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¿Quo vadis, oro? Todos los caminos llevan al metal rey
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A UN PASO DE MÁXIMOS HISTÓRICOS

¿Quo vadis, oro? Todos los caminos llevan al metal rey

El metal precioso por excelencia ha firmado su quinta semana consecutiva de subidas y ha logrado, por cuarto día seguido, cerrar por encima de los 1.800 dólares

Foto: Lingotes de oro.
Lingotes de oro.

El precio del oro parece imparable y todos los aspectos, tanto técnicos como fundamentales, incluso los distintos escenarios económicos, apoyan su ascensión a los cielos. Este viernes el metal precioso por excelencia ha firmado su quinta semana consecutiva de subidas y ha logrado, por cuarto día seguido, cerrar por encima de los 1.800 dólares, su nivel más alto desde 2011 y donde tenía una fuertísima resistencia. Es por ello, que los inversores se relamen ante la posibilidad de que la crisis del coronavirus traiga nuevos máximos históricos, fijados en los 1.888,70 dólares en agosto de 2011, y se apresuran para no quedarse fuera.

Tanto es así que, a pesar de acumular una subida del 20% en lo que va de año, Goldman Sachs ya se ha apresurado a elevar su previsión sobre el precio del lingote hasta los 2.000 dólares para final de año, lo que supone que aún le queda un 10% desde los niveles actuales. No en vano, se mire desde el prisma que se mire, todos los caminos apuntan al metal precioso.

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Por un lado, su condición de valor refugio ante la incertidumbre. En este sentido pesaría el miedo generado ante el aumento de los rebrotes en países que aparentemente tenían controlada la pandemia, como China, o el avance del virus en Estados Unidos. La posibilidad de nuevas medidas de confinamiento amenazaría la posibilidad de una rápida recuperación económica.

Esto sumado a las inyecciones masivas de liquidez llevadas a cabo por los bancos centrales, han hecho que los inversores acudan a poner a salvo sus inversiones en oro en tanto que las medidas monetarias hiperexpansivas devalúan las divisas que tradicionalmente actúan como refugio del capital. La clave está en el miedo a un fuerte repunte de la inflación que, aunque no ha aparecido aún -y no parece lógico esperar con una previsión de contracción de la economía mundial del 6%-, el riesgo está más latente que nunca precisamente por estos estímulos masivos.

Foto: (iStock)

Así, desde la crisis financiera de 2008, el comportamiento del precio del oro ha ido en paralelo al rendimiento de los bonos del tesoro estadounidense a 10 años ligados a la inflación, y precisamente esta semana han tocado su nivel más bajo en siete años, en -0,78%. Un comportamiento que no tendría sentido si se tiene en cuenta que los indicadores de inflación tanto de EEUU como de la eurozona apuntan a un crecimiento anual de los precios de apenas el 1% durante la próxima década.

Sin embargo, si hay algo claro en esta crisis es la nula visibilidad que hay, en tanto que son muchos factores los que pueden cambiar de un día para otro las reglas del juego. ¿Y si se dan una serie de condiciones que, tampoco son tan descabelladas, en los próximos meses?

Vuelta a la vieja normalidad

En este sentido, Mobeen Tahir, director de análisis en WisdomTree se pregunta qué pasaría si se desarrolla y se distribuye ampliamente una vacuna en la segunda mitad del año que haga que para diciembre la pandemia esté próxima a culminar. "La vida volvería a la vieja normalidad. Se restauraría una gran proporción de los empleos perdidos este año. La llamada demanda “acumulada”, es decir, las personas que no gastan este año, provocarían inflación por la mayor demanda que, eventualmente, se generaría el año que viene", afirma el experto.

Así mismo, "un aumento de la actividad económica podría hacer que los precios de la energía volvieran a subir a los niveles previos a la pandemia, lo que generaría una mayor inflación por la presión de los costes. Incluso podrían implementarse mayores medidas de respaldo, si los gobiernos cumplen con sus recientes promesas de expandir el gasto en infraestructura para inducir el crecimiento", continúa.

Un escenario que no es el principal, pero que es posible. De hecho, el experto apunta a que incluso si la inflación aumentara solo a niveles moderados, "una forma efectiva de protegerse, es utilizar una amplia cesta de materias primas" e históricamente, el oro ha sido otra estrategia de cobertura efectiva contra la inflación. Dado que la inflación deprecia a la moneda, el oro es visto por los inversores como un instrumento mejor para almacenar riqueza. Pero, al mismo tiempo, ofrece una fuerte protección contra las caídas de los mercados financieros o las contracciones macroeconómicas.

También desde el punto de vista del análisis técnico el oro se ha convertido en un valor a tener muy en cuenta. En este sentido, Carlos Doblado, Analista de BlackBird Bank apunta a que la ruptura de resistencias de esta semana "es de las que generan afición técnica. Corto, medio, largo plazo… Incluso el muy largo plazo debe considerarse ahora mismo cuando se habla de la posición que mantenemos abierta. ¿Y si el tema en discusión no está en los 2.000 sino en los 5.000 dólares?", concluye.

El precio del oro parece imparable y todos los aspectos, tanto técnicos como fundamentales, incluso los distintos escenarios económicos, apoyan su ascensión a los cielos. Este viernes el metal precioso por excelencia ha firmado su quinta semana consecutiva de subidas y ha logrado, por cuarto día seguido, cerrar por encima de los 1.800 dólares, su nivel más alto desde 2011 y donde tenía una fuertísima resistencia. Es por ello, que los inversores se relamen ante la posibilidad de que la crisis del coronavirus traiga nuevos máximos históricos, fijados en los 1.888,70 dólares en agosto de 2011, y se apresuran para no quedarse fuera.

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