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Vale, tengo el cuerpo repleto de microplásticos, ¿y ahora qué?
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Una contaminación descontrolada

Vale, tengo el cuerpo repleto de microplásticos, ¿y ahora qué?

Mientras se confirma que este tipo de contaminante sigue invadiendo nuestro organismo, la ciencia intenta determinar el grado de amenaza que supone para la salud

Foto: El plástico invade el planeta y nuestro organismo. (iStock)
El plástico invade el planeta y nuestro organismo. (iStock)

Sabemos que están en nuestro entorno, en los alimentos que ingerimos y el agua que bebemos, incluso en el aire que respiramos. Sin embargo, la ciencia sigue sin ser capaz de determinar el grado de amenaza que supone la presencia de microplásticos en nuestro organismo.

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR) ha examinado los posibles efectos en la salud de estas pequeñas partículas de plástico a nivel celular para intentar determinar cómo podrían afectar los tejidos humanos.

Como reconocen los propios autores en el informe, “los riesgos potenciales para la salud humana asociados con la exposición a los microplásticos se han convertido en uno de los temas más discutidos en las investigaciones sobre protección de la salud de los consumidores”.

Foto: Un pesquero francés con las redes llenas de peces y, sin saberlo, de plástico. Greenpeace

Sin embargo, como señala 'Environtment Journal' al valorar la publicación de este informe, lo que está confirmado es que cuanto más pequeñas son las partículas de plástico, más fácilmente pueden ser absorbidas por las células. Además, la forma, la superficie y las propiedades químicas del polímero juegan un papel importante a la hora de determinar el carácter patógeno de las partículas de plástico.

Los microplásticos aparecen en el medio ambiente a partir de la descomposición de los materiales poliméricos que nos rodean a diario: desde mobiliario hasta revestimientos; desde envases y tapicerías de vehículos hasta bolsas de té o prendas de vestir. La abrasión de las ruedas, de los sistemas de frenado o de la señalización horizontal de las calzadas es otra de las principales fuentes vinculadas al tránsito. Como resultado, se pueden inhalar o ingerir varios tipos de partículas microplásticas, lo que dificulta el estudio de sus efectos en la salud.

En búsqueda de evidencias

En todo caso, la evidencia científica actual sugiere que los microplásticos en general tienen un riesgo comparativamente bajo para la salud humana, porque son demasiado grandes para ser absorbidos por las células humanas en una cantidad lo suficientemente significativa. Sin embargo, la situación es diferente con las partículas más pequeñas, conocidas como nanoplásticos.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Estas partículas, que alcanzan un tamaño de un nanómetro (milmillonésima parte de un metro: un cabello humano tiene un espesor de 50.000 nanómetros), se están incorporando de forma masiva desde el medio ambiente a nuestro organismo, aunque todavía no se sabe con certeza en qué cantidades y en qué órganos pueden llegar a bioacumularse. De hecho, dado que estas partículas son tan ínfimas en tamaño, resulta especialmente dificultoso determinar de manera fiable sus efectos en el tejido humano.

Sin embargo, en las pruebas de laboratorio, este equipo de investigadores ha logrado determinar que las células del intestino delgado, que actúa como barrera natural entre el contenido intestinal y el organismo, son bastante infranqueables, y los nanoplásticos solo se filtraron en la célula en proporciones muy pequeñas. Ahora bien, los autores alertan de que las partículas aún más pequeñas, ya en el rango submicrométrico, aparecieron en proporciones bastante elevadas en las células hepáticas, adhiriéndose directamente a la membrana celular o quedando atrapadas en una especie de pequeñas burbujas: un proceso conocido como endocitosis.

Foto: Los microplásticos invaden también las tierras de cultivo. (iStock)

Una de las conclusiones más destacadas de este nuevo estudio sobre los efectos de los microplásticos en nuestro organismo es que las partículas más ínfimas pueden saltar todas las barreras, aunque no se ha conseguido determinar si son capaces de alterar el metabolismo normal de la célula, aunque también podrían ir acompañadas de sustancias potencialmente dañinas, actuando entonces como posibles vectores de enfermedad.

En todo caso, y en aplicación del principio de precaución, lo más aconsejable desde un punto de vista medioambiental y de protección de la salud es reducir el uso de estos materiales, mejorar su gestión como residuo y evitar su abandono en el entorno.

Sabemos que están en nuestro entorno, en los alimentos que ingerimos y el agua que bebemos, incluso en el aire que respiramos. Sin embargo, la ciencia sigue sin ser capaz de determinar el grado de amenaza que supone la presencia de microplásticos en nuestro organismo.

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