Saracho pone a Ron en evidencia: dio crédito a los clientes del Popular para la ampliación
Era un secreto a voces, pero Ron y Larena se empeñaron en negarlo: el Popular financió a sus clientes para acudir a la ampliación. Saracho lo reconocio ayer y Larena dimitió
Emilio Saracho se ha cobrado cumplida venganza de la negativa de su antecesor en la presidencia del Banco Popular, Ángel Ron, a dejarle el trabajo hecho en las cláusulas suelo. Ayer reconoció un importante déficit de provisiones en las últimas cuentas de Ron -y eso que arrojaron las mayores pérdidas de la historia de la entidad-, aunque sin detallar cómo quedarán los resultados de 2016 revisados (el auditor, PwC, considera que no hará falta reformularlos). Pero no se quedó ahí: metió el dedo en el ojo del anterior presidente al admitir que el banco prestó dinero a los clientes para acudir a la macroampliación de capital de junio, algo que la entidad negó entonces hasta la saciedad.
La práctica de conceder crédito para comprar acciones del propio banco no está prohibida por la ley, pero sí exige dos cosas: que se ofrezca en condiciones de mercado (como informó El Confidencial, en el caso del Popular el tipo de interés para Unión Europea de Inversiones fue inferior al concedido por otros bancos a sus accionistas) y que no compute como capital. Eso tiene lógica, puesto que en realidad quien pone el dinero para comprar los títulos sería la entidad, y estaría sacando recursos de un cajón para meterlos en otro.
Pero eso es exactamente lo que hizo el Popular de Ron, según reveló ayer Saracho a la CNMV: se apuntó como capital varios cientos de millones que sus clientes compraron con préstamos del propio banco, una cantidad que ahora debe restar de sus ratios de solvencia: "determinadas financiaciones a clientes que pudieran haberse utilizado para la adquisición de acciones en la ampliación de capital llevada a cabo en mayo de 2016, cuyo importe, si se verificara, debería ser deducido de acuerdo con la normativa vigente del capital regulatorio del Banco, sin efecto alguno sobre el resultado ni el patrimonio neto contable. La estimación estadística del importe de estas financiaciones es de 205 millones de euros, siendo el importe total objeto de este análisis de 426 millones de euros", explica el hecho relevante del lunes.
En consecuencia, si se confirman esos 205 millones, el importe efectivo de la ampliación se reducirá de 2.500 a unos 2.300 millones, con la consiguiente minoración de su nivel de capital según las normas de Basilea. Disminución que será más importante, lógicamente, si finalmente la cifra se sitúa más cerca de los 426 millones investigados. Algunos analistas estimaban ayer que la ratio de capital CET1 'fully loaded', el relevante para los inversores, se situará con todos estos impactos entre el 7,2% y el 7,5%, muy lejos del estándar del 10%, y en niveles que pueden provocar que el BCE tome medidas. El valor lo acogió con un desplome del 10,44% en bolsa hasta 0,815 euros.
Saracho saca las vergüenzas a Ron
En todo caso, la cuestión es que Saracho ha dejado a su antecesor a los pies de los caballos puesto que el banco negó en repetidas ocasiones que concediera préstamos a sus clientes para acudir a la ampliación. Pero hasta la entonces presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez, se pronunció sobre estos posibles préstamos y anunció públicamente que vigilaría la venta de las acciones del Popular para asegurarse de que se cumplían todos los requisitos. Según fuentes cercanas a la entidad, la orden a las oficinas fue disfrazar estos préstamos con otra finalidad (personal, circulante, inversión, etc.), para que no se pudiera establecer que eran para acudir a la ampliación y, por tanto, no hubiera que restarlos del capital.
No fue la única afirmación poco rigurosa que hizo en esta operación. El banco también insistió en que no había impuesto a los directores de oficina unos objetivos de venta de acciones a los clientes minoristas. Sin embargo, esos objetivos existían, y los responsables de las sucursales tuvieron que sudar la camiseta para cumplirlos. Lo peor no fue eso, sino lo que tuvieron que sufrir después al dar la cara ante esos clientes por las fuertes pérdidas derivadas del desplome de la cotización: "Nos hemos dejado la piel para conseguir cumplir los objetivos de colocación de acciones de la ampliación entre los clientes, y ahora tenemos que dar la cara delante de ellos porque pierden hasta la camisa", declaraba una directora a El Confidencial. Con la agravante de que la mayoría de los empleados también compró acciones... en muchos casos también con créditos blandos.
La gota que colma el vaso de Larena
El cuestionamiento de las cuentas y de la gestión del banco en la época de Ron, sumado al ninguneo sufrido por Saracho, provocó ayer la dimisión del consejero delegado del banco, Pedro Larena, famoso por su frase "el Popular es un bancazo". Saracho había nombrado un consejero delegado en la sombra, Miguel Escrig, que reportaba directamente al presidente, con lo que el consejero delegado se había quedado sin funciones. Escrig pasó a ser la mano derecha del presidente para afrontar la dura reestructuración necesaria para salvar el banco, sea en solitario o mediante su venta. Un fichaje que se había completado con el encargo de una revisión a fondo de la entidad a su hombre de confianza en JP Morgan, José Cerezo, ambas decisiones a espaldas de Larena.
Ron había nombrado CEO a Larena en julio del año pasado en una maniobra típica de situaciones desesperadas: ofreció la cabeza de su anterior consejero delegado, Francisco Gómez, a los accionistas del banco para tratar de salvar la suya. Larena, procedente de Deutsche Bank, fue elegido como un hombre de consenso ya que estaba bien visto por todo el consejo. Como es sabido, finalmente no fue suficiente, dada la magnitud del desastre y las maniobras de los consejeros descontentos, por lo que Ron también tuvo que abandonar su puesto y fue sustituido por Saracho.
Emilio Saracho se ha cobrado cumplida venganza de la negativa de su antecesor en la presidencia del Banco Popular, Ángel Ron, a dejarle el trabajo hecho en las cláusulas suelo. Ayer reconoció un importante déficit de provisiones en las últimas cuentas de Ron -y eso que arrojaron las mayores pérdidas de la historia de la entidad-, aunque sin detallar cómo quedarán los resultados de 2016 revisados (el auditor, PwC, considera que no hará falta reformularlos). Pero no se quedó ahí: metió el dedo en el ojo del anterior presidente al admitir que el banco prestó dinero a los clientes para acudir a la macroampliación de capital de junio, algo que la entidad negó entonces hasta la saciedad.