Lujo, automóviles, consumo: todo lo que China está haciendo tambalearse en Europa
Aunque las bolsas mantienen un tono general positivo, la debilidad de la economía china empieza a hacerse notar con fuerza en algunos segmentos del mercado
Los temores en torno a una posible recesión económica en Estados Unidos y las incertidumbres sobre el futuro de los tipos de interés vienen marcando desde hace meses los movimientos de los mercados financieros internacionales, que apenas dan señales de interés por cualquier otro asunto.
Incluso, los problemas que envuelven desde hace varios trimestres a la economía china, en otro tiempo el gran motor del crecimiento global, han quedado por momentos aparcados en un segundo plano, sin alterar el relato imperante en un mercado que ha sido capaz de sostener una tónica general positiva. Sin embargo, en las últimas jornadas han sido patentes ciertas turbulencias en los mercados europeos que han tenido en la situación de China su epicentro.
De hecho, una de las grandes excepciones al buen tono general lo refleja la propia bolsa de China. Esta misma semana, el índice chino CSI 300 se situó en sus niveles más bajos desde 2019, tras perder un 14,4% en apenas cuatro meses. Desde sus máximos pospandémicos, registrados en 2021, el derrumbe ronda el 45%.
Aun así, los mercados financieros occidentales, en otra época extremadamente sensibles a cualquier señal de debilidad que proviniera de China, han sido esta vez capaces de extender su carrera hacia máximos, ajenos a las tribulaciones del gigante asiático.
"China ya no es lo que era. Ni económica ni financieramente", asevera Marian Fernández, responsable de macro de Andbank España. "No es que China sea poco importante, de hecho ocupa la segunda posición en términos de PIB a nivel mundial, empatada con la Zona Euro. Pero sí que razones idiosincráticas, de menor confianza en la efectividad de las políticas gubernamentales o en el dinamismo de su economía, o la cuestionable intervención en empresas o en los mercados financieros, han llevado a importantes salidas de flujos del inversor extranjero. Así, el peso en carteras globales se ha recortado drásticamente", explica la experta.
Lo cierto es que, tras protagonizar una estrategia contra el covid mucho más larga y severa que la mayoría de los países occidentales, la de China se ha convertido en una historia continuada de promesas incumplidas. Las esperanzas de una rápida recuperación de su economía se han visto frustradas ante el impacto de una profunda crisis inmobiliaria (con la caída de Evergrande como máximo exponente) y la debilidad del consumo interno.
La 'quimera' del 5%
La confianza en un plan de apoyo por parte del Gobierno capaz de revitalizar el crecimiento económico se ha ido diluyendo en medio de una serie de medidas inconexas y de bajo calibre, que no han arrojado los resultados esperados. "En el corto plazo, el país se enfrenta a retos locales y exteriores, con tensiones comerciales y aranceles al alza y a la dificultad de la transición desde un modelo de negocio muy basado en el inmobiliario hasta otro más innovador (vehículos eléctricos, energías renovables, semis, biotecnología…)", observa Fernández.
Así, en las últimas semanas, la sucesión de datos negativos sobre la evolución del país parecen haber convencido a expertos e inversores de que el objetivo del Gobierno de Xi Jinping de un crecimiento del PIB del 5 % es poco menos que una quimera. Una situación que si bien no ha sido suficiente para truncar el buen tono general sí ha empezado a filtrarse de forma significativa en determinados nichos del mercado cuyas perspectivas se han visto ensombrecidas por la persistente tormenta china.
Uno de los más directamente afectados es, indudablemente, el mercado de materias primas. El índice Bloomberg Commodity Index se mueve actualmente también en torno a sus niveles más bajos desde 2021.
El índice Bloomberg de materias primas se mueve en mínimos desde 2021
Si durante los últimos lustros, la expansión de la economía china ha sido un factor clave de demanda de todo tipo de recursos básicos, su atonía reciente se ha hecho notar con fuerza en la evolución de productos como el petróleo, que esta semana ha tocado en el mercado sus niveles más bajos en tres años.
Los precios de metales como el cobre o el mineral de hierro también se han visto lastrados con fuerza en los últimos meses, en movimientos difícilmente explicables, salvo por el deterioro de la demanda china. No en vano, el grupo China Baowu Steel Group Corp, la mayor acerera del mundo, advirtió recientemente de un "duro invierno" en la industria que podría dar lugar a una crisis peor que las vividas en 2008 y 2015.
Pese a esto, algunas firmas confían en que el proceso de transición energética en el que se ha embarcado China pueda acabar generando una necesidad de recursos básicos capaz de devolver un impulso positivo al mercado.
Por su parte, bajo la imagen general, las bolsas encierran cada vez más evidencias del impacto que los problemas de China están teniendo en diferentes empresas y sectores. "El debilitamiento económico en China supone un lastre para las compañías con mayor exposición por ventas en el país en Europa o EEUU", apunta Patricia García, socia directora en MacroYield y directora del máster en finanzas en ESIC Business & Marketing School, quien recuerda que estas empresas también se ven penalizadas por la sucesión de batallas comerciales en que se está viendo inmerso el país asiático y un creciente desapego de los consumidores del país hacia los productos occidentales.
En estas condiciones, un buen número de empresas europeas y estadounidenses han optado en los últimos tiempos por reducir su exposición al mercado chino. De este modo, en el EuroStoxx, el porcentaje de ventas procedentes de China se sitúa actualmente en torno al 6,2%, frente al 8,8% de hace un año. "Esta tendencia a la baja tiene un impacto especialmente negativo en las estimaciones de crecimiento de beneficios, pues los analistas venían fijándose en el potencial de crecimiento de estas compañías en un mercado que venía dando hasta hace muy poco grandes alegrías", observa García.
Por su parte, en EEUU la exposición es algo mayor, ligeramente por encima del 7 %, debido en buena medida al sector tecnológico, que registra en China un 15 % de sus ventas a pesar de las crecientes trabas comerciales –tanto desde EEUU como en la propia China– que está enfrentando en los últimos años.
El pinchazo del lujo
Lógicamente, una de las industrias más afectadas es la de recursos básicos, golpeada precisamente por esa menor demanda y la caída de los precios, lo que la convierte en la peor del año en el índice paneuropeo Stoxx 600.
Otro de los sectores que más muestras de preocupación ha dado por la situación de China es el del lujo. Hasta hace poco considerado uno de los grandes baluartes de las bolsas europeas, con compañías como LVMH al frente, la industria ha visto frenadas sus expectativas de crecimiento ante la atonía del consumo de los clientes chinos, una pata fundamental de su negocio (hace unos años, la consultora Bain & Co pronosticaba que en 2025 casi la mitad de todas las compras de lujo provendría de consumidores chinos).
Un índice de empresas europeas especializadas en bienes de lujo, elaborado por Goldman Sachs, acumula caídas en torno al 22 % en los últimos seis meses, el equivalente a una pérdida de 250.000 millones de euros, en el que han representado un papel clave compañías como LVMH (Louis Vuitton, Tiffany, Dior…) o Kering (Gucci), que acumulan pérdidas en torno al 30 y al 45 %, respectivamente, desde sus máximos anuales, tras ver fuertemente cercenadas sus estimaciones de beneficio para los próximos ejercicios.
Los gigantes europeos del lujo han liquidado 250.000 millones de valor en seis meses
Del mismo modo, la tormenta china también se ha hecho notar recientemente en el sector del automóvil, que ha vivido unas últimas jornadas de tensión, ante el desplome de BMW. Aunque el fabricante alemán se ha visto afectado por un problema en un sistema de frenado que le obligará a revisar 1,5 millones de vehículos, la compañía acompañó su anuncio de una advertencia sobre la debilidad de sus ventas en el mercado chino.
"El profit warning anunciado por BMW recientemente es un exponente de los problemas que ya se están reflejando en algunas compañías y, como decimos, esto tiene impacto, además, en las estimaciones de beneficios futuros, con China siendo uno de los mercados con mayor potencial de crecimiento y sobre el que pesan amenazas en distintos frentes", observa Patricia García.
El sector, que se mueve en zona de mínimos anuales, tras las recientes caídas, se ve afectado por la situación en China de muy diversos modos. En su caso, además de los efectos de la ralentización económica, se está produciendo una pérdida de cuota frente a los rivales locales (que parten con una ventaja de precio que resulta más apreciada en un momento de dificultad económica), que, además, están llevando ahora su amenaza al propio mercado europeo.
Grandes compañías de consumo, como el gigante alimentario Nestlé o el distribuidor de bebidas espirituosas Pernod Ricard, también han visto lastradas sus cifras de negocio más recientes por el frenazo de sus ventas en China.
En el caso de España, son pocas las empresas con una presencia relevante en este mercado y, en los casos más significativos, como pudiera ser el de Grifols, su modelo de negocio se encuentra aparentemente menos expuesto a los ciclos de la economía del gigante asiático.
Más cíclico, en cambio, resulta el negocio de Inditex, que tenía, a cierre de su ejercicio 2023 (que abarca hasta el 31 de enero de 2024), 192 tiendas en la China continental, lo que la convierte en el octavo mercado con mayor número de locales del grupo. Aunque firmas como JPMorgan resaltaban en un informe reciente que se trata de un mercado con un impacto limitado sobre el total de las ventas, parece obvio que su freno se sitúa entre los factores más obvios que explican la ralentización del crecimiento del grupo textil español. De hecho, en sus cuentas semestrales, presentadas esta misma semana, Inditex reconoce que el porcentaje de sus ventas en Asia y resto del mundo ha decrecido hasta el 16,6 % del total, frente al 18,4 % que representaban hace un año (antes de la pandemia llegó a representar hasta el 24 %).
Parece claro, en todo caso, que, en líneas generales, los mercados están siendo capaces de lidiar con notable entereza con la debilidad de China y, como indica Marian Fernández, son cuestiones, como la situación económica de EEUU o las perspectivas de la inteligencia artificial, las que vienen determinando el mayor o menor apetito inversor por las bolsas. Pero con el peso aún notable que tiene China en tantos rincones del mercado, no puede descartarse que, si se confirman los peores pronósticos, vuelva a ocupar una posición central en el relato de los mercados.
"Si el riesgo chino puede ser manejable por los mercados, dependerá en buena medida de la dureza del debilitamiento económico y del potencial recrudecimiento de las guerras comerciales, pero, por el momento, supone más un riesgo y un lastre, que un catalizador del inicio de un mercado bajista", sentencia García.
Los temores en torno a una posible recesión económica en Estados Unidos y las incertidumbres sobre el futuro de los tipos de interés vienen marcando desde hace meses los movimientos de los mercados financieros internacionales, que apenas dan señales de interés por cualquier otro asunto.
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