Es noticia
El bono de EEUU sufre su mayor caída desde 1991 y arrastra a la deuda pública europea
  1. Mercados
rompe la tandencia bajista que viene desde 2013

El bono de EEUU sufre su mayor caída desde 1991 y arrastra a la deuda pública europea

Los bonos son el activo más castigado por la victoria de Trump ante las expectativas de inflación. El de EEUU ha sufrido su mayor caída desde 1991 y Europa se ha contagiado

Foto: Donald Trump lee el 'Wall Street Journal' en un mitin de su campaña electoral. (Reuters)
Donald Trump lee el 'Wall Street Journal' en un mitin de su campaña electoral. (Reuters)

Si las bolsas se han tomado bastante bien la inesperada victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, más allá de la volatilidad inevitable en este tipo de acontecimientos, la deuda pública ha sufrido un durísimo castigo. En especial el Treasury norteamericano a 10 años, cuyo precio registró el miércoles —el día posterior a los comicios— su mayor caída desde 1991. En apenas una semana, su rentabilidad (que se mueve a la inversa) ha pasado del 1,7% al 2,15%, y la del Bund se ha ido desde el 0,135% hasta el 0,309% (una subida mayor, aunque desde niveles mucho más bajos). La cuestión es si se trata solo de una reacción histérica a corto plazo o de un cambio de tendencia.

Como es sabido, los bonos gubernamentales en todo el mundo han sido el activo más rentable de los últimos años gracias a la caída histórica de sus rentabilidades hasta niveles mínimos que, en algunos casos —como el Bund alemán—, han llegado a ser cero o incluso negativos. De ahí que numerosos analistas alertaran de una burbuja de la renta fija, alimentada por las compras en mercado de los bancos centrales, que acabaría por estallar. Además, estas ganancias han sido mayores cuanto más larga era la duración del bono: así, el Treasury a 10 años ha ganado un espectacular 46% desde 2014, frente al 14% de la media del mercado de deuda pública de EEUU.

¿Se ha terminado la fiesta? Todo indica que sí. El citado bono norteamericano a 10 años vio cómo su rentabilidad se disparaba el 10,9% el miércoles, y esta ha seguido subiendo en los días posteriores hasta alcanzar el 2,15%. Ni siquiera sufrió unas ventas similares cuando la Fed subió los tipos por sorpresa en 1994 o cuando empezó a retirar los estímulos extraordinarios (el QE) en 2013, lo que se denominó 'taper tantrum'. La duración es un arma de doble filo, puesto que, cuanto mayor es el plazo de un bono, más sensible es a los movimientos de los tipos de interés; eso significa que los activos que más han ganado son los que más tienen que perder en el nuevo escenario que abre la victoria republicana.

Dicho escenario está dominado por el temor a que los tipos suban más y más rápidamente de lo esperado, en respuesta a las políticas inflacionistas anunciadas por Trump en campaña: básicamente, una fuerte rebaja de impuestos y un plan de infraestructuras valorado casi en un billón de dólares, con el objetivo de impulsar el crecimiento económico, pero que disparará el déficit público y la necesidad de emitir deuda para financiarlo. Unas medidas que, de momento, han gustado a las bolsas y que han sido bautizadas como el 'reflation trade'.

¿Corrección de excesos o cambio de tendencia?

Ahora se abren dos posibilidades que determinarán el futuro del mercado de deuda y, por extensión, el del resto de mercados: si el movimiento de la semana pasada es algo puntual o un cambio de tendencia. Robin Wigglesworth, columnista del 'Financial Times', plantea que "la gran pregunta ahora es si esto es meramente una 'repreciación' de la duración impulsada por la elección de Trump después de una subida sin precedentes o el inicio de un mercado completamente nuevo que tira por tierra los clichés posteriores a la crisis, como 'tipos más bajos durante más tiempo' o 'la nueva normalidad".

La respuesta de este gurú es que, "guiándonos por los movimientos recientes del mercado, los inversores parecen inclinarse por la segunda opción". A favor de esta tesis está la ruptura de la tendencia bajista de la rentabilidad en el bono norteamericano a 30 años (mayor duración que el activo a 10 años), una tendencia que venía desde máximos del 4% en diciembre de 2013. Este rendimiento se ha disparado desde el 2% alcanzado en agosto hasta el 3% la semana pasada. Si se confirma esta ruptura, el cambio de tendencia en la deuda pública estará servido.

Este lunes, la deuda española continuaba subiendo. Así, el bono soberano a diez años escalaba hasta el 1,62% de interés. Esto también se notaba en la prima de riesgo, que repuntaba y se situaba alrededor de los 125 puntos básicos.

Si las bolsas se han tomado bastante bien la inesperada victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, más allá de la volatilidad inevitable en este tipo de acontecimientos, la deuda pública ha sufrido un durísimo castigo. En especial el Treasury norteamericano a 10 años, cuyo precio registró el miércoles —el día posterior a los comicios— su mayor caída desde 1991. En apenas una semana, su rentabilidad (que se mueve a la inversa) ha pasado del 1,7% al 2,15%, y la del Bund se ha ido desde el 0,135% hasta el 0,309% (una subida mayor, aunque desde niveles mucho más bajos). La cuestión es si se trata solo de una reacción histérica a corto plazo o de un cambio de tendencia.

Bolsas Rentabilidad Renta fija
El redactor recomienda