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El campeón de Europa que aprendió a invertir cuando le cortaron el teléfono
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Fernando San Emeterio

El campeón de Europa que aprendió a invertir cuando le cortaron el teléfono

"A mi yo de 18 años, que se fundió su primer sueldo, le recomendaría empezar a invertir cuanto antes para aprovechar la magia del interés compuesto", dice Fernando San Emeterio

Foto: Fernando San Emeterio (c) del Valencia Basquet defiende la posesión del balón ante los jugadores del Unicaja durante un partido. (EFE)
Fernando San Emeterio (c) del Valencia Basquet defiende la posesión del balón ante los jugadores del Unicaja durante un partido. (EFE)

“Con 17 años, viviendo con mis padres, ya ganaba 900 euros al mes. Era un tío guay, porque me podía comprar la Nokia Engage, que entonces era lo máximo, la Play Station, con todo lo último que salía... Pagaba las cenas con los amigos, las fiestas... Al cumplir 18, en el casino, la ruletita... Vivía la vida. Llegó el verano. Llamaba mucho con el móvil y un día, de pronto, mientras estaba hablando, se corta la señal. Llamo a ver qué pasa y me dicen que no he pagado el recibo y me tienen que cortar... Me había fundido todo el sueldo en estas cosas”.

Así relataba uno de los momentos clave de su vida Fernando San Emeterio, ‘Saneme’, uno de los jugadores más laureados en la historia del basket español. Campeón del EuroBasket dos veces con la Selección; medallista de plata en la maravillosa final de Londres 2012 contra el Dream Team II; vencedor de dos ligas ACB, una con aquel inolvidable y decisivo 2 + 1 en la última jugada del cuarto partido de la final de 2010; reciente vencedor de la Eurocup con Valencia Basket, club con el que acaba de renovar... E inversor convencido, muy convencido.

“En el vestuario me llaman de broma el bróker”, confesaba entre risas durante Finect Talks, la charla de finanzas celebrada este jueves en la Bolsa de Valencia, en la que compartió sus experiencias como inversor, y que puedes ver completa aquí.

Todo empezó en Santander, aquel verano clave en el que se fundió toda la cuenta corriente. “Mis padres estaban preocupados, no sabían dónde se había ido el dinero. Y mi madre me dijo que había que hacer algo, que en cuanto volviéramos a Valladolid empezaríamos por comprar una casa, lo que sería mi primera inversión”, relataba. A los 25 años, ya tenía la casa pagada. ¿Qué hacer después con el dinero?

También por su madre, conoció Bestinver y descubrió lo que realmente le encajaba como inversor. “Yo no sabía nada, pero me gustó mucho su filosofía: comprar barato para vender después más caro, invertías en empresas, te mandaban un email con la valoración, era seguro, en el sentido de que era muy complicado perderlo todo… Como había pasado a mucha gente con lo de Forum Filatélico”. Y a partir de ahí, se disparó su curiosidad por el mundo de la inversión, sobre todo gracias a la lectura.

"Pensé en el basket y me monté mi propio equipo ideal de la inversión. Un base, que pueden ser fondos mixtos, que no se coman las caídas"

“Leí Padre Rico, Padre Pobre y se me quedó grabada una frase: Haz que el dinero trabaje por tí. Empecé a concienciarme y a partir de ahí tomé las riendas de mis decisiones financieras. Sigo después con Benjamin Graham, Peter Lynch, Warren Buffett...” ¿Pero cómo llevar a la práctica todo lo que estaba aprendiendo?

“Pensé en el basket y me monté mi propio equipo ideal de la inversión. Un base, que pueden ser fondos mixtos, que no se coman las caídas; un escolta anotador, que tire, que coge la racha y suba bien; en la posición de 3, un ‘jugador’ que haga un poco de todo, como yo; en el 4 un fondo que sea reboteador, que tenga tiro exterior, que ayude… como los fondos 'value'; y luego en el 5, un tipo de productos donde sea como dar balones al pivot cuando el partido se complica, como los fondos indexados”, explicaba.

Foto: La Bolsa de Madrid. (EFE)

¿Su activo favorito? La renta variable. “Ha tenido una rentabilidad anual media del 7% en los últimos 150 años, aún habiendo pasado por guerras y grandes crisis, lo que supone duplicar cada 10 años, gracias a la magia del interés compuesto. Y esto es muy importante para los deportistas, que ganamos mucho dinero cuando somos muy jóvenes y tenemos muchos años por delante. Podemos ir acumulando desde mi pronto y haciendo esta bola muy muy grande”, afirmaba.

Una realidad que lamenta haber descubierto “tarde”, pese a haber empezado con 30 años y que, por eso, intenta transmitir a los jugadores más jóvenes. “Tampoco voy dando la brasa en el vestuario, pero alguno engancho, ¿eh? El otro día veo que el junior del equipo saca un libro de Warren Buffett de la mochila… Le dije, dale, dale”, contó entre risas.

¿Qué le diría Saneme a su yo de 18 años, a ese que dilapidó sus primeros sueldos?

- Que empezara cuanto antes a invertir, reservando el 30-40% de su salario mensual para invertir

  • Que lo hiciera a través de fondos de inversión,“porque te permite empezar pronto aunque no tengas un conocimiento profundo, y están gestionados por profesionales, con su proceso y su estilo de inversión, y porque fiscalmente son el mejor vehículo porque hasta que no vendes no tributas.
  • Buscar su equipo ideal y automatizar las aportaciones, para reducir el peso de las emociones, “el estrés de si tengo que meter ahora que ha subido o ha caído…”.

Cada uno, eso sí, con la volatilidad que esté dispuesto a soportar según sus preferencias de riesgo (Conoce tu perfil inversor con esta herramienta interactiva). Pero sin descuidar la idea fundamental: hacer crecer la bola de nieve, gracias a la magia del interés compuesto. Él, según explicó, lo tiene claro: e invierte aproximadamente el 60% de su patrimonio en renta variable, “pero cada cual debe encontrar el nivel que el estómago le permita”, concluye ‘Saneme’.

“Con 17 años, viviendo con mis padres, ya ganaba 900 euros al mes. Era un tío guay, porque me podía comprar la Nokia Engage, que entonces era lo máximo, la Play Station, con todo lo último que salía... Pagaba las cenas con los amigos, las fiestas... Al cumplir 18, en el casino, la ruletita... Vivía la vida. Llegó el verano. Llamaba mucho con el móvil y un día, de pronto, mientras estaba hablando, se corta la señal. Llamo a ver qué pasa y me dicen que no he pagado el recibo y me tienen que cortar... Me había fundido todo el sueldo en estas cosas”.

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