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Gussing, el gigante verde
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Gussing, el gigante verde

El 11 de diciembre de 1997, los países industrializados se reunieron en la ciudad de Kyoto y se comprometieron a ejecutar un conjunto de medidas para

Foto: Gussing, el gigante verde
Gussing, el gigante verde

El 11 de diciembre de 1997, los países industrializados se reunieron en la ciudad de Kyoto y se comprometieron a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero que, en su mayor parte, son los responsables del tan temido cambio climático. De esta forma, los asistentes firmaron un compromiso por el que disminuirían un 5,2% sus emisiones contaminantes antes de 2012, siendo el punto de partida la entrada en vigor del Protocolo firmado en aquella ciudad en noviembre de 2004. La ausencia más llamativa de la cita: EEUU, a pesar de ser uno de los países que más contamina.

Y es que para el gobierno de George Bush es más fácil mirar hacia otro lado que intentar poner remedio al problema, teniendo en cuenta las consecuencias económicas que supondría su adecuación para las arcas del país. Pero la concienciación por el medio ambiente crece por días y más de uno comienza a ponerle cara a la causa. Uno de estos rostros que luchan por cambiar las cosas, desde el interés que despierta la fama, es Al Gore, ex vicepresidente de Bill Clinton, que recientemente ha presentado un documental, “Una verdad incómoda”, que advierte de la necesidad de reducir en un 90% las emisiones contaminantes si queremos seguir disfrutando del planeta. De conseguir llegar a estas cifras, los beneficios no sólo se notarían en el medioambiente y la salud de cada uno, sino también en nuestros bolsillos. Eso es precisamente lo que ocurre en el pueblo de Gussing, Austria.

Gussing, un ejemplo a seguir

Hace 15 años y, consciente de su que su economía le impedía hacer frente a la factura de la luz, el municipio de Gussing ordenó que todos sus edificios públicos dejaran de usar combustibles fósiles. Dicho y hecho. Peter Vadasz, de 63 años, acababa de ser elegido nuevo alcalde del pueblo y no estaba dispuesto a pagar 6 millones de euros anuales en electricidad. Se puso en contacto con Rheinhard Koch, un ingeniero en electrónica, y le comentó sus inquietudes: quería que evaluase la ciudad para ver si podía subsistir gracias a sus recursos naturales.

Ese mismo año, en 1992, construyó una red de energía basada en una planta de generación que utilizaba la combustión producida por la madera, dando abastecimiento, en un principio, a sólo 27 hogares. Algo más tarde empezaron a usar un combustible para coches hecho a base de semilla de colza. Ya en 1996, consiguieron generar electricidad suficiente como para expandirse por otras ciudades. Dos años más tarde, y gracias a los descubrimientos del científico Hermann Hofbauer, se inició la producción de un combustible basado en la madera o biomasa. Estos y otros muchos avances ha reducido la contaminación en un 93% desde 1995.

Este tipo de iniciativas “deben ser”, según el alcalde, “la prioridad superior de alguien que entra en política en cualquier parte del mundo”, señala orgulloso mientras termina: “la gente aquí se siente menos vulnerable porque saben que se abastecen de energías renovables que ellos producen y no dependen de las importaciones”, dijo en declaraciones a Bloomberg.

El 11 de diciembre de 1997, los países industrializados se reunieron en la ciudad de Kyoto y se comprometieron a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero que, en su mayor parte, son los responsables del tan temido cambio climático. De esta forma, los asistentes firmaron un compromiso por el que disminuirían un 5,2% sus emisiones contaminantes antes de 2012, siendo el punto de partida la entrada en vigor del Protocolo firmado en aquella ciudad en noviembre de 2004. La ausencia más llamativa de la cita: EEUU, a pesar de ser uno de los países que más contamina.

Efecto invernadero