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Una Fundación de la familia de Castillejo fue la que detonó el concurso de Zinkia
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se negó a refinanciar 2,5 millones

Una Fundación de la familia de Castillejo fue la que detonó el concurso de Zinkia

Ni Valladares, ni Delgado. Quien ha dado el portazo definitivo al presidente de Zinkia ha sido su propia familia, al no aceptar su acuerdo de refinanciación

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La guerra accionarial que desde hace meses vive Zinkia, la productora de Pocoyó, se ha visto como un desencuentro entre el presidente y primer accionista del grupo, José María Castillejo, y el segundo mayor inversor, Miguel Valladares, que cansado de la gestión del empresario navarro dio un golpe en la mesa y decidió embargarle casi toda su participación.

En pleno clímax de este desencuentro, Alberto Delgado, tercer accionista de referencia del grupo y a quien unían décadas de estrecha amistad con Castillejo, se puso del lado de Valladares, convencido de que la compaía necesitaba un cambio de timón o iba abocada al concurso de acreedores, como ha terminado ocurriendo.

Pero, curiosamente, quien ha detonado la situación no ha sido ninguno de estos dos inversores, a los que Castillejo echó del consejo de administración por la puerta de atrás acusándoles de falta de cofianza, sino su propia familia.

En el Hecho Relevante que envió Zinkia a la CNMV -Comisión Nacional del Mercado de Valores- el pasado 26 de febrero anunciando su concurso, Castillejo reconocía haberse visto abocado a tener que dar este paso después de que "una entidad privada, titular de un préstamo realizado a la sociedad por importe de 2,5 millones de euros", se negara a "alcanzar un acuerdo satisfactorio" para refinanciar esta deuda.

Portazo familiar

Esa entidad privada, según las fuentes consultadas por El Confidencial, es la Fundación Santa María de los Peñones, ligada a la familia materna del propio Castillejo, los Oriol, que concedió un crédito a la productora de Pocoyó, a un tipo de interés del 9,75%, y cuyo vencimiento se produce este mismo año 2014.

Aunque la discreción y nula transparencia ha sido la máxima a la hora de informar sobre este préstamo, ya en un requerimiento de ampliación de información que hizo la CNMV a Zinkia el pasado verano, la compañía tuvo que confesar que entre sus principales acreedores se encontraba una Fundación, a la que debía 2,5 millones de euros, aunque omitió el nombre completo.

Esta cantidad,junto a los 2,1 millones de ayudas obtenidas con el Plan Avanza, constituían el grueso de sus compromisos financieros a fecha del requerimiento.Además, la productora aseguraba haber conseguido llegar a un acuerdo con su banca acreedora para refinanciar otros 2,1 millones de euros; mientras que la Seguridad Social le había aplazado el pago de más de 80.000 euros.

Con sus bonistas también logró, a finales del pasado ejercicio, y tras suspender temporalmente el pago del cupón, un agónico acuerdo a cambio de disparar hasta el 11% la remuneración y conceder a los tenedores de los 2,3 millones de euros que suman sus instrumentos híbridos yna posibilidad de recompra un año antes de lo previsto.

La guerra accionarial que desde hace meses vive Zinkia, la productora de Pocoyó, se ha visto como un desencuentro entre el presidente y primer accionista del grupo, José María Castillejo, y el segundo mayor inversor, Miguel Valladares, que cansado de la gestión del empresario navarro dio un golpe en la mesa y decidió embargarle casi toda su participación.

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