Cazadores de OPV: así se mueven los mercados para llevar nuevas empresas a la bolsa
Gestores del mercado, reguladores y asesores financieros afinan sus estrategias para tratar de convencer a nuevas empresas de las oportunidades sobre el parqué
Atraer nuevas empresas a bolsa se ha convertido desde hace años en el objetivo número uno de quienes conforman el mercado bursátil. Si hasta hace pocos lustros la opción de protagonizar el toque de campana que caracteriza los estrenos en el parqué parecía un reclamo suficiente para casi cualquier empresa medianamente asentada, la parálisis que vienen experimentando las salidas a bolsa en España (y en otros mercados europeos) desde hace varios años representa una dolorosa evidencia de que, por unas u otras razones, los propietarios de empresas son cada vez más reacios a recorrer el camino para convertir sus negocios en parte del mercado de acciones, obligando a los distintos actores del mismo a afinar las estrategias para seducir a nuevos candidatos.
"Antes sí se daba una situación más de sentarse y esperar, porque eran muchas las empresas que, por su propio desarrollo, veían el salto a bolsa como un paso natural y lo demandaban. Pero desde hace más de una década es evidente que hay que moverse para atraer nuevas empresas a bolsa", explica Álvaro Castro, responsable de mercado primario de renta variable en BME, el gestor de la bolsa española.
El mercado bursátil nacional ha sido uno de los que más claramente ha padecido el frenazo de las salidas a bolsa. Aunque este abril Puig protagonizó sobre el parqué nacional uno de los mayores estrenos del año a nivel mundial, su caso representa poco menos que un oasis en un desierto plagado de intentonas frustradas, que, en combinación con el paulatino abandono de otros miembros (en su mayoría adquiridos por el capital privado), ha supuesto en un achicamiento de la bolsa española, que en la última década ha perdido más de un 10% de sus componentes.
En esa tesitura, BME ha ensayado distintas opciones para hacer más accesible el mercado a las empresas. Especialmente a aquellas de tamaño mediano y pequeño, que representan una porción muy mayoritaria del entramado corporativo español. Para esto, el gestor de los mercados españoles (actualmente propiedad del grupo suizo SIX) ha ido construyendo un ecosistema de mercados alternativos —BME Growth, BME Scaleup…—, que se caracterizan por contar con unos requisitos de acceso y cotización menos rigurosos que el mercado principal. El objetivo es que, a medida que contribuyan a apoyar el crecimiento de estos grupos, sirvan de cantera para el mercado principal.
"Desde hace más de una década hay que moverse para atraer nuevas empresas a bolsa"
Los números muestran que estos mercados han sido capaces de captar el interés de un grupo de empresas, con más de 130 miembros actualmente en BME Growth (aunque una gran parte de ellos son socimis sin apenas negociación), pero, como advertía recientemente el presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, sus números aún son "modestos".
Castro, que es también director de supervisión de BME Growth, admite que para dar un impulso a estos mercados, y a la bolsa en general, es necesario hacer un esfuerzo ímprobo de educación financiera, para dar a conocer todo lo que representa el mercado, con sus desafíos, pero también sus oportunidades, para que cada vez más empresarios lo valoren como un trampolín para dar un impulso a sus negocios.
Programas de formación
Con este objetivo, BME puso en marcha hace unos años una iniciativa denominada Entorno Pre Mercado, que se presenta como un programa formativo y de networking para que pymes en expansión conozcan el funcionamiento de los mercados de capitales y accedan a inversores privados e institucionales. El fin de este programa, que ya ha atraído más de una veintena de compañías, es "fomentar entre las empresas, sus responsables y los inversores privados la cultura financiera necesaria para, en su caso, valorar la búsqueda de financiación por medio de los mercados".
La iniciativa sigue los pasos de la que viene desarrollando desde hace años Euronext (el gestor de las bolsas de París, Ámsterdam, Milán, Dublín, Lisboa, Oslo y Bruselas), a través de su programa IPOready (anteriormente conocido como TechShare), que se encuentra actualmente en periodo de recepción de candidaturas para su próxima edición, que será la séptima que se celebre en España.
A lo largo de su trayectoria, más de 900 empresas de toda Europa (algo más de 60 españolas) han participado en un programa que se dirige a compañías que cuenten con los mimbres para plantearse una salida a bolsa en el medio plazo y que pone igualmente el foco en la formación de los empresarios en los principios esenciales del acceso a los mercados y en el networking a escala continental.
Para atraer a pymes, BME ha creado un ecosistema de mercados alternativos
Estos talleres representan solo una de las múltiples vías en que las bolsas tratan de tender puentes con el entramado empresarial para allanar un posible aterrizaje en el mercado, y entre las que también se incluyen acuerdos con asociaciones (BME firmó recientemente una alianza con EsTech), participación en eventos, congresos… "Se trata de difundir el conocimiento de los mercados donde podamos", apunta Castro.
En esa tarea, las bolsas no están solas, pues también son muchas las firmas de asesoramiento financiero que se han marcado un objetivo idéntico. "Estamos constantemente dándole vueltas a cómo originar operaciones",explican Pedro Garnica, co-CEO de Alantra Equities, y Andre Pereira, responsable de ECM de Alantra Equities.
Para ello, un paso esencial es identificar cuáles son esas empresas que podrían optar a operaciones de financiación en el mercado. Aunque algunos nombres, por su tamaño, notoriedad o por haberlo intentado ya en el pasado, pueden parecer objetivos obvios, existe un abanico mucho más extenso de grupos que presentan características, objetivos y necesidades que pueden justificar una mirada al mercado de capitales.
"El cómo identificarlo te surge de mil maneras. Análisis que tú haces, valorar tendencias… a veces simplemente a través de la referencia de un inversor o cliente que te pone tras la pista de una compañía", añaden en Alantra.
A partir de ahí se iniciaría un proceso largo que contempla conocer la compañía, sus necesidades, en qué fase está y si, por ende, puede ser un candidato a una operación corporativa, ya sea de salida a bolsa o en los mercados privados. En caso afirmativo, se inicia una labor más práctica, de preparación, en la que los asesores tratan de ayudar al grupo a mostrarse de la forma más efectiva ante los inversores, envolver la realidad del proyecto en un relato que resulte comprensible y atractivo.
"Por supuesto, no les decimos lo que tienen que hacer con su empresa, pero sí cuál puede ser la mejor manera de presentarlo", observan Garnica y Pereira, que recalcan que todo el proceso representa "un trabajo de siembra, de conocer la compañía, establecer una relación de confianza, hacer propuestas con sentido". No cabe esperar resultados inmediatos.
"Es un trabajo de siembra, de conocer la compañía y establecer una relación de confianza"
De hecho, con frecuencia, resulta muy difícil convencer a un empresario de que la bolsa puede ser una opción interesante para él. Según observa Susana de Antonio, responsable de listing de Euronext en España, uno de los reparos que más frecuentemente suelen mostrar los empresarios a los que se les sugiere la posibilidad de dar el salto al parqué es el relativo a la exposición pública y la transparencia que conlleva pasar a ser una empresa cotizada.
"El empresario medio en España es muy personalista. Se ha hecho a sí mismo y suele ser reacio a que otras personas se sienten en su consejo y opinen sobre la gestión de su negocio", indica Joaquín Poblet, consejero delegado de Link Securities, una firma fuertemente orientada al contacto con pymes españolas (actualmente asesora a Redegal en el proceso de salida al BME Scaleup). "Es difícil convencerle de que en determinados momentos es necesario dar entrada a nuevas voces que ayuden en la gestión. Que se dé cuenta de que la empresa ha dejado de ser su bebé y la tiene que compartir", apunta.
Entre los expertos, en cambio, se resta importancia a la cuestión de la pérdida de control, ya que, precisamente, la bolsa representa un camino ideal para acceder a capital sin la necesidad de ceder el control del negocio. Fórmulas como la de las acciones privilegiadas (con mayores derechos de votos que el resto), empleada por Puig en su salida a bolsa el pasado abril, representan una solución adicional para retener un control reforzado con independencia del capital aportado por los nuevos inversores.
El papel del capital riesgo
Pese a esto, desde su experiencia, Poblet defiende que a menudo en las empresas familiares resulta especialmente difícil dar el paso de dar entrada en el negocio a nuevos inversores. Sin embargo, apunta que cuando llega el momento del relevo generacional, la opción de cotizar puede representar una solución muy interesante para estas compañías. Sin ir más lejos, esta misma semana, el presidente de Puig, Marc Puig, defendió su reciente salto al parqué como una especie de seguro a largo plazo contra problemas futuros que puedan surgir en el seno de la familia propietaria.
"Es una solución muy buena en estos casos. Sobre todo cuando no hay nadie en la familia que quiera hacerse cargo del negocio. En esos casos, contar con acciones hace más fácil el reparto entre los distintos miembros de la familia y da la posibilidad de traspasarlo o mantenerse en el capital", observa Poblet.
En ocasiones, en todo caso, el contacto con los dueños de la empresa resulta algo más sofisticado. El boom que ha experimentado en los últimos años la actividad de los fondos de capital riesgo en España ha supuesto que actualmente haya muchas compañías en manos de estas firmas.
La baja liquidez del mercado es una de las grandes inquietudes de empresarios y fondos
Esta tendencia, habitualmente, ha sido planteada como un problema para los mercados bursátiles, al convertirse en una alternativa muy potente que ha acabado seduciendo a empresas que parecían destinadas a dar el salto al parqué (amén de retirar otras muchas que ya estaban cotizadas). Pero también puede entenderse como una fuente de oportunidades, si se consigue que estos fondos contemplen el parqué como el lugar natural en el que desinvertir una vez concluido su ciclo en una empresa. "Mantenemos contactos con fondos de private equity para que nos contemplen como una opción para llevar a cabo sus desinversiones", confirma Castro.
En estos casos, admite, "obviamente, no se trata de presentarles lo que es la bolsa, porque ya lo conocen". En cambio, "lo que hacemos es estar en contacto con ellos, escuchando qué es lo que necesitan para considerarnos una alternativa".
En estos casos, el responsable de BME explica que muchas de las inquietudes suelen relacionarse con la reducción de la liquidez en el mercado y su concentración en unas pocas compañías, la ausencia de una comunidad de inversores especializados en determinados sectores o las bajas valoraciones del mercado, cuestiones ante las que el gestor de la bolsa tiene que exponer su argumentario.
Con todo, en el sector se admite la existencia de una larga serie de problemas que lastran el atractivo de la salida a bolsa, que parten principalmente de la falta de liquidez y el desinterés de los inversores hacia el mercado español.
En la comparecencia en el Congreso citada anteriormente, el presidente de la CNMV identificaba tres puntos esenciales para dinamizar la bolsa nacional: incentivos fiscales a la inversión en determinados instrumentos financieros; un marco favorable para la inversión en fondos y planes de pensiones; y la necesidad de potenciar la educación financiera. "Lo que falta en Europa es inversión financiera personal, fondos, fondos de pensiones y grandes vehículos que canalicen el ahorro de los ciudadanos europeos. Esa es la gran diferencia con EEUU", resaltaba Buenaventura.
Castro también apunta a la necesidad de explorar la vía de los incentivos fiscales y recalca la necesidad de romper el círculo vicioso que resta liquidez al mercado, reduce el interés de los inversores y hace más difícil el acceso al parqué en condiciones atractivas, lo que agrava la situación. Una situación para la que, precisamente, considera necesario atraer nuevas empresas al parqué.
"La mejor manera de romper este círculo es poner buenas empresas en el escaparate, que atraigan inversores, porque eso va a suponer un aumento de la liquidez, y con ello mejores valoraciones y más empresas interesadas en salir a cotizar", comenta.
"Las bolsas no han perdido glamour. Mucho empresario sueña con tocar la campana"
Las últimas experiencias, con la renuncia de varias de las empresas que habían puesto en marcha los trámites para saltar al parqué, muestran que la tarea no será nada sencilla. Aunque hay razones para mantener cierta esperanza.
En su opinión, el único factor que estaría evitando que más operaciones se concreten es la brecha existente entre las valoraciones que pretenden alcanzar los vendedores y lo que están dispuestos a pagar los inversores. Salvar ese gap es un ejercicio que corresponde a todos: "El empresario debe entender que no puede forzar las valoraciones al máximo y el inversor que no puede entrar a precios de derribo. Hay que buscar un equilibrio en el que todos salgan beneficiados", apuntan en esta Alantra.
Resuelto ese desequilibrio y a pesar de la multitud de dificultades que rodean el proceso, nada impediría un resurgir de las salidas a bolsa, porque "si una compañía tiene una buena historia, interesante y una valoración también interesante no va a tener problemas para salir a bolsa", aseveran Garnica y Pereira.
Atraer nuevas empresas a bolsa se ha convertido desde hace años en el objetivo número uno de quienes conforman el mercado bursátil. Si hasta hace pocos lustros la opción de protagonizar el toque de campana que caracteriza los estrenos en el parqué parecía un reclamo suficiente para casi cualquier empresa medianamente asentada, la parálisis que vienen experimentando las salidas a bolsa en España (y en otros mercados europeos) desde hace varios años representa una dolorosa evidencia de que, por unas u otras razones, los propietarios de empresas son cada vez más reacios a recorrer el camino para convertir sus negocios en parte del mercado de acciones, obligando a los distintos actores del mismo a afinar las estrategias para seducir a nuevos candidatos.