Los nietos del nazi Friedrich Flick se convierten en los millonarios más jóvenes

Con 19 años recién cumplidos, Viktoria-Katharina y Karl-Friedrich Flick han recibido la herencia de su difunto padre y de este modo han logrado arrebatar a las hermanas noruegas Alexandra y Katharina Andresen de 21 y 22 años respectivamente, el puesto de los millonarios más jóvenes del mundo, según el Bloomberg Billionaires Index.

Cada uno de ellos ha recibido 1.800 millones de dólares (unos 1.500 millones de euros), frente a los 1.400 millones de dólares (1.174 millones de euros) que amasan sus predecesoras, y eso a pesar de que su progenitor ya se encargó de dilapidar la mayor parte de su dinero hasta su muerte en 2006. Hasta ahí, todo normal en la típica historia de ricos guapos y famosos niños de papá propia del papel cuché, si no fuera porque su fortuna no está exenta de polémica.

Y es que la mayoría de edad de estos mellizos alemanes, que acostumbran a mantener un perfil mediático bajo, ha desenterrado los viejos fantasmas de la familia, una de las más ricas del país, propietaria de un 'holding' de empresas relacionadas con el carbón y el acero. No en vano, buena parte del patrimonio que ha llegado a nuestros días tiene su origen en la Alemania nazi, cuando su abuelo, el industrial Friedrich Flick, amplió su imperio a costa de vender armas al ejército, explotar sus fábricas con esclavos judíos, quedarse con las industrias y los negocios que se iban expropiando a medida que avanzaban las conquistas de Hitler por Europa y apoyando financieramente al régimen desde 1933, al que donó más de 7 millones de marcos.

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Flick fue juzgado y condenado por crímenes de guerra en los juicios de Núremberg de los Tribunales Militares de Estados Unidos en 1947, donde se probó que de los 48.000 judíos usados como mano de obra procedentes de campos de concentración de todo el territorio, unos 40.000 murieron como consecuencia del trato inhumano recibido en sus fábricas. Aunque la sentencia contemplaba siete años en prisión, a los tres años fue indultado por el Alto Comisionado de EEUU en Alemania Occidental, John J. McCloy, y recuperó el control de su conglomerado industrial convirtiéndose en la persona más rica del país.

De hecho, a diferencia de otras dinastías alemanas cuya fortuna procedía, en parte, de la época nazi, ni el abuelo Friedrich, ni su hijo menor y padre de los mellizos, Friedrich Karl, que se convirtió en el único propietario del conglomerado familiar, hicieron ningún tipo de restitución por utilizar mano de obra esclava durante la IIGM. Así, mientras que el uno siempre aseguró que era inocente, el segundo "simplemente no tenía la ambición intelectual para lidiar con la compleja historia de Alemania y cómo su familia se vio envuelta", asegura el escritor Thomas Ramge, autor de 'The Flicks', en Bloomberg.

Tras la muerte del industrial en 1972, Friedrich Karl se puso al frente del negocio familiar tras comprar al resto de miembros su parte en 1975 y vendió a US Steel Corp los activos procedentes de la llamada "ariarización" —negocios expropiados a judíos durante el régimen nazi—.

Pero el padre de los jóvenes más ricos del mundo no se ha mantenido al margen de la polémica. Y es que pronto se vio involucrado en uno de los mayores escándalos políticos de Alemania, cuando el ministro de Economía y presidente del Parlamento se vio obligado a dimitir en 1980 por una serie de donaciones ilegales, aunque no fue imputado. Siete años después se le asoció con una trama de evasión de impuestos.

Después de esto, vendió todos sus activos a Deutsche Bank por 2.170 millones de dólares y se retiró de la vida pública hasta su muerte, cuando Viktoria-Katharina y Karl-Friedrich, fruto de su tercer matrimonio con Ingrid Ragger, apenas tenían siete años de edad.