumula un desplome del 55% desde que se constituyó este vehículo en 2015.
La situación es cada vez más delicada, puesto que este año acumula una caída en torno al 15%, y la sociedad se ha visto obligada a realizar una operación societaria para restablecer su equilibrio financiero tras los números rojos. Así, ha notificado al Registro Mercantil y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que procedió a realizar una reducción del capital social para restablecer el equilibrio entre el capital y el patrimonio de la sociedad, operación que deberá ejecutarse antes del 31 de enero de 2025.
La Junta General de Accionistas acordó realizar una operación contable y redujo el capital social emitido en la cifra de 31.506.990 euros, mediante la amortización de las 5.251.165 acciones que la sociedad mantiene en autocartera, situando la cifra de capital social en circulación en 10.887.084 euros. No obstante, señaló que "esta operación no tendrá ninguna consecuencia para los accionistas, y, por tanto, no se abonará cantidad alguna a los accionistas".
Smart Social Sicav ha tenido un comportamiento errático en los últimos años como consecuencia de su posicionamiento bajista en un Nasdaq que ha ido batiendo cotas históricas con bastante frecuencia y que se encuentra cotizando por encima de los 20.100 puntos, tras repuntar un 34% durante este año y más de un 400% desde 2015. Así, y a cierre de noviembre, mantenía una posición corta en futuros del Nasdaq que representaba un 93% de su cartera, manteniendo el 7% restante en liquidez.
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Los nuevos máximos históricos del Nasdaq han alimentado aún más el debate sobre si hay una burbuja en el Nasdaq tecnológico. Antoni Fernández recalca que son fáciles de detectar, pero que "el gran dilema es que es completamente imposible saber cuándo puede explotar, y solo con el tiempo, una vez que ha explotado, podemos estar seguros de que realmente estábamos en una burbuja", como señala a sus partícipes. Así, sostiene que "en el año 2000, de las 10 principales acciones del Nasdaq, 6 terminaron en quiebra o fueron absorbidas, y las otras 4 tardaron un mínimo de 14 años en recuperar los niveles máximos, con una caída promedio del -80%".
Actualmente, tres cotizadas del Nasdaq superan los 3 billones de dólares de capitalización bursátil, el doble que el PIB de España, el mismo PIB de Francia y casi superando al de Alemania. Así, defiende, para justificar que hay una burbuja, que "en el año 2000 la diferencia entre PIB y capitalización también fue muy importante, pero muy alejada de la exageración actual".
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El desplome de la sicav, que se sitúa en torno al 55% desde su constitución en 2015, no ha hecho a su gestor recular sobre su posicionamiento y su apuesta bajista contra Wall Street. "Creo firmemente que estamos en una burbuja, y me atrevo a decir que puede ser la peor de todas, pero solo el tiempo y la perspectiva nos confirmarán si realmente lo es. Mientras tanto, tendremos que seguir manteniendo nuestras posiciones si realmente creemos en nuestra cartera, y solo al final del ciclo sabremos si el sufrimiento durante el proceso ha merecido la pena", recalca.
Así, y pese a que el tiempo no le ha dado la razón de momento, mantiene su idea de posiciones cortas en futuros del Nasdaq con un objetivo en los 5.000 puntos y un potencial de revalorización superior al 242%.
Smart Social Sicav, la sociedad de inversión nacida íntegramente en las redes sociales, no levanta cabeza y permanece aún a la espera de que se produzca el pinchazo de lo que consideran una burbuja tecnológica en Wall Street. El tiempo pasa y el mercado no da la razón a la tesis de inversión de Antoni Fernández, su gestor, que ya acumula un desplome del 55% desde que se constituyó este vehículo en 2015.