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Los 'millennials' y la pandemia: los grandes catalizadores de las inversiones sostenibles
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ENCUENTRO DIGITAL CON GESTORAS

Los 'millennials' y la pandemia: los grandes catalizadores de las inversiones sostenibles

La pandemia y el descontento social con la manera de asignar recursos han impulsado este tipo de inversión que permite obtener rentabilidad sin renunciar a generar un impacto social

Los inversores son cada vez más conscientes de la importancia de la sostenibilidad y las oportunidades de inversión que existen ligadas al clima, a pesar de que la información proporcionada a los inversores en el sector financiero ha sido limitada hasta ahora, según la Comisión Europea. Desde el pasado 10 de marzo, gestoras de activos, fondos de pensiones, aseguradoras o asesores de inversión en la Unión Europea (UE) están obligados a informar de cómo evalúan la sostenibilidad medioambiental y social de sus productos y, cuando afirmen tener una estrategia ecológica, a justificarlo. Así lo exige el reglamento con el que la UE pretende impulsar las inversiones sostenibles, ya que calcula que para lograr los objetivos climáticos que se ha marcado para 2030 serían necesarios 260.000 millones de euros adicionales al año en inversiones de este tipo.

Para debatir sobre ello, El Confidencial organizó de la mano de Axa IM, Fidelity International, Schroders y Natixis IM la mesa redonda 'Invertir con impacto'. En el debate participaron Sophie del Campo, directora general de Iberia, Latam y US Offshore de Nataxis Investment Managers; Beatriz Barros de Lis, directora general en España y Portugal de Axa Investment Managers; Sebastián Velasco, director general en España y Portugal de Fidelity International; y Carla Bergareche, directora general en España y Portugal de Schroders.

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Durante su intervención, Sophie del Campo, directora general de Iberia, Latam y US Offshore de Nataxis Investment Managers, celebró que "por fin" se hayan puesto unas reglas en el mercado europeo para llegar a la armonización y permitir a los inversores “comparar entre productos". Del Campo recordó que "la ola sostenible" empezó hace más de 30 años, "aunque hasta ahora no se había producido una eclosión y un cambio en la mentalidad de la ciudadanía", que ya no busca únicamente un retorno financiero a la hora de invertir, sino generar un resultado social o medioambiental positivo.

Pero no solo los ciudadanos tienen una gran responsabilidad en esta materia. En la actualidad se antoja imprescindible impulsar un modelo económico sostenible en el que todos los actores, tanto del sector público como del sector privado, estén implicados. En este sentido, Beatriz Barros de Lis, directora general en España y Portugal de Axa Investment Managers, destacó que todas las empresas "están avanzando mucho. Si antes los principales objetivos eran la generación de beneficio, la retribución del accionista y la creación de valor; ahora lo importante es generar un impacto positivo en la sociedad en la que se opera". Es decir, llevar a cabo acciones que tengan en cuenta el desarrollo de la población y la sostenibilidad del planeta.

Hasta hace unos años, las inversiones se analizaban únicamente teniendo en cuenta dos dimensiones: la rentabilidad y el riesgo. Ahora, se ha incorporado una tercera dimensión: el impacto, una nueva variable que debe ir alineada con las otras dos. Para la directora general en España y Portugal de Schroders, Carla Bergareche, "a los inversores les mueve cada vez más el deseo de ejercer una influencia social positiva". "Quieren que sus carteras estén alineadas con sus valores personales”, añadió del Campo.

"A los inversores les mueve cada vez más el deseo de ejercer una influencia social positiva en las sociedades en las que operan" (Bergareche)

Asimismo, la directora general de Schroders para España y Portugal explicó que existen diferentes formas de abordar la inversión sostenible. La más sencilla consiste en excluir del universo de inversión a los sectores más perjudiciales, como pueden ser las compañías armamentísticas. Sin embargo, esto "no es suficiente", explicó y defendió la importancia de "dar un paso más allá y mantener un diálogo activo" con las compañías. El objetivo es evitar que, a la hora de valorar una inversión, solo se ponga el foco en los criterios financieros. A partir de ahí, "el último paso implica generar impactos alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas", explicó Bergareche.

Según diferentes estudios, las nuevas generaciones —concretamente los 'millennials'— son más proclives a invertir en compañías con objetivos sociales y medioambientales. Sin embargo, no se trata del único segmento donde ha calado el mensaje de la sostenibilidad. Los expertos coincidieron en que se trata de una cuestión "intergeneracional".

El covid-19, catalizador de las finanzas sostenibles

El año 2020 fue un punto de inflexión en cuanto a demanda de fondos de inversión sostenible. Los activos en este tipo de fondos se incrementaron un 52 % en Europa hasta alcanzar los 1,1 trillones de euros, según datos de Morningstar.

Los expertos coincidieron en que la pandemia ha sido un “catalizador” que ha contribuido al impulso de las finanzas sostenibles. “Hoy más de la mitad de las compañías con las que hablan nuestros analistas incorporan aspectos de Responsabilidad Social en sus Juntas y en sus Consejos de Administración, mientras que hace dos años era aproximadamente la cuarta parte”, indicó Sebastián Velasco, director general en España y Portugal de Fidelity International.

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Sin embargo, la crisis del covid-19 no ha sido el único factor que ha acelerado el desarrollo de este tipo de inversiones. Entre otros, Velasco señaló la "atención que le están prestando los medios, el interés del regulador, y el foco de las grandes gestoras". Además, también puso sobre la mesa, como elemento catalizador del cambio, el descontento que se hizo palpable en las calles en 2019 con las protestas de París, Hong Kong y Santiago de Chile. En estas manifestaciones masivas se mostró el desacuerdo de gran parte de la población con la manera en la que se asignan los recursos, lo que provoca un difícil acceso a la vivienda y una baja posibilidad de encontrar trabajos dignos y bien remunerados.

Según recordó el director general en España y Portugal de Fidelity International, en EEUU solo el 42% de los menores de 30 años apoyan el capitalismo, una cifra muy baja, que responde al hecho de que, en la última década, el beneficio de las empresas se ha destinado más a la remuneración del capital —es decir, a la retribución de los inversores— que a la remuneración del trabajo de sus empleados, lo que se traduce en un aumento de la desigualdad. “El gran argumento de defensa del capitalismo es el de reducir diferencias y crear más oportunidades y, si eso no se produce, estamos poniéndolo en riesgo. De ahí la importancia de que el sector financiero contribuya a esa transformación hacia un capitalismo sostenible”, expuso Velasco.

Una opción muy rentable

Al principio de la pandemia las empresas se preguntaban si, como consecuencia de la crisis, iba a ser imprescindible sacrificar la transición verde en aras de preservar un crecimiento económico. Algo que, de momento, parece no haber sido necesario. “Creo que al final ha salido ganando la inversión sostenible. No solamente no se ha puesto en duda su necesidad, sino que además se ha visto reforzada. No debemos olvidar que, en muchos casos, la sostenibilidad va a ser un motor de crecimiento económico”, precisó la directora general en España y Portugal de Axa IM, Beatriz Barros de Lis.

Lo cierto es que las buenas rentabilidades en 2020 están haciendo que aumente el interés por estos fondos. Existen varios estudios que demuestran que una mayoría de fondos sostenibles se comportan mejor a 1, 3, 5 y 10 años comparado con sus equivalentes no sostenibles. “Invertir con criterio sostenible resulta rentable. Si hablamos del corto plazo las diferencias son evidentes, pero cuando hacemos un enfoque a largo plazo, la inversión ESG (por sus siglas en inglés 'Environmental, social and governance': factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) mejora considerablemente la rentabilidad riesgo de las carteras de inversión”, subrayó Barros de Lis.

"Es cuestión de tiempo que toda la inversión sea 100% sostenible" (Del Campo)

Por su parte, Sebastián Velasco alertó de que existe “muchísimo dinero” buscando invertir de forma sostenible, por ejemplo en compañías que reduzcan emisiones de carbono. A su juicio, la situación es similar a la que teníamos en el 2000, cuando había mucho dinero buscando compañías tecnológicas. En este sentido, el director general en España y Portugal de Fidelity International se mostró “totalmente partidario” de que las compañías hagan el esfuerzo de sumarse a la sostenibilidad, aunque consideró que “probablemente” no todo el dinero que se invierta con este criterio vaya a tener buenos retornos. La representante de Axa IM, en la misma línea, añadió que "no necesariamente por invertir en sostenibilidad vas a obtener mejores rentabilidades".

“Hay que pensar que es posible que también se esté generando una burbuja en la medida en la que hay mucho dinero y probablemente no todas las compañías que lo están recibiendo vayan a cubrir las expectativas de los inversores”, sentenció Velasco. A pesar de todo, para Sophie del Campo “es cuestión de tiempo” que toda la inversión sea “100% ESG”, aunque consideró que es necesario que “políticos, regulación, industrias de inversión e inversores vayan todos en la misma dirección”.

Los inversores son cada vez más conscientes de la importancia de la sostenibilidad y las oportunidades de inversión que existen ligadas al clima, a pesar de que la información proporcionada a los inversores en el sector financiero ha sido limitada hasta ahora, según la Comisión Europea. Desde el pasado 10 de marzo, gestoras de activos, fondos de pensiones, aseguradoras o asesores de inversión en la Unión Europea (UE) están obligados a informar de cómo evalúan la sostenibilidad medioambiental y social de sus productos y, cuando afirmen tener una estrategia ecológica, a justificarlo. Así lo exige el reglamento con el que la UE pretende impulsar las inversiones sostenibles, ya que calcula que para lograr los objetivos climáticos que se ha marcado para 2030 serían necesarios 260.000 millones de euros adicionales al año en inversiones de este tipo.

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