Viñes (CNMV): "La inversión ESG es hoy casi la mitad del mercado de activos en Europa"
La adquisición de deuda verde implica que los países o las empresas invertirán ese dinero en proyectos sostenibles
En la última década, el sector financiero y económico ha sufrido tres grandes sacudidas. La primera de ellas tuvo su punto de inflexión durante la Gran Recesión, cuando una crisis en las antiguas cajas de ahorros de España, que acabó contagiando al resto de sectores, puso en el punto de mira las relaciones entre las cajas y los gobiernos nacionales y regionales. La crisis financiera también avivó el debate público sobre la calidad y fortaleza de los criterios de gobernanza.
La segunda gran sacudida coincidió con la firma de los Acuerdos de París en 2015 y la necesidad de tomarse en serio los riesgos del cambio climático. Unos objetivos —los de limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados centígrados y reducir en un 55% las emisiones de gases contaminantes entre 1990 y 2030— alineados con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) formulados por la ONU unos meses antes.
El tercer punto de inflexión es la actual crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, la cual ha puesto de manifiesto la obligación de apostar por modelos económicos más sostenibles e inclusivos.
Estas son algunas de las conclusiones más destacadas del encuentro digital ‘Criterios de inversión sostenible’, organizado por El Confidencial. En esta ocasión, el debate contó con la participación de Helena Viñes, consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y 'rapporteur' de la Plataforma Europea sobre Finanzas Sostenibles; y Tomás Pintó, director de Renta Variable Internacional de Bestinver.
“La inversión ESG [ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés, o ASG en español] no es una moda pasajera y está aquí para quedarse. De hecho, hoy por hoy, la inversión sostenible representa casi la mitad de mercados de activos en Europa”, explicó Helena Viñes. Desde Bestinver, Tomás Pintó, añadió que “los criterios de gobernanza no son nuevos”, y se llevan teniendo en cuenta en el mercado desde hace bastantes años, al igual que los criterios sociales y el impacto que puedan tener determinadas inversiones en las comunidades.
Rebelión de los inversores
En el nuevo clima político y económico pospandemia, un número creciente de inversores, incitados por las generaciones más jóvenes y los llamados fondos activistas, reclama mayor sensibilidad en cuestiones climáticas, sociales y de igualdad. Ya no se trata solo de obtener beneficios, sino de alinear sus finanzas con criterios objetivos para un desarrollo más sostenible. En este sentido, la rebelión de accionistas o de fondos activistas contra las juntas directivas que no tengan en cuenta planes de inversión con criterios ESG será cada vez más habitual en el sector financiero y económico.
La rebelión de accionistas contra las juntas directivas que no tengan en cuenta inversiones verdes será cada vez más habitual
“La Unión Europea ha cuantificado en 270.000 millones de euros al año esta transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables hasta 2030. Aunque puede que esta cifra se quede pequeña”, dijo Viñes. “En circunstancias normales, un plan económico de 750.000 millones de euros como el paquete Next Generation EU no sería posible. Ahora, este plan keynesiano está basado en el principio 'build back better' [reconstruir para hacerlo mejor] y en cumplir con los dos principales objetivos del Pacto Verde promovido por la actual Comisión Europea: la sostenibilidad y la digitalización. Europa es líder en sostenibilidad, pero no en digitalización”, añadió la consejera de la CNMV.
Para financiar el paquete Next Generation EU y la descarbonización de los distintos sectores de la economía, ambos expertos destacaron la importancia de contar con instrumentos financieros que promuevan criterios ESG. Pintó puso como ejemplo los bonos a 30 años vendidos la semana pasada por Alemania: “En esta emisión de deuda soberana, una era verde y otra no lo era. La emisión de bonos verdes contaba con un diferencial de varios puntos básicos por debajo del bono convencional, y en unos bonos tan caros como los de Alemania (y a 30 años), es una gran diferencia. Además, la adquisición de esos bonos verdes implica que el país invierta ese dinero en proyectos sostenibles”.
Deuda soberana verde
Otros países de la zona euro, como España o Italia, han anunciado su intención de emitir deuda soberana verde. El Tesoro español prevé colocar este tipo de bonos en algún momento en la segunda mitad del año, mientras que ya es habitual que empresas españolas realicen este tipo de colocaciones de deuda privada para financiar proyectos en energías renovables o con impactos positivos en el medio ambiente. “Es un instrumento muy importante para cualquier empresa, porque reduces el coste del capital y los flujos de caja”, explicó el analista de Bestinver.
En este apartado, Viñes destacó que una buena parte de los bonos para financiar los fondos Next Generation EU, se espera que sean verdes. De los 750.000 millones de euros que la eurozona prevé inyectar a los países del bloque, la mitad será a fondo perdido y la otra mitad, en créditos avalados por la UE. “El mercado del bono verde contará con un certificado, y el 37% de la emisión de bonos de los fondos Next Generation UE estará alineado con la taxonomía sostenible”, destacó la consejera de la CNMV.
Además del nuevo Reglamento sobre Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR, por sus siglas en inglés), que obliga a las gestoras a clasificar los productos que venden en el mercado europeo según diferentes artículos y que se empezó a aplicar en marzo de este año, la Comisión Europea trabaja en la taxonomía verde. “La nueva reglamentación de la UE es el principio del fin del sector financiero tal y como lo conocemos, porque todas las instituciones financieras van a tener que integrar la digitalización y la sostenibilidad en sus inversiones”, explicó Viñes. Esta nueva normativa ayudará a clarificar qué actividades económicas se consideran sostenibles según determinados criterios y ayudará a los inversores a identificar los productos financieros que promueven una economía verde.
El Nutriscore de las finanzas
“La taxonomía es un diccionario que define qué inversiones son sostenibles. El objetivo es identificar dónde se tienen que colocar los activos para llegar a esa neutralidad en emisiones, y todas las tecnologías y servicios que pueden ayudar a alcanzar el modelo económico que necesitamos en 2050. Si comercializas un fondo, tienes que decir qué parte corresponde a la taxonomía verde”, explicó la consejera de la CNMV.
Viñes comparó el sistema para medir la sostenibilidad de las empresas y de las inversiones con el Nutriscore para productos envasados en los supermercados y el sector de la alimentación. “Un yogur tiene que especificar cuánta grasa tiene, y luego las autoridades definen si ese porcentaje es alto o bajo según diferentes criterios. Así funcionará la taxonomía verde con la sostenibilidad”, aclaró.
El director de Renta Variable Internacional de Bestinver dijo que la “taxonomía verde es un buen punto de partida para poner un poco de sentido común en las inversiones ESG, pero el problema es el exceso de información”. Además, Pintó destacó la amalgama de nomenclaturas que forman las iniciales ESG, o ASG en español, para subrayar la importancia de tener en cuenta cada una de las distintas variables.
“En cuanto a democratización [de gobierno], China no está al mismo nivel que Europa o Estados Unidos, pero en medioambiente van en muy buena dirección. No van a ser líderes en motores de combustión, pero pueden ser líderes en coches eléctricos, porque están invirtiendo mucho”, destacó Pintó, quien aconsejó medir las inversiones también en el tiempo y tener en cuenta el corto, medio y largo plazo. “Los perdedores de hoy pueden ser los ganadores de mañana”, ultimó Pintó.
En la última década, el sector financiero y económico ha sufrido tres grandes sacudidas. La primera de ellas tuvo su punto de inflexión durante la Gran Recesión, cuando una crisis en las antiguas cajas de ahorros de España, que acabó contagiando al resto de sectores, puso en el punto de mira las relaciones entre las cajas y los gobiernos nacionales y regionales. La crisis financiera también avivó el debate público sobre la calidad y fortaleza de los criterios de gobernanza.