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El BCE ya ha desplegado un billón de euros contra el covid (y seguirá hasta 2022)
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7 BILLONES EN BALANCE

El BCE ya ha desplegado un billón de euros contra el covid (y seguirá hasta 2022)

El Banco Central Europeo sobrepasa esta barrera con las compras de activos realizadas desde el 13 de marzo. La institución engordará su balance hasta los 8 billones

Foto: Luis de Guindos y Christine Lagarde. (EFE)
Luis de Guindos y Christine Lagarde. (EFE)

Los bancos centrales siguen dando vueltas de tuerca a la dependencia que la economía y los mercados tienen a sus estímulos. Tras la caída de Lehman Brothers y la crisis de deuda en el euro, exploraron si hay límites, y con el coronavirus han ido más allá. El Banco Central Europeo (BCE) ya ha desplegado un billón de euros (millón de millones) en compras de activos contra los efectos de la pandemia, que considera que seguirán, al menos, hasta marzo de 2022. La autoridad monetaria ha anunciado que podrá inyectar hasta entonces otros 1,5 billones más en el mercado.

Si agota sus programas sin nuevos cambios, serán 2,5 billones en dos años para paliar los efectos de la pandemia. El balance ya ha alcanzado los 7 billones, y va camino de superar los 8 billones el año que viene, cifra que contrasta con los 2 billones que tenía al comienzo de la Gran Crisis Financiera. Mientras los líderes europeos ultiman el acuerdo para el Fondo de Recuperación con el que acompañar los estímulos monetarios con gasto público, tal y como lleva años pidiendo la autoridad monetaria desde Fráncfort. Desde otros puntos de la ciudad, como el Bundesbank o bancos de inversión, se ha puesto siempre esto en entredicho. Hasta ahora.

La crisis sin precedentes que ha desatado el covid-19, con una parálisis no conocida de la actividad económica, ha urgido a los líderes europeos a actuar. Pero, por ahora, quien manda es Christine Lagarde, presidenta del BCE, y sus compañeros del Consejo de Gobierno, por haber sido los primeros en desplegar estímulos para aliviar el daño económico y dar carta libre a los estados para endeudarse.

La actuación del BCE, que sigue la estela de otras instituciones como la Reserva Federal (Fed), ha llevado al bono español a 10 años a cotizar en negativo por primera vez en la historia, con emisión mediante el Tesoro. Es decir, ha habido inversores que han pagado por tener deuda emitida que vencerá dentro de una década, pese al nuevo récord de endeudamiento del Estado, con 1,3 billones o el 114% del PIB.

Foto: EC.

Los inversores suelen comprar este tipo de bonos en negativo no para perder dinero, sino por otros motivos como combinar estrategias largas y cortas —'long short', como los 'hedge funds'—, para cubrir parte de la cartera, o porque esperan que el precio —cuya relación con la rentabilidad es inversa— siga subiendo. Sea como fuere, el BCE permite a España y al resto de estados europeos gastar más en un periodo de menores ingresos. Esto se deriva en que España y otras economías puedan espolear la actividad o limitar el daño con ayudas a familias y empresas, expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) o avales públicos para incentivar el crédito bancario. De ahí la importancia del banco central.

Lo que el BCE ha mostrado esta semana es que "está posicionado de forma masiva para un escenario negativo o bajista", avisa Alberto Matallán, economista jefe de Mapfre Inversión, haciendo referencia al recorte en la previsión de crecimiento para el año que viene, desde el 5% del PIB hasta el 3,9%. "Es momento de la política fiscal. A partir de aquí, y con los datos económicos en la mano, no parece necesario más estímulo monetario. Es más, la existencia del mismo sin una acción fiscal coordinada puede causar desequilibrios", añade.

¿Límites a la política monetaria?

La autoridad monetaria nunca ha reconocido que haya tocado límites, aunque el de los tipos de interés parece evidente. El BCE llegó a esta crisis con los tipos de referencia en el 0%, y los de depósito, que penalizan el exceso de liquidez de los bancos, en el -0,5%. Hay un concepto conocido como 'reversal rate' que es el nivel del 'precio del dinero' a partir del que rebajar más los tipos sería contraproducente.

La idea es sencilla de entender, pero nadie sabe en qué punto concreto está. Lo que sí parece es que el BCE ya lo ha rebasado o está cerca de hacerlo, teniendo en cuenta que no ha conseguido pinchar la burbuja de los depósitos en Europa, con cifras que han aumentado durante la crisis del coronavirus por parte de empresas y familias: 12,23 billones en la eurozona y, en el caso de España, 1,55 billones. Estos números se elevaron interanualmente hasta septiembre un 10,5% y un 7,4% respectivamente.

Foto: Imagen: El Confidencial Diseño

El BCE ha implementado una represión financiera en la que cualquier atisbo de inflación hace perder poder adquisitivo al ahorro conservador con tipos de interés reales negativos. Este año pronostica un IPC del 0,3% para 2020 y del 1% para 2021, suficientes para superar los rendimientos de los depósitos y de las inversiones más seguras en renta fija.

Siempre existe el riesgo de que los estímulos monetarios generen inflación. Una vieja crítica que empezó en 2008 y que ha ido perdiendo fuerza porque, precisamente, no ha habido aumentos significativos de los precios en los bienes de consumo, aunque sí en activos financieros como la renta fija. ¿Generarán los bancos centrales esta vez tensiones de inflación?

Hay dudas en el mercado. "A corto plazo no vemos un problema de inflación porque la caída de actividad económica como consecuencia de la crisis hace que casi todas las economías estén funcionando muy por debajo de su potencial. A medio plazo, sin embargo, cuando la economía se recupere, sí es posible que veamos un repunte de la inflación. De hecho, sería la salida menos traumática al problema de alto endeudamiento en que se encuentran la mayoría de los países desarrollados", arguye Emilio Ortiz, director de inversiones de Mutuactivos. En este sentido, prosigue, "el cambio en los objetivos de inflación anunciado por la Fed durante la última reunión de Jackson Hole es bastante revelador. Si hasta ahora la Fed (y el resto de grandes bancos centrales) había establecido una barrera del 2% en el límite de inflación, a partir de ahora el 2% se convierte en un objetivo de inflación de medio plazo (lo cual implica que la inflación tendrá que estar por encima del 2% durante una parte del ciclo)".

Trampa de la liquidez

Hay una parte de ahorro embalsado en depósitos y cuentas corrientes, que se explica por dos vertientes. Coyunturalmente, hay un consumo contenido por las restricciones a la movilidad de los últimos meses y la preocupación por la recesión, con aumentos de la tasa de ahorro. Estructuralmente, se observa el efecto de la trampa de la liquidez a la que aludía Keynes hace casi un siglo: los tipos tan bajos evitan que haya inversiones conservadoras que atraigan el dinero desde cuentas corrientes.

Así, el BCE se ha enfocado desde el inicio de la pandemia en dotar de liquidez a la economía y a los mercados para evitar una contracción del crédito ('credit crunch') o restricciones que amplifiquen el 'shock' económico. De hecho, en las primeras semanas de confinamiento hubo problemas de liquidez en renta fija, que no fueron a más gracias al despliegue del banco central.

La institución con sede en Fráncfort rompió al inicio el poder de la comunicación, con el titubeo de Christine Lagarde en torno a la fragmentación financiera. Pero le quedó disponible el bazuca, que sigue explotando al máximo: desde el 13 de marzo hasta la semana pasada, las compras de activos superan los 987.000 millones, con lo que esta semana habrá superado holgadamente la barrera del billón. A esto se suman las subastas de liquidez para la banca, que tendrá tres nuevas oleadas en 2021, con tipos negativos de hasta el -1%.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (Efe)

En esta cifra se incluyen todos los programas disponibles. Y sobre ellos el BCE ha anunciado un perímetro pendiente de 1,5 billones. La autoridad monetaria amplió este jueves la cifra en 500.000 millones, y extendió el periodo de compras, al menos, hasta marzo de 2022. Es decir, descuenta que habrá como mínimo dos años de efectos económicos por el covid-19.

Para esta recesión, el BCE creó un programa especial contra los efectos de la pandemia con 750.000 millones (PEPP, por sus siglas en inglés). En junio añadió otros 600.000 millones y, este jueves, otros 500.000 millones. Es decir, 1,85 billones. Por ahora, ha inyectado en compras netas de activos, que incluyen bonos soberanos y corporativos, 717.000 millones.

Este nuevo paquete dio más importancia a la deuda corporativa, que el BCE ya venía comprando pero en mucha menor medida que los bonos soberanos. El programa clásico (PSPP, por sus siglas en inglés), que el Constitucional alemán cuestionó este año, está dotado de 20.000 millones mensuales desde la era de Mario Draghi. El banco central añadió un extra de 120.000 millones para este año, que casi ha gastado en su totalidad.

El volumen de compras netas alcanza así el billón en apenas nueve meses, y quedan 1,5 billones para los próximos 16 meses. Si bien Lagarde dijo este jueves que no hay necesidad de gastar todo el perímetro aprobado por el Consejo de Gobierno, lo que fue decepcionante para algunos inversores, en la medida en que podría estar admitiendo discrepancias internas por parte del ala de los halcones.

Los bancos centrales siguen dando vueltas de tuerca a la dependencia que la economía y los mercados tienen a sus estímulos. Tras la caída de Lehman Brothers y la crisis de deuda en el euro, exploraron si hay límites, y con el coronavirus han ido más allá. El Banco Central Europeo (BCE) ya ha desplegado un billón de euros (millón de millones) en compras de activos contra los efectos de la pandemia, que considera que seguirán, al menos, hasta marzo de 2022. La autoridad monetaria ha anunciado que podrá inyectar hasta entonces otros 1,5 billones más en el mercado.

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