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La debilidad del euro frente al dólar agrava la crisis energética y agudiza el alza de precios
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El euro se cambia a 1,15 dólares

La debilidad del euro frente al dólar agrava la crisis energética y agudiza el alza de precios

La depreciación del euro contra su homólogo estadounidense supone un lastre añadido para soportar los costes de los combustibles fósiles en España e intensifica la inflación

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el presidente de la Fed, Jerome Powell. (Reuters/Mike Theiler)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el presidente de la Fed, Jerome Powell. (Reuters/Mike Theiler)

La crisis energética que vive España por los elevados precios de suministros básicos como la electricidad, el gas y los carburantes se intensifica con la pérdida de valor del euro frente al dólar.

El petróleo, del que España es dependiente al 100%, se compra en los mercados internacionales en dólares, divisa de referencia para los productores de crudo, por lo que la debilidad de la moneda comunitaria con respecto a su homóloga estadounidense supone un impacto añadido para soportar los precios récord de la energía.

El diferente valor de la divisa es uno de los factores que explican que ahora la gasolina 95 y el gasóleo A estén en niveles de hace siete años, cuando el petróleo era un 35% más caro (113 dólares por barril, frente a los 83 dólares actuales). Entonces se compraban los barriles de Brent con un euro que valía casi 1,40 dólares y ahora se adquiere ese Brent con el euro en 1,15 dólares. Si se denomina en euros, en 2014 el barril de crudo Brent costaba alrededor de 80 euros y ahora el precio es de 70 euros. Una diferencia muy inferior (sobre el 13%) a la que se hubiera producido sin tener en cuenta el cambio de divisas.

Esta situación, lejos de mejorar, tiende a agravarse, en vista de las diferencias en la política monetaria aplicada por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, según difundieron la pasada semana. Mientras la institución dirigida por Jerome Powell ya ha emprendido la retirada de estímulos pospandemia en EEUU, Christine Lagarde se lo está tomando con más cautela y considera que aún hay margen para apoyar la economía sin recurrir al 'tapering'.

Foto: Edificio de la Reserva Federal de EEUU (EFE)

En suma, el euro se ha depreciado en torno a un 5% en los últimos meses y ya se cambia en el entorno de los 1,15 dólares. Lejos quedan los 1,40 dólares que rozaba la divisa europea antes de 2015. Esta fortaleza ayudaba entonces a tener mayor poder adquisitivo para comprar un petróleo por encima de los 110 dólares por barril. Y la situación no parece que vaya a mejorar: los vaticinios de muchos economistas son que el euro siga perdiendo valor frente al dólar en los próximos meses. Incluso algunos expertos atisban la paridad, lo que obligaría a los europeos a gastar aún más para cubrir su factura energética.

No obstante, la política monetaria europea tiene como objetivo mantener la inflación próxima al 2%, pero por debajo de esta cifra, por lo que si el coste de la vida sigue creciendo, podría tener que mover ficha. Por ahora, Lagarde considera la inflación un elemento puntual derivado de la reactivación tras la pandemia que volverá a niveles precovid en un breve espacio de tiempo.

Foto: Foto: EFE.

El euro débil frente al dólar, que tiene otras bondades como la mayor competitividad a la hora de exportar otros productos, está siendo especialmente nocivo en un contexto de crisis energética. Aunque el mercado del gas no es tan homogéneo como el del petróleo, la debilidad del euro también es un factor añadido al coste del gas natural. Eso hace que, además de encarecerse este combustible fósil, cuyo precio está en récord tras elevarse cinco veces por encima de su precio habitual (llegó a 100 euros por MWh, cuando habitualmente está en 20 euros por MWh), se esté trasladando la subida de precios a la electricidad, ya que el mercado marginalista hace que el coste del gas sea quien acaba marcando precio.

En suma, la debilidad del euro frente al dólar, que aún podría ser mayor si continúa la actual política monetaria sin cambios, será un factor añadido de castigo para la economía española, ya que la factura de combustibles y electricidad se encarecerá aún más por el factor divisas. Todo ello está provocando una subida generalizada de precios (alimentos, materias primas, etc.) que ya es la principal amenaza para la recuperación tras la pandemia. No en vano, el último dato de octubre del IPC es del 5,5%, lo que además obligará a las arcas públicas a un esfuerzo adicional para revalorizar las pensiones y los salarios públicos. Las empresas también afrontan un coste añadido de salarios porque muchos convenios están vinculados a la inflación.

La subida repentina de la inflación, motivada fundamentalmente por el coste de la energía, ya ha hecho que muchas previsiones de crecimiento se hayan corregido a la baja y estén sustancialmente por debajo de lo que estima el Gobierno, que se resiste a reajustar sus cálculos.

La crisis energética que vive España por los elevados precios de suministros básicos como la electricidad, el gas y los carburantes se intensifica con la pérdida de valor del euro frente al dólar.

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