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Greenwashing musical: festivales sostenibles siempre y cuando sean rentables
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Ser verde en una burbuja insostenible

Greenwashing musical: festivales sostenibles siempre y cuando sean rentables

Con la inmensa cantidad de estos eventos que se celebran (menos en 2020) año a año, su impacto en el medio ambiente está en entredicho. Algunos eventos, así como algunos músicos ponen de su parte, pero no es suficiente

Foto: Festival de música en Ciudad del Cabo. (EFE/Kim Ludbrook)
Festival de música en Ciudad del Cabo. (EFE/Kim Ludbrook)

Todos hemos ido alguna vez a un concierto, posiblemente a uno multitudinario, o incluso a un festival. Hemos pagado un precio bastante alto por la entrada y hemos salido de allí emocionados por el show que hemos presenciado, planteándonos si verdaderamente ha sido justo el coste del acceso y olvidándonos del medioambiental. Así que hagámonos la pregunta ahora: ¿cuánto le cuesta al planeta la celebración de un concierto?

Lo cierto es que, a día de hoy, sigue resultando difícil medir la huella de carbono y el impacto medioambiental real de un show musical. Aun así, contamos con datos que nos ayudan a despejar algunas dudas. Según el estudio “Sondeo de carbono: gas de efecto invernadero en Reino Unido en la industria de la música”, elaborado por expertos de varias universidades británicas, los eventos musicales pequeños generan una huella de 5 kilos de CO₂ por persona y 25 kilos de CO, en el caso de un macrofestival. En estos datos, no solo se incluyen los vuelos de los artistas o el transporte que han usado los propios asistentes.

A pesar de las buenas intenciones, los festivales sostenibles tienen una letra pequeña: “siempre que sea posible”

El montaje del escenario es de los aspectos más contaminantes, suponiendo el 34% de las emisiones de un concierto, según la Green touring guide. En España, durante el 2019, se celebraron hasta 890 festivales y según datos de la Asociación de Festivales de Música (FMA), el total de los asistentes a los eventos de sus asociados fue de 1.800.000 personas, las cuales generaron aproximadamente 680 toneladas de residuos.

Ante estas cifras, son muchos los organizadores de este tipo de eventos, así como artistas de primer nivel, los que han mostrado su intención y buen hacer orientados hacía la celebración de espectáculos más sostenibles. El caso más reciente, el de la banda británica Coldplay que, tras anunciar en 2020 que no celebraría giras hasta que no pudieran garantizar que iban a ser 100% sostenibles, hace unos meses comunicaba que volvía a la carga el próximo año con su gira más respetuosa con el planeta. Su propuesta, consultada con un equipo experto en la materia, incluye novedades nunca vistas hasta ahora en la producción de eventos.

placeholder Chris Martin, cantante de Coldplay. Foto: EFE/Peter Foley
Chris Martin, cantante de Coldplay. Foto: EFE/Peter Foley

El movimiento de los asistentes al concierto sobre un suelo cinético suministrará la energía necesaria al show. Según Chris Martin, líder del grupo, si los fans dejan de saltar, la potencia energética del concierto cae en picado. El escenario, construido a partir de materiales reciclables o de poco impacto, como el bambú y el acero reciclado, estará cubierto de placas solares para recargar las baterías, sin olvidar las pulseras de acceso, fabricadas con materiales vegetales compostables.

Estas y otras medidas son las que pondrán en marcha con el inicio de la gira el próximo mes de marzo, con el objetivo general de reducir a la mitad las emisiones de CO₂ - sobre todo con sus desplazamientos, para los que pretenden usar más vuelos comerciales en vez de jets privados- y usar un 99% de energías limpias, tanto en sus puestas en escena como en los viajes por carretera. Todo parece ideal hasta aquí, pero lo cierto es que existe una letra pequeña que reza lo siguiente: “siempre que sea posible”.

Es con esta coletilla con la que se abre el debate y es que, aunque resulta positivo que líderes de opinión o personajes públicos presenten de manera abierta su preocupación por el medio ambiente, sus propuestas no siempre son viables a la hora de llevarlas a la práctica, acercándose inevitablemente con ellas a una estrategia empresarial y de marketing (greenwashing,), más que a la puesta en marcha de medidas de concienciación real. Pero, ¿dónde está el límite?

Resultados reales: los enemigos del greenwashing

La clave para identificar si se trata o no de un compromiso medioambiental, está en los resultados, si es que los hay, tal y como afirma Jone Perez de A Greener Festival, un organismo independiente que ayuda a los festivales a ser más sostenibles: “El anuncio de Coldplay viene acompañado de una estrategia clara y definida, que si bien podía ser más ambiciosa, desde luego va en la dirección correcta. Eso sí, espero y confío en que vayan publicando después los resultados de forma trasparente, si no será una decepción.”

Unos resultados medioambientales que tienen muy en cuenta los encargados de los festivales españoles. “Es tan importante que nosotros hagamos nuestro trabajo de puertas para adentro, como que en el momento de la celebración se divulgue, para que la gente tenga consciencia de que no está en un parque natural, pero que nosotros intentamos respetar todo lo máximo posible”, relata a Planeta A Marta Pallarés de Primavera Sound. Desde el festival catalán preparan su plan medioambiental más importante de cara a 2022, orientado en gran medida a erradicar el uso de plásticos durante el evento. El verano que viene se convertirá en el festival más grande de Europa, con un cartel de 10 días de duración.

Foto: Los desplazamientos en jet privado son insostenibles (EFE)

Hasta la fecha, han implementado algunas medidas, como el uso de vasos reutilizables fabricados con material compostable que les permitieron reducir siete toneladas de residuos de envases ligeros. Además, trabajan con una planta de energía eólica con la que compensan la huella de carbono generada. Por otro lado, las 367,45 toneladas de dióxido de carbono producidas durante la edición de 2018, fueron compensadas a través de un proyecto de gestión forestal sostenible. Propuestas que se traducen en resultados reales, gracias a la asesoría que reciben. “Nuestra consultoría externa es la única manera que tenemos de que nuestras propuestas no se conviertan en un greenwashing, con esto sabemos lo que hacemos bien y lo que no”, apunta Pallarés.

Pero no todos los macro eventos se pueden permitir contratar un servicio de este tipo o invertir en medidas de desarrollo sostenible que a priori parecen evidentes, como el cambio de vasos de plástico a los reutilizables, y es en este punto donde se empiezan a producir las contradicciones. Marta Barahona y Laura Ráez, de la Asociación de Festivales de Música (FMA) inciden en esta situación: hay una intención clara por parte de la industria, pero no siempre es tan fácil de llevar cabo, como pasa con el ejemplo de Coldplay: “La realidad es que, a día de hoy, los festivales sí muestran un interés por llevar a cabo medidas que reduzcan su impacto en lo que respecta al consumo de energía y transporte, pero no hay proveedores con una relación calidad-precio competitivas. Por ejemplo, tradicionalmente en estos eventos se usan generadores eléctricos que se alimentan de gasoil, pero porque no se tienen alternativas más sostenibles que cuenten con un precio asequible”.

placeholder Asistentes al Primavera Sound de Oporto de 2019. (EFE/Jose Coelho)
Asistentes al Primavera Sound de Oporto de 2019. (EFE/Jose Coelho)

Es por esto por lo que desde la FMA insisten en alabar iniciativas como las de Coldplay, - siempre, como ya decíamos, que vengan acompañadas de resultados óptimos-, sin que esto suponga criminalizar a todos aquellos agentes que no tienen los mismos medios. “Que Coldplay presente una gira sostenible me parece un incentivo que pone sobre la mesa música y sostenibilidad, cuando a lo mejor la mitad del tejido musical de España no se lo ha planteado. Hay que conocer las limitaciones del sector y premiar a los que quieren hacerlo bien, pero no estamos en un punto de madurez como otros sectores, como el energético o financiero, para fiscalizar a los que no lo hacen, porque muchas veces es simplemente porque no pueden”.

Lo cierto es que, como apuntan desde estas organizaciones, y aún contando con este tipo de limitaciones, es raro hacer una búsqueda rápida en internet y encontrar algún festival que se presente sin un plan de acción orientado hacia la sostenibilidad. Andrea Lamount, directora de RSC y Relaciones Institucionales de Brunch in the Park, tiene claro que este aspecto tiene que ser una obligación si se quiere llegar al público actual: “El tema medioambiental no es algo que deba plantearse un festival. Debe ser obligatorio su compromiso por reducir el impacto sobre el planeta y también el que genera en el tejido social".

“Hay una burbuja de festivales y eso tampoco es muy sostenible, aunque todos estén intentando mejorar"

Hay un círculo vicioso en las grandes marcas, donde todavía creen que ganar dinero es más importante que destinar esa inversión a darle la vuelta, por ejemplo, al material que tienen en fábrica para reutilizarlo y convertirlo en sostenible”. Desde este festival, uno de los objetivos que quieren conseguir es la generación de residuo 0.

Para ello y durante 2019, pusieron en marcha una serie de medidas, como la trituración de dos toneladas de botellas de vidrio, que transformaron en arena y que sirvió como donación para diversas asociaciones, como la CRAM (Fundació per la Conservació i Recuperació d'Animals Marins), que la usó para los filtros de las piscinas de los animales marinos protegidos.

En este evento, también se recogen las colillas de los cigarros que tira el público. El filtro con el que están compuestos puede contaminar hasta 10 litros de agua, por lo que desde Brunch in the park se encargan de convertir esos microplásticos en objetos reciclados.

La intencionada malinterpretación del concepto 'sotenible'

Para entender las limitaciones del sector musical en cuanto a su compromiso con el planeta, también se deben tener en cuenta las características del mismo. Como pasa en el resto de sectores en la actualidad, las medidas a poner en marcha no son iguales para todos, tal y como relata Jone Pérez de A Green Festival: “No hay una fórmula única de ‘evento sostenible’, depende mucho de las características del mismo.

placeholder Festival 'Sinsal' en Galicia, de los pocos sostenibles. (EFE/Araceli Arnáiz)
Festival 'Sinsal' en Galicia, de los pocos sostenibles. (EFE/Araceli Arnáiz)

No es lo mismo un show en la ciudad que en el campo, o con camping que sin camping, por ejemplo. Al final cada tipo de evento tiene que tener claro cuáles son los mayores impactos que genera, y en qué áreas tiene mayor posibilidad de mejora para tener una estrategia coherente”.

Es precisamente por esto por lo que resulta complicado celebrar un show 100% sostenible, como planteaba Coldplay al cancelar su gira hace dos años. “En España solo hay dos ejemplos de festivales totalmente sostenibles, el Sinsal en Galicia, pero que tiene una asistencia de 500 personas, y Sonidos Líquidos en Lanzarote, que llega a las 3000. Pero claro, no podemos comparar ese número de personas con las 10.000 de los grandes a la hora de pensar en el impacto medioambiental. Es por esto pro lo que es importante diferenciar lo que entendemos por sostenibilidad”, añade Marta Barahona de la FMA.

Visión de futuro: ¿son realmente posibles?

Queda claro que el futuro de los festivales españoles pasa por una importante inversión en temas de sostenibilidad, tanto por compromiso real con el medio, como por pura estrategia de alcance. Un plan empresarial que, si genera resultados favorables, no tiene por qué ser negativo, sino todo lo contrario. Anunciar menos y pasar a la acción es clave para alejarse del greenwashing.

Grandes bandas como el ejemplo que planteamos de Coldplay, o incluso Radiohead o Massive Attack, que han manifestado su compromiso con el planeta en sus actuaciones en numerosas ocasiones, cuentan con el bagaje económico suficiente para poner en práctica su pensamiento y ser eficientes en la materia. Pero, ¿con qué medios cuentan los festivales?

La mayoría carece de capital disponible. Marta Barahona y Laura Raéz de FMA aluden al ‘boom’ de este tipo de eventos y a sus limitaciones jurídicas: “Hay una burbuja de festivales y eso tampoco es muy sostenible, aunque todos estén intentando mejorar. Cuando tú inviertes en temas de eficiencia energética o en implementar medidas que no causen impacto, son un ahorro a medio plazo, pero es que los festivales no tienen la seguridad jurídica de que a largo plazo vayan a seguir existiendo, no son propietarios de la tierra donde ejercen su actividad, entonces dependen en su gran mayoría de ayudas públicas, que tampoco saben si van a recibir o no. Al final es muy difícil exigirle una inversión que puedan amortizar en el medio plazo, pues no saben ni siquiera si a corto van a seguir existiendo.”

Foto: Asistentes al festival de Glastonbury. Foto: Reuters

Esto, por otra parte, no les libera de su responsabilidad con el planeta, pero desde FMA señalan la necesidad de “cierto acompañamiento público para incentivar, por ejemplo, la oferta de generadores híbridos, que a priori, en España, solo se cuenta con dos proveedores para un montón de festivales que se solapan a lo largo del año”.

Una realidad que, lejos de acusar a ningún agente, pone de manifiesto la necesidad de unión entre organismos oficiales, artistas y responsables de macro eventos para avanzar hacia un desarrollo sostenible de la industria bien alejado de las malas prácticas, a veces inevitables para la misma, como añade Barahona: “A veces es un quiero y no puedo. Realmente hay una intención y se implementan medidas constantemente, pero al no tener estructura humana ni financiera, se cae indirectamente en ese greenwashing”.

Todos hemos ido alguna vez a un concierto, posiblemente a uno multitudinario, o incluso a un festival. Hemos pagado un precio bastante alto por la entrada y hemos salido de allí emocionados por el show que hemos presenciado, planteándonos si verdaderamente ha sido justo el coste del acceso y olvidándonos del medioambiental. Así que hagámonos la pregunta ahora: ¿cuánto le cuesta al planeta la celebración de un concierto?

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