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"Las empresas con alta huella de carbono van a tener muy difícil acceder al capital"
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ENTREVISTA A HELENA VIÑES

"Las empresas con alta huella de carbono van a tener muy difícil acceder al capital"

La directora adjunta de Sostenibilidad de BNP Paribas también es miembro del Grupo de Expertos Técnicos sobre Finanzas Sostenibles de la UE. Ahora, da el salto a la CNMV

Foto: Foto: BNP Paribas
Foto: BNP Paribas

Helena Viñes dará el salto en unas semanas al consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Lo hará tras dedicar casi toda su carrera al impulso del ESG: es decir, la importancia de tener en cuenta parámetros medioambientales, sociales y de buena gobernanza a la hora de tomar decisiones financieras. Como directora adjunta de Sostenibilidad de la francesa BNP Paribas Asset Management, Viñes también es miembro del Grupo de Expertos Técnicos sobre Finanzas Sostenibles.

El Grupo de Expertos asesora a la Comisión Europea en la elaboración de una batería de medidas regulatorias para impulsar, desde la economía, el avance de la Unión Europea hacia sus objetivos medioambientales. Esta nueva reglamentación se enfoca, sobre todo, en la divulgación de información ESG (tanto por parte de empresas como en productos de inversión) y en el entendimiento y etiquetado de lo que es sostenible (la llamada taxonomía). Tras años de trabajo, el bloque ya empieza a ver aplicados algunos de estos reglamentos, aunque aún quedan muchos flecos abiertos.

P. ¿Qué valoración hace de la diferencia que está habiendo en algunos de los tiempos de los desarrollos regulatorios? Por ejemplo, ha habido muchas quejas sobre que haya entrado en vigor una parte (el nivel 1) de la nueva legislación sobre la información de sostenibilidad que tienen que dar los productos financieros, cuando la otra parte de los actos delegados (el nivel 2) sigue en el aire…

R. Es normal que haya este problema si tenemos en cuenta que cada reglamento ha sido debatido en el Parlamento, el Consejo Europeo y en la Comisión Europea, en un proceso en el que algunos tiempos se han alargado más que otros. Es decir, estas diferencias en los tiempos responden más al proceso político, de negociaciones y de debate técnico que hay detrás, que a un calendario prefijado sobre la secuencia lógica para las distintas entradas en vigor. Ahora la pregunta es: ¿qué debe hacer la Comisión Europea para revisar el calendario?

Ahora la pregunta es: ¿qué debe hacer la Comisión Europea para revisar el calendario?

El principal obstáculo en esta cuestión es que aquellos reglamentos que ya han sido aprobados en nivel 1 (es decir, aprobados por el Parlamento, Consejo Europeo y la Comisión Europea), si ahora con la revisión quisiéramos poner otra fecha para su entrada en vigor, necesitaríamos volver a pasarlos por todos estos organismos otra vez. Para evitar esto, el debate ahora es hasta qué punto la parte del nivel 2 podría incluir una cláusula para retrasar la entrada en vigor de algunos reglamentos o hacer que el primer año fuese un periodo de transición. Hay que dar tiempo a las empresas para que se adapten.

Foto: (iStock)

P. ¿Hay riesgo de que se formen desigualdades entre pequeñas empresas y grandes empresas respecto a su capacidad para publicar información ESG?

R. Creo que estas preocupaciones son una exageración. Sinceramente, como inversora, me preocuparía que una gran empresa a día de hoy no sepa cuál es, poniendo un ejemplo de la taxonomía, la intensidad de carbono de sus operaciones. Es decir, me preocuparía que una empresa grande me dijese que no ha tenido tiempo para evaluar este parámetro cuando hace ya más de veinte años que debería haber calculado su intensidad de carbono. Cualquier gran empresa que hoy cumpla con la regulación europea y que, operando dentro del continente, gestione mínimamente bien su impacto medioambiental y social, seguramente ya tendrá esa información. Puedo entender la preocupación de las empresas respecto a exigencias muy concretas y nuevas o en casos de operaciones fuera de Europa.

Pero, 'grosso modo', es falso que las empresas vayan a tener que incurrir en grandes costes con la nueva regulación

Pero, 'grosso modo', es falso que las empresas vayan a tener que incurrir en grandes costes con la nueva regulación. Las que se vean en esa situación será porque, hoy por hoy, no están gestionando correctamente su valoración extrafinanciera. Quizás tengan que incurrir en costes al adaptar sus sistemas informáticos y de ‘reporting’ o quizás tengan que contratar a expertos para hacer una evaluación de los riesgos físicos al cambio climático e implementar un plan. Pero, de nuevo, como inversora, me preocupa que haya grandes empresas en Europa que no tengan un conocimiento de los riesgos físicos, con el impacto financiero que eso puede llegar a tener en sus operaciones. Es algo que sí o sí van a tener que hacer, por lo que vale más que lo hagan cuanto antes.

"Me preocupa que haya empresas que no sepan sus riesgos ante el cambio climático"

Otra cosa son las medianas y pequeñas empresas. Aún se está debatiendo qué criterios van a medir qué empresas estarán obligadas a responder ante la taxonomía. Más allá de las cotizadas, tenemos claro que las compañías que no coticen también van a tener que ser incluidas. Es lógico: ¿por qué una empresa que no cotice en bolsa iba a tener menor responsabilidad medioambiental o social y contribuir menos a los objetivos europeos? Es decir, hasta ahora siempre se había exigido esta información a las empresas para poder transmitirla a los inversores y que tomasen decisiones fundadas. La diferencia con la nueva regulación es que hablamos de la doble materialidad: es decir, la información no solo será para los inversores, sino que también será para que los gobiernos y los reguladores puedan medir cuál es la contribución de cada actor económico a la consecución de los objetivos medioambientales europeos.

Los cambios en el objetivo de la divulgación, por tanto, también cambian el perímetro de aplicación a las empresas

Los cambios en el objetivo de la divulgación, por tanto, también cambian el perímetro de aplicación a las empresas. La verdadera pregunta es si incluimos a las pymes y a qué pymes. En caso de incluir a pymes, se está debatiendo poner el foco sobre las que quieran cotizar en bolsa o emitir deuda en el mercado, que al final tendrían que dar esta información porque también el mundo de los productos de inversión está teniendo que hacer una valoración y publicación ESG sobre sus decisiones y los inversores necesitan recibir esa información de las empresas. Por otro lado, también se está debatiendo si incluir a aquellas compañías de menor tamaño pero de gran impacto: empresas medianas, que muchas veces forman parte de la cadena de valor de las grandes empresas y que cumplen un rol importante –bien porque su huella de carbono sea significativa o bien porque fabriquen un componente importante dentro de la cadena de valor–. En resumen, en la plataforma de la UE estamos trabajando por delinear para qué pymes es relevante la taxonomía y para qué pymes no. Pero, incluso en esos casos, lo que se está pidiendo es que el ‘reporting’ esté adaptado a su tamaño y sus capacidades.

Foto: Larry Fink, CEO de BlackRock. (Reuters)

P. ¿La inversión pasiva puede ser ESG al mismo nivel que la inversión activa?

R .Es cierto que es más fácil analizarlo en la gestión activa que en la pasiva, donde la responsabilidad ESG recae sobre el productor del índice de referencia. Lo que está claro es que, vista la importancia de la gestión pasiva hoy, es muy importante incluirla en las finanzas sostenibles. En el paquete europeo sobre regulación sí hay un reglamento sobre la información que deben publicar aquellos índices de referencia que digan ser ESG. Pero yo creo que eso solo es el principio. Mi previsión es que Europa acabará creando al menos un índice referencial ESG o que terminará especificando unos criterios mínimos en la formación de este tipo de índices. Por otro lado, el reglamento de divulgación de información ya obliga a que todos aquellos productos que se comercialicen con objetivos y características medioambientales o sociales indiquen qué índice de referencia han utilizado y cómo esa selección del índice de referencia contribuye a dichos objetivos ESG.

Es decir, que el índice de referencia del fondo también tiene que ir acorde con la filosofía de inversión que dicho producto predica. Por tanto, creo que seguramente veamos pronto un aumento de la demanda de índices que puedan adecuarse a los productos ESG, por lo que preveo que también habrá, al mismo tiempo, una reducción drástica de los índices ‘mainstream’. A todo esto, me parece muy interesante explorar el tema de los costes. Por ejemplo, si Europa empezase a crear índices de referencia ESG, ¿podría esto compensar los costes extra de incluir factores ESG en la inversión? Hay que tener en cuenta que dentro de los esfuerzos europeos, ya no de finanzas sostenibles sino de digitalización, se está buscando crear bases de datos únicas a nivel europeo. Por lo tanto, a largo plazo, la idea es que esos costes pudiesen reducirse gracias a un mayor acceso público a los datos.

Foto: Foto: iStock.

P. ¿Qué planes tiene en su incorporación al consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)? ¿Qué papel tiene que jugar la CNMV en sostenibilidad?

R. Para entender el rol que tiene la CNMV en sostenibilidad hay que entender la diferencia entre directiva y reglamento. Con las directivas, la CNMV, como cualquier agencia supervisora europea, tiene el papel de transponerlas a nivel nacional. Ahí, las agencias supervisoras sí tienen un margen para adaptar las directivas a las realidades de cada país. Pero, en el caso de los reglamentos, como es el caso de la taxonomía o de las normas de divulgación ESG, una vez entran en vigor en la Unión Europea, automáticamente también entran en vigor a nivel nacional –de manera exactamente igual en todos los países miembros–. Aquí, el rol del supervisor es, como el nombre indica, supervisar y ayudar a que todas las partes que tienen que responder a ese reglamento cumplan.

Sobre mi rol en la CNMV, lógicamente yo voy a tener el mismo que los demás consejeros de la entidad aunque, probablemente, con un énfasis en todo lo relacionado en las finanzas sostenibles y en ayudar en la implementación del reglamento europeo en España. Espero contribuir a que el sector financiero español se haga más sostenible para así ser más competitivo. En un mundo cada vez más sostenible, aquellos actores que adopten y se mantengan activos en este ámbito van a tener más probabilidades de ganar cuota de mercado. Aquellas empresas que se tomen en serio la transición hacia la neutralidad de carbono y que gestionen correctamente su impacto medioambiental van a ser más competitivas –además de más atractivas porque, como viene orientado por toda la regulación que está entrando en vigor, las empresas que cumplan los requisitos van a experimentar un menor coste de acceso al capital–. A medio y largo plazo, las compañías que tengan una huella de carbono muy alta y que no cuenten con un plan sólido de transición lo van a tener muy difícil para acceder al capital en Europa porque, a su vez, los inversores y bancos van estar muy presionados a descarbonizar sus carteras.

En el carbón es donde tenemos más evidencia porque es la principal actividad donde bastantes países ya han puesto una fecha límite

P. ¿Hay mediciones sobre la diferencia actual por ESG en el coste de capital de las compañías?

R. No, todavía estamos muy al principio. Pero, por ejemplo, si coges cuatro o cinco países en Europa y analizas sus políticas en cuanto a la generación de electricidad a través del carbón para luego comparar las limitaciones que puedan estar imponiendo los gobiernos con las políticas que están aplicando sus bancos principales, te das cuenta de que cada vez son más las instituciones financieras que apuntan a que a partir de 2030 ya no financiarán este segmento. Por eso, para una empresa eléctrica que tenga exposición al carbón va a ser muy difícil acceder al capital.

En el carbón es donde tenemos más evidencia porque es la principal actividad económica donde bastantes países ya han puesto una fecha límite, así como muchas instituciones financieras. Pero lo empezamos a ver en otras actividades como, por ejemplo, respecto a los automóviles de combustión interna, donde también hay muchos países (incluida España) que están poniendo fechas límite. Nosotros mismos, en BNP, a la hora de analizar el sector automovilístico, uno de los parámetros que tenemos en cuenta es analizar qué porcentaje de la inversión se está dirigiendo hacia vehículos eléctricos y si las empresas siguen invirtiendo en vehículos de combustión interna. Con la entrada en vigor de toda la regulación sostenible, esa visión, que hoy solo tienen unos pocos inversores, va a ser la norma. Es una tendencia que ya se empieza a ver en el diálogo de los inversores con las empresas en las que están.

placeholder La sede de la Comisión Europea. (Reuters)
La sede de la Comisión Europea. (Reuters)

P. Volviendo a España, ¿cree que la industria de la gestión ha perdido la oportunidad de aprovechar el auge del ESG? Siempre hablamos del liderazgo de las grandes gestoras internacionales en este ámbito, pero no tanto de las nacionales…

R. Mi sensación, aunque en los próximos meses lo iré viendo mejor, es que en España siempre ha habido conciencia, pero que todavía estaba un poco por detrás de líderes europeos como Holanda, Bélgica, Francia o los países escandinavos. Sin embargo, en el marco del impulso regulatorio, sí que he visto que en los últimos dos o tres años ha aumentado mucho el interés material por el ESG y cómo las gestoras y los bancos se han puesto manos a la obra. Ahora será muy interesante ver, por ejemplo cuando se incluya dentro de los requisitos MiFID la pregunta al inversor sobre qué posición tiene frente a la sostenibilidad y las preferencias sociales, hasta qué punto el mercado ‘retail’ está abierto a los productos financieros ESG.

P. Volviendo a la taxonomía, ¿cómo pueden abordar esta aquellas fuentes de energía que en algunos países son valoradas por su papel en la transición energética? Sobre todo porque ha habido mucho debate al respecto de qué etiquetado se le da a la energía nuclear y al gas.

R. La taxonomía tiene que estar basada en evidencia científica, por lo que esa una pregunta para la ciencia. Por un lado, la energía nuclear contribuye a la mitigación del cambio climático pero existen dudas sobre el impacto medioambiental de la gestión de los residuos radioactivos. Es un tema altamente científico, porque a la vez también están en marcha tecnologías para esa gestión. Debido a todo esto, en el grupo de trabajo de la taxonomía decidimos que juzgar la validez de tecnologías tan sofisticadas sobre la gestión de activos radioactivos necesitaba un análisis de científicos especializados en energía nuclear.

Por eso la Comisión Europea tiene a un grupo de expertos que están mirando este caso y publicarán sus resultados en los próximos meses. Respecto al gas, en realidad esta fuente de energía no está excluida de la taxonomía, simplemente se está valorando un umbral de desempeño para la producción de electricidad –sobre si el gas con captura y almacenamiento de carbono puede entrar o no–. Pero no puedo decir mucho más porque es un tema que se está debatiendo a nivel europeo y la Comisión Europea está a punto de publicar los actos delegados sobre si, en casos muy concretos, en ciertas regiones y durante un periodo de tiempo determinado, la taxonomía lo aceptará dentro de la transición de la generación de energía eléctrica desde el carbón hacia el gas.

Foto: Inversión sostenible. (iStock)

P. ¿Qué valoración hace de la llamada 'taxonomía marrón'?

R. Ahora estamos trabajando en una taxonomía que analiza cuál es la contribución significativa en materia de sostenibilidad –es decir, analiza lo positivo–. Por otro lado, uno podría revisar qué actividades y bajo qué circunstancias tienen un impacto negativo en ESG (la, como dices, 'etiqueta marrón'). En medio de estas dos, hay un intermedio: aquellas actividades que ni contribuyen ni dañan en ESG. Pero hay que tener en cuenta que todo esto es muy temporal. La neutralidad de carbono busca que absolutamente todas las actividades económicas logren algún día emitir cero emisiones (o que aquellas que emitan puedan ser captadas). Todas. Pero lo que hoy es 'verde' mañana puede ser 'marrón', lo que hoy es 'neutral' mañana puede ser 'verde' y a la inversa… Se trata de una trayectoria en movimiento.

La pregunta, por tanto, es cuántas actividades de la economía queremos cubrir en la taxonomía y cuánto es necesario cubrirlas. ¿Hasta qué punto, teniendo una taxonomía sobre las actividades 'marrones' se va a ayudar a la gestión de riesgos? La taxonomía es una variable muy importante pero es solo una variable dentro de un contexto. Cuando uno analiza una empresa lo que hay que mirar no es solo el desempeño de sus actividades, sino también cómo invierte el capex y cuál es la estrategia general de transición a largo plazo de la empresa –que al final son las variables relevantes para aquellos agentes que busquen invertir o financiar a la compañía en cuestión–. En resumen, el problema no es tanto definirlo, sino qué uso le damos a ese etiquetado. La taxonomía marrón puede tener la ventaja de ayudar en la gestión de riesgos, pero también tiene la desventaja de que se malinterprete y que se utilice para demonizar actividades, cuando de lo que se trata es de acompañar a la economía en esta transición.

"La taxonomía es una trayectoria en movimiento"

P. A nivel de regulación bancaria, ¿cómo está el debate sobre si penalizar o no el consumo de capital por exposición al carbón, si premiar o no las hipotecas verdes, etc.?

R. Sobre el tema de un posible cambio de las reglas prudenciales todavía no ha habido ningún tipo de posicionamiento o de debate real a nivel regulatorio. Está en el 'pipeline' pero todavía no se ha discutido en detalle. Yo creo que es importante distinguir que solo mitigando el riesgo del cambio climático el banco no excluye todos los riesgos financieros a nivel general. Por eso hay que tener mucho cuidado a la hora de tocar las reglas prudenciales –y al final esas reglas están ahí para medir los riesgos sistemáticos financieros–. Es inevitable que todas las actividades acaben teniendo una penalización por la exposición al carbono porque es que, si no, nunca vamos a llegar a la neutralidad del carbono. Hemos visto cómo este principio se está extendiendo a actividades que no están incluidas en el sector del carbono y la pregunta ahora es qué hacer con el sector financiero.

P. Hay varios países que ya han emitido bonos soberanos verdes –España lo tiene previsto para el segundo semestre–. ¿Cómo de importante es que los países emitan bonos soberanos verdes para contribuir al desarrollo sostenible?

R. Es muy importante y cada vez lo va a ser más. En la gestora hemos notado que existe (aunque de forma muy sutil) una especie de 'greenium' –una prima por lo 'verde'–. Es una tendencia que viene dada por la alta demanda por este tipo de productos. Con toda la nueva regulación sostenible a escala europea, esta demanda por los bonos verdes va a ser enorme. Por eso está en el interés, ya no solo de España sino de todo tipo de agentes económicos, el emitir bonos verdes. Eso sí: emitir un bono verde tiene sus complejidades y lo que ahora estamos debatiendo en la plataforma de la UE es cómo aplicar la taxonomía (que en un principio está pensada para actividades económicas) a nivel de Estado.

Foto: EC Diseño.

P. ¿Qué opina del debate que hay en torno a los bancos centrales posicionándose en materia ESG?

R. Los bancos centrales tienen un rol como supervisor pero también actúan como inversores institucionales ya que al fin y al cabo son propietarios de activos. Como supervisor, tienen que mantener un nivel de independencia. Pero respecto al uso de sus fondos y activos sí que tienen una responsabilidad. Gestionan una cantidad enorme de activos y yo creo que lo mínimo que se tiene que dar es que aquello que se le pida al sector privado también lo cumpla el sector público.

"Los bancos centrales tienen una responsabilidad con el uso de sus fondos y activos"

P. Se habla mucho de la pata del medioambiente dentro del ESG pero ¿y los otros dos pilares? ¿Cómo se están incluyendo en todo el esfuerzo regulatorio? En España tenemos varios casos de empresas referentes en sostenibilidad que, sin embargo, han sido cuestionadas en los otros aspectos del ESG.

R. El grupo de trabajo está valorando cómo aconsejar a la Comisión Europea en la posibilidad de ampliar la taxonomía para cubrir objetivos sociales. El informe se publicará entre julio y septiembre y la Comisión Europea tiene la responsabilidad de, a finales del año, tomar la decisión de si propone o no al Parlamento Europeo modificar la reglamentación para incluir una taxonomía social. Mi punto de vista personal es que vamos a tener una taxonomía social sí o sí –hay mucho consenso general al respecto de que esto va a ocurrir–. Sobre la taxonomía de gobernanza, lo que hay que entender es que una taxonomía habla del aporte de una actividad. Es decir, no mira las prácticas de una empresa, sino la actividad económica en sí.

De la misma forma que uno puede invertir en el medioambiente (por ejemplo, en paneles solares), también puede invertir en objetivos sociales (por ejemplo, en medicamentos o en educación). Sin embargo, no existe una inversión en gobernanza –sí existen prácticas de buen gobierno, pero no hay ninguna actividad económica que se dedique a eso–. Por eso no tiene sentido que haya una taxonomía expresamente sobre gobernanza, aunque este tema ya está incluido tanto en esta legislación como en la de divulgación de información. De forma paralela, la Unión Europea ya está trabajando en una directiva sobre la sostenibilidad del buen gobierno; es decir, va a haber unas exigencias además de los temas clásicos de buen gobierno sobre sostenibilidad. Por ejemplo, es probable que veamos cómo una parte de la retribución de los altos ejecutivos de las empresas tenga que depender de la consecución de objetivos medioambientales y sociales. También se está revisando la directiva sobre accionistas y las opciones que tienen a la hora de impulsar cambios en las empresas en las que están invertidos.

Foto: Villarejo. (EC)

P. ¿Qué desafíos y soluciones hay para la armonización de la regulación ESG a nivel global?

R. En el mundo se está avanzando a velocidades diferentes. Las buenas noticias son que la Unión Europea ya está facilitando el trabajo para muchos otros. Canadá, Chile, Colombia, Indonesia, China, Japón, Reino Unido… Todos han anunciado que van a desarrollar sus taxonomías. La mayor parte de estos países ya han declarado que quieren usar la taxonomía europea como base. Eso sí, el hecho de que utilicen la taxonomía europea como base no da ningún tipo de garantía para que finalmente estos marcos sean como el nuestro. Por eso, estamos trabajando en decidir cuáles son los criterios mínimos que deberían respetar todas las taxonomías para facilitar, sobre todo al sector financiero, la operativa en un mundo con varias taxonomías.

Respecto a esto se está trabajando de forma bilateral con varias delegaciones a la vez que se está dialogando a través de la Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles, lanzada por la propia Comisión en 2019 y con más de la mitad del PIB internacional representada. A todo esto también hay que añadirle la armonización de la divulgación de información en materia de sostenibilidad. Aquí, lo más importante es que lleguemos a tener una definición común de las métricas medioambientales y de las metodologías para calcular esas métricas. De la misma forma que, hoy por hoy, todos tenemos una definición más o menos exacta de lo que es una cifra de negocio a nivel financiero, se necesita lo mismo en métricas medioambientales. Por otro lado, también se está valorando cómo la UE puede hacer que su regulación sea más amistosa desde un punto de vista internacional para poder aplicarse a nivel global. Por ejemplo, creando tablas de equivalencia entre la regulación europea con la legislación de otros países y, a partir de ahí, establecer líneas de diálogo bilaterales con los países y así facilitar su implementación.

P. ¿Cómo recoge la nueva regulación el 'timing' de poder tener un margen para deshacer una posición en una cartera que inicialmente se hubiese valorado como ESG pero que, de forma repentina, deje de serlo?

R. La reglamentación no va a imponer cuándo el fondo tiene que desinvertir, sino que va a imponer cuándo tiene que reportar. Por ejemplo, el reglamento de divulgación apunta (aún tenemos que ver el nivel 2) a que la publicación de esa información se va a hacer cuatro veces al año. Ahí, cada gestor tendrá que decidir cómo quiere salir en esa foto de cara al supervisor en esos cuatro momentos. Es lógico que se imponga un periodo máximo para desinvertir desde el momento en el que se identifica una posición que no está alineada con lo que la firma predicaba en materia ESG. Pero esto siempre que el gestor haya decidido implementar esta filosofía de inversión, que puede que no. Al final no deja de ser una valoración que tiene que haber quedado clara entre la gestora y el cliente –la importancia aquí es la transparencia–.

Helena Viñes dará el salto en unas semanas al consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Lo hará tras dedicar casi toda su carrera al impulso del ESG: es decir, la importancia de tener en cuenta parámetros medioambientales, sociales y de buena gobernanza a la hora de tomar decisiones financieras. Como directora adjunta de Sostenibilidad de la francesa BNP Paribas Asset Management, Viñes también es miembro del Grupo de Expertos Técnicos sobre Finanzas Sostenibles.

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