Los mercados apelan al rescate de la Fed tras un pinchazo de siete billones de dólares
El temor a que el hundimiento de los mercados agrave los problemas de la economía aviva el debate sobre cuándo y con qué intensidad debe actuar el banco central estadounidense
Los ecos de crisis pasadas se hicieron escuchar este lunes en los mercados financieros internacionales. El descalabro registrado por la bolsa de Japón –el mayor en 37 años–, seguido también de intensas caídas (aunque de menor magnitud) en Europa y Estados Unidos ha disparado la tensión entre los inversores, que por momentos han temido estar asistiendo a las primeras etapas de un colapso de calado.
Con los temores sobre la salud de la economía estadounidense (y, más extensamente, la economía global) como trasfondo de un declive que ya venía tomando forma desde la semana anterior, los inversores han ido sumando argumentos para desconfiar de un mercado que había mostrado en los meses anteriores una sorprendente capacidad para esquivar las incertidumbres y estirar una escalada irrefrenable. Tanto, que los avisos de burbuja han sido la música de fondo que ha acompañado cada nuevo récord de las principales bolsas en los últimos tiempos, sin que los inversores le prestaran mucha atención.
Pero han bastado una serie de datos débiles en la principal economía del mundo (en especial, las cifras de empleo publicadas el viernes) y una temporada de resultados poco alentadora (que no mala) para que los inversores repararan en que, quizás, estaban asumiendo un futuro excesivamente brillante. Ni evitar la recesión será tan sencillo ni la IA parece que vaya a convertirse a corto plazo en un multiplicador de los beneficios empresariales.
Son esas circunstancias (aderezadas con cambios en los flujos monetarios, a causa de la subida del yen) las que han conducido a un pinchazo que ya ha fulminado cerca de siete billones de dólares (6,4 billones de euros) de capitalización de las bolsas mundiales en apenas tres sesiones.
Un descalabro que muchas voces temen que pueda ir a más y acabe agravando las propias heridas de la economía es una espirar destructiva similar a la que aconteció en la crisis de 2008. "Nuestra mayor preocupación es que la liquidación del mercado se convierta en una profecía autocumplida que haga que los directores ejecutivos de las empresas reduzcan las inversiones y que los consumidores reduzcan el gasto, lo que conduciría a más recortes y a una recesión", señalaban este lunes los analistas de DBRS Morningstar.
Entre los expertos existe un cierto consenso en que las reacciones del mercado parecen exageradas, a la luz de los datos conocidos. Y se muestran convencidos de que, a un ritmo menor, la economía estadounidense continúa expandiéndose. "Nuestra mejor estimación es que el mercado de valores se recuperará, ya que la economía se mantendrá mejor de lo que se temía y los inversores redescubrirán su entusiasmo por la IA", señala en un informe John Higgins, economista jefe de mercados de Capital Economics.
Sin referencias
El problema es que sin referencias económicas de calado en las próximas semanas, ni reuniones previstas de los bancos centrales, el miedo de los inversores parece tener vía libre para extenderse y retroalimentarse, intensificando el pinchazo del mercado.
Es por eso que muchas voces en el mercado vuelven a mirar hacia los bancos centrales internacionales y, más concretamente, hacia la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) como el rescatador necesario para devolver la confianza a los inversores. El conocido como ‘put’ de la Fed (la confianza en que el banco central actuará para evitar el hundimiento del mercado) vuelve a estar sobre la mesa.
"Creemos que el ‘put’ de la Fed es necesario para calmar el mercado y cambiar la narrativa", señalaban este lunes los expertos de Bank of America, que recordaban que en anteriores episodios de tensión, como el taper tantrum de 2013, el banco central salió al rescate del mercado tras caídas de apenas el 6%.
Tras su reunión de la semana pasada, el banco central estadounidense pareció convencer al mercado de que, en septiembre, se producirá el primer recorte de los tipos de interés desde 2018. Una expectativa que no ha sido suficiente para aplacar los temores, una vez que en el mercado se ha extendido la idea de que la Fed se ha quedado por detrás de la curva (grosso modo, no está siendo capaz de anticiparse a la evolución de la economía) y corre el riesgo de llegar demasiado tarde para evitar el colapso de la economía estadounidense.
De hecho, esa idea ha llevado a que el mercado ya dé por cierto que el recorte de tipos que se anunciará en la próxima reunión, prevista para los días 17 y 18 de septiembre, será de 50 puntos básicos (frente al más habitual movimiento de 25 puntos). Y firmas como JP Morgan apuestan por otro recorte de la misma magnitud en octubre.
No puede perderse de vista que, con los tipos de interés en máximos de los últimos 23 años, "la Fed tiene mucha flexibilidad para apoyar la economía y los mercados", tal y como apuntaba este lunes el director de inversiones de UBS Wealth Management, Mark Haefele.
El mercado da una probabilidad del 15% a un recorte de tipos extraordinario
Así, incluso existen voces que consideran necesario que el banco central se mueva antes de lo previsto y anuncie un recorte del precio del dinero de forma extraordinaria, sin esperar a septiembre. Según Bloomberg, las apuestas de los operadores ya conceden una probabilidad del 15% a este escenario.
Sin embargo, algunas voces advierten de que un paso de este tipo podría resultar contraproducente, ya que estaría enviando al mercado una preocupante señal de urgencia. Al fin y al cabo, los recortes de tipos entre reuniones son una herramienta reservada para momentos de emergencia, como los que rodearon la crisis de 2008 o, la última vez que fue empleada, el estallido de la pandemia en 2020.
Los analistas señalan a Jackson Hole como el escenario ideal para que la Fed enseñe al mercado sus cartas y desvele sus planes
Teniendo en cuenta esto, los analistas señalan a Jackson Hole como el escenario ideal para que la Fed enseñe al mercado sus cartas y desvele sus planes sobre cómo podría actuar para poner coto a las tensiones financieras. La relevante cita de banqueros centrales internacionales, que tendrá lugar entre el 22 y el 24 de agosto, suele representar un momento muy apreciado por estos para hacer anuncios relevantes al mercado y probablemente el presidente de la Fed, Jerome Powell, no deje pasar la ocasión.
Pero hasta entonces restan prácticamente tres semanas. Un periodo que puede hacerse demasiado largo si los mercados se dejan llevar por la ola de pánico que este lunes ha azotado con fuerza los parqués mundiales.
Los ecos de crisis pasadas se hicieron escuchar este lunes en los mercados financieros internacionales. El descalabro registrado por la bolsa de Japón –el mayor en 37 años–, seguido también de intensas caídas (aunque de menor magnitud) en Europa y Estados Unidos ha disparado la tensión entre los inversores, que por momentos han temido estar asistiendo a las primeras etapas de un colapso de calado.