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Burbujas, desplomes y alivio: Los mercados en los momentos críticos de la era Draghi
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Burbujas, desplomes y alivio: Los mercados en los momentos críticos de la era Draghi

Conocido por sus habilidades comunicativas, pero criticado por su política expansiva, el italiano deja un legado de ocho años frente al BCE, pilotando unos mercados financieros sin precedentes

Foto: Draghi durante una rueda de prensa. (Reuters)
Draghi durante una rueda de prensa. (Reuters)

"Ese es el legado: nunca te rindas". Así resumió el jueves Mario Draghi sus ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE). El italiano tuvo que pilotar el BCE durante una de las peores crisis financieras de la historia; en el contexto de una Unión Europea (UE) que goza de unidad monetaria pero no fiscal (y a duras penas política). Conocido por sus habilidades comunicativas —"nadie debería decir que 'si me has entendido, es que eres tonto'"— pero criticado por su política expansiva —"todas las jurisdicciones tienen desacuerdos, hace parte"—, 'super-Mario' deja un legado de ocho años frente al BCE: casi una década en los que los mercados han vivido desplomes, tiempos de bonanza, burbujas… así como algún que otro suspiro de alivio.

Noviembre de 2011

Aire fresco en el BCE. Draghi llega al regulador monetario y baja los tipos de interés 0,25 puntos porcentuales. Una medida que rompió con la tendencia que había estado siguiendo Jean-Claude Trichet que, en pleno estallido de la crisis financiera, se había dedicado a subir el precio del dinero —decisión que salió muy cara a la UE—. Las bolsas habían vuelto a caer tras los desplomes de 2008 y el euro no dejaba de devaluarse frente al dólar (mientras en EEUU, la economía empezaba a revivir después de que la Fed hubiese recortado el precio del dinero ya con el estallido de la burbuja).

La fluctuación del euro frente al billete verde muestra, en parte, las distintas formas en las que respondieron la UE y EEUU a una de las peores recesiones que ha vivido Occidente — y las distintas posiciones en las que, todavía hoy, ambos bancos centrales se encuentran—.

Julio de 2012

Tres palabras. Fue todo lo que Draghi necesitó para reavivar la maltrecha economía europea en 2012. El bono español se desplomaba hasta rozar una rentabilidad del 7% y el Ibex 35 cotizaba en mínimos de principios de siglo. El Viejo Continente recaía entonces en los peores años de la crisis, y el mercado no confiaba en la capacidad de los países periféricos de hacer frente ni a sus abultadas deudas ni a los desequilibrios de sus economías.

En un discurso con inversores en Londres, el italiano vio la oportunidad de reanimar las constantes vitales de la economía europea. Apenas le bastó con pronunciar su "whatever it takes": "haré todo lo necesario... y, creedme, será suficiente", zanjó. Todo un ejemplo de las dotes comunicativas del banquero que, sin anunciar una sola herramienta de política monetaria, fue capaz de vivificar el mercado con apenas la labia: la prima de riesgo española se redujo aquella sesión en 50 puntos básicos y el Ibex 35 llegó a subir un 6%, suspirando de alivio.

El momento es un claro ejemplo del llamado 'efecto Maradona' del italiano: el mercado esperaba que el BCE continuase mostrándose ajeno a las agonías de la economía, por lo que, cuando Draghi fue directamente a por la portería, los inversores cayeron rendidos a sus pies.

Junio de 2014

Llegan los tipos de interés negativo a la eurozona. Con la economía viendo ya (algo) de luz al final del túnel, Draghi decidió bajar los tipos del depósito al -0,1% — y quién nos iba a decir que hoy alcanzarían el -0,5%—. Esto significó que, a partir de 2014, los bancos tendrían que pagar al dinero por cumplir con los requisitos de garantía de liquidez que el propio BCE reclamaba. Una medida direccionada a impulsar el crédito de la banca que, sin embargo, ha supuesto un duro golpe al modelo de negocio del sector, cuya rentabilidad agoniza todavía hoy. No hay más que ver la cotización de los bancos tanto en Europa como en España.

Enero de 2015

Liquidez en vena a la economía europea. Draghi anunció en 2015 su programa de expansión cuantitativa (en inglés, quantitative easing, QE): una compra de 1,14 billones de euros en bonos del estado. Es decir, como bien dice el nombre, una expansión que la cantidad de dinero en circulación.

El programa tiene una serie de límites: no podrá comprar más del 25% de una emisión, ni más del 33% de toda la deuda de un emisor. Con todo, en un entorno en el que los tipos negativos y el miedo a la recesión empuja al mercado de los bonos a alcanzar rentabilidades negativas de forma generalizada (según datos de Tradeweb, 63,8% del total de la deuda pública y privada emitida en la UE está bajo cero). Como Frankenstein con su monstruo, el BCE también sufre la penuria de la renta fija en negativo: su balance está predominantemente compuesto por deuda soberana y es proporcional al peso de cada país sobre la economía de la eurozona (Francia y Alemania, por tanto, suponen casi la mitad de la cartera). Una situación que muchos ya señalan como propia de una burbuja.

El año 2018

Se suponía que 2018 iba a ser el año de la normalización monetaria —el propio Draghi ha reconocido en su última reunión con la prensa esta semana que sus expectativas habían sido salir del BCE con los tipos en positivo—. A finales del año pasado, las expectativas expresadas oficialmente por el regulador eran que el precio del dinero volviese a subir en la eurozona hasta otoño de 2018. Sin embargo, la economía ya empezaba a dar señales de debilidad, y, con la Fed (banco central de referencia a nivel mundial) subiendo los tipos, los inversores dudaban del apoyo de la política monetaria al mercado. Los expertos ya coincidían en este 2019 que gran parte de los brotes de volatilidad de finales del año pasado y este tenían que ver con el temor al fin de una era de dopaje monetario (así como los golpes políticos de Trump o Reino Unido).

Noviembre de 2019

Draghi deja el BCE. Antes, rebaja los tipos del depósito al -0,5%, anuncia el regreso de la QE (con las recompras rozando ya los topes del propio banco central), y un programa de TLRO para (intentar) calmar a la banca. Pese a que parece que Christine Lagarde continuará con el legado de su predecesor, los mercados todavía tienen muchas preguntas por responder: ¿Hasta cuándo durará esta política monetaria? ¿Se viene una crisis? ¿Está el banco central (y los gobiernos) preparado para actuar?

Draghi dijo en su última rueda de prensa que no le gustaba hablar del pasado, de las cosas que no podía cambiar: en los ocho años que ha durado su mandato, el Eurostoxx 50 ha subido un 72%, mientras que el Ibex 35 ha ganado un 13% (es un índice sumamente bancarizado). Sin embargo, ninguno de los dos índices se ha recuperado de las caídas de la crisis. Cuando el italiano llegó a la presidencia del BCE, el bono alemán cotizaba a una rentabilidad de más del 2% y el español a un 'yield' de entorno al 6%. Hoy se sitúan en el -0,37% y 0,26% respectivamente. El euro, a su vez, se ha dejado un 19% de su valor frente al dólar, billete de un país donde los tipos de interés todavía se sitúan en un 1,75%-2%.

"Ese es el legado: nunca te rindas". Así resumió el jueves Mario Draghi sus ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE). El italiano tuvo que pilotar el BCE durante una de las peores crisis financieras de la historia; en el contexto de una Unión Europea (UE) que goza de unidad monetaria pero no fiscal (y a duras penas política). Conocido por sus habilidades comunicativas —"nadie debería decir que 'si me has entendido, es que eres tonto'"— pero criticado por su política expansiva —"todas las jurisdicciones tienen desacuerdos, hace parte"—, 'super-Mario' deja un legado de ocho años frente al BCE: casi una década en los que los mercados han vivido desplomes, tiempos de bonanza, burbujas… así como algún que otro suspiro de alivio.

Mario Draghi
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