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Alfa y Beta, dos conceptos importantes para evaluar un fondo
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Alfa y Beta, dos conceptos importantes para evaluar un fondo

Para escoger un fondo de inversión adecuado, hay que tener en cuenta una serie de factores, dos de ellos son el alfa y la beta de un fondo

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En el mundo en el que vivimos, los retos geopolíticos, el precio del petróleo, la paridad del euro con respecto al dólar, la cotización de las materias primas, la inflación y las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) o de la Fed norteamericana influyen en las bolsas, y también en la renta fija. Todos estos factores afectan al mercado, positiva o negativamente, pero lo cierto es que pueden suponer que, en una misma sesión bursátil, un valor o índice pueda subir y bajar en poco tiempo. Para escoger un fondo de inversión adecuado, hay que tener en cuenta una serie de factores, dos de ellos son el alfa y la beta de un fondo.

La beta es la sensibilidad de un fondo a los movimientos del mercado de referencia, mientras que el alfa va un paso más allá e indica la rentabilidad extra que el gestor es capaz de ofrecer independientemente del índice de referencia. Así, por ejemplo, si hablamos de un fondo de renta variable española, su índice de comparación natural o índice de referencia sería el Ibex 35; si fuera un fondo de renta variable americana, el más habitual sería el S&P500, pero hay muchos índices con distintas connotaciones en cuanto al estilo de gestión y áreas geográficas que los componen. Con el alfa valoramos la habilidad del gestor del fondo: si es positivo, se entiende que el gestor ha aportado valor. De esta manera, se obtiene una rentabilidad independiente de la aportada por el mercado de referencia de ese fondo.

Por ejemplo: si un fondo tiene una beta de 1,2, y un alfa de cero, en un mercado alcista, donde el índice de referencia obtiene en un año un 10% de rentabilidad, el fondo habría obtenido un 12%. Sin embargo, si el mercado es bajista y cae un -10%, el fondo de la misma manera sufriría cayendo un -12%.

Si el fondo tiene una beta de 0,8 y un alfa de 3% y su mercado de referencia sube un 10%, el fondo subirá por la beta un 8%. A esto se añade el 3% de rentabilidad del alfa, por lo que obtendría un total de un 11%. En un mercado bajista que cayera, por ejemplo, un -10%, por la beta el fondo caería un 8%, pero se vería amortiguado por el alfa de 3%, cerrando con una caída de tan solo un -5%. Ahí es donde se ve que el gestor del fondo ha aportado valor de forma independiente al comportamiento del mercado de referencia.

Existe un tipo de instrumento similar a los fondos pero con connotaciones ligeramente distintas. Se trata de las ETF, o fondos cotizados. Las ETF replican la evolución de un índice concreto (también en renta fija). Esto quiere decir que la beta será de uno y que el alfa será cero. Es decir, no existe gestión activa. Otra diferencia importante es que al estar cotizados están dentro del mercado continuo y se pueden comprar y vender dentro de la misma sesión.

Lo que le interesa más al inversor es un ratio alfa positivo, es decir, el mayor retorno independiente del mercado que pueda añadir el gestor. Cuando el mercado ofrece rentabilidades positivas, una beta alta añadiría una rentabilidad interesante, pero también hay que tener en cuenta que a la baja estaría más castigado.

Encontrarás más información en el Espacio de Finanzas de Deutsche Bank.

En el mundo en el que vivimos, los retos geopolíticos, el precio del petróleo, la paridad del euro con respecto al dólar, la cotización de las materias primas, la inflación y las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) o de la Fed norteamericana influyen en las bolsas, y también en la renta fija. Todos estos factores afectan al mercado, positiva o negativamente, pero lo cierto es que pueden suponer que, en una misma sesión bursátil, un valor o índice pueda subir y bajar en poco tiempo. Para escoger un fondo de inversión adecuado, hay que tener en cuenta una serie de factores, dos de ellos son el alfa y la beta de un fondo.

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