Los científicos buscan respuesta a la aparición del lince blanco: ¿y si no fuera el único?
Las imágenes de un lince ibérico con el pelaje enteramente blanco han dado la vuelta al mundo. Pese a los comentarios y suposiciones, lo cierto es que se desconocen las causas de esta anomalía, de la que hay más casos
Satureja, la hembra de lince ibérico de color blanco. (EFE/Ángel Hidalgo)
La difusión de las imágenes de un fotógrafo aficionado en las que aparece un lince ibérico de color blanco han captado la atención de los medios de comunicación de medio mundo. Al poco de compartirlas se hicieron virales en las redes sociales generando miles de comentarios, muchos de los cuales preguntaban por el orígen y las causas de tan insólita rareza animal.
Pasados unos días desde su difusión, lo único que sabemos es que el lince ibérico más famoso del mundo es una hembra bautizada como ‘Satureja’ por los técnicos del plan de recuperación de la especie en Andalucía, que es donde fueron captadas las imágenes. Los responsables de su seguimiento conocían de sobra el caso, pero optaron en todo momento por la discreción. Es más, lo sorprendente y misterioso de esta historia es que, según han informado tras darse a conocer el caso, no se trata del único que se ha detectado en la zona.
Los técnicos de la Junta de Andalucía habían documentado previamente elcaso de otra hembra de la misma especie que nació con su pelaje clásico, luego se volvió blanca, y actualmente muestra de nuevo el aspecto habitual de la especie. En todo este tiempo, y pese a la circunstancia, las dos lincesas han logrado reproducirse con éxito y llevar a cabo una vida normal, sin dar síntomas de enfermedad ni mostrar problemas de movilidad o cualquier otra alteración del comportamiento.
Según los expertos no estamos ante un caso de albinismo ni de leucismo. Aunque no se descarta como hipótesis, tampoco se ha logrado determinar que obedezca a un problema de estrés, como el que provoca que nos salgan canas en el pelo, ni que se trate de una enfermedad vírica. Por otra parte no existen pruebas que permitan vincular el origen de una despigmentación tan acusada con un episodio de contaminación ambiental, y menos que éste se deba al uso indebido de agroquímicos en sus áreas de campeo.
Respecto de este delicado punto, algunos de los investigadores que han participado en los programas de conservación de la especie advierten que hay que ser muy cautelosos a la hora de señalar este tipo de causas, evitando acusaciones sin fundamento que pudieran alterar la coexistencia del lince en el mundo rural. En su opinión conviene dejar trabajar a los expertos y mantener el consenso alcanzado en la recuperación del felino, en contraste con lo que ocurre con el lobo.
Aspecto tradicional del lince ibérico. (EFE/Junta de Andalucía)
La veterinaria de fauna salvaje y bióloga de campo Astrid Vargas es una de las mayores especialistas del mundo en biología de la conservación. Considerada como una de las principales artífices de la recuperación del lince ibérico, esta investigadora hispano estadounidense fue la fundadora y directora del programa de cría en cautividad que logró la reproducción de la especie hace veinte años, cuando el lince ibérico contaba con poco más de un centenar de ejemplares y se hallaba al borde de la extinción.
Llamada a la prudencia
En conversación con El Confidencial se muestra prudente a la hora de responder a las posibles causas de este fenómeno. “A veces estos casos anómalos son precisamente los que nos revelan información importante sobre cómo el ambiente, el estrés o los cambios hormonales (fisiológicos) pueden afectar a la pigmentación” pero para determinarla causa sería preciso capturar al ejemplar y someterlo a una analítica. Algo que esta investigadora no considera necesario.
En su opinión “solo si se detectasen signos de enfermedad, debilidad o desorientación tendría sentido valorar una captura temporal del ejemplar para su evaluación veterinaria. Pero afortunadamente no este el caso, pues el seguimiento de campo demuestra que se trata de una hembra reproductora sana”.
Un lince ibérico en su área de campeo. (EFE/Junta de Andalucía)
En lo que sí incide es en la necesidad de garantizar la seguridad del animal. “En mi opinión -nos comenta- cuando aparece un ejemplar tan raro como un lince blanco, lo primero que debemos hacer es observarlo con respeto y prudencia para poder aprender más sobre la especie”. Para la Dra. Vargas “en ese sentido el mejor gesto de conservación es simplemente dejar que la naturaleza siga su curso y observar en silencio lo que tiene que mostrarnos”. Especialmente cuando se trata de una especie protegida que sigue estando amenazada “la discreción es esencial no divulgar su localización ni fomentar su búsqueda. Es importante que su área de campeo no se convierta en un circo” concluye.
El lince ibérico iniciará pronto la época de celo en las serranías del sur peninsular. Se trata de un período trascendental para el éxito reproductor de una especie que como señala Astrid Vargas, pese a aumentar en número de ejemplares y estar recuperando su antigua área de distribución, no puede considerarse ni mucho menos a salvo. Por eso es tan necesario que sus territorios de cría se mantengan bajo vigilancia y a salvo de afluencias masivas.
La amenaza del 'virus Instagram'
Al compartir las imágenes en sus redes sociales, el autor, que además de fotógrafo aficionado se define como amante de la naturaleza, optó acertadamente por no desvelar el lugar donde habían sido captadas. Sin embargo, al hacerse eco del acontecimiento que arrasaba en Instagram, algunos medios de comunicación no dudaron en señalar que se habían obtenido en tal serranía, incluso llegaron a revelar que el monte al que había acudido el fotógrafo estaba situado a escasos kilómetros de tal población. Unos datos que, por supuesto, no vamos a compartir aquí.
El resultado de tanto alboroto mediático ha sido que en estos momentos centenares de aficionados a la fotografía de naturaleza, de nuestro país y de toda Europa, se están desplazando hasta allí con el firme propósito de obtener nuevas imágenes de Satureja para lucirlas a través de sus redes. Todo ello sin que a muchos les llegue a importar las consecuencias que pueda tener para una especie tan escasa y amenazada.
Grupo de gente intentando localizar al búho nival avistado en Cabo Peñas, Asturias. (EFE/Eloy Alonso)
Es algo que ya vivimos hace cuatro años cuando, por estas mismas fechas, se dió a conocer a través de Twitter que una pareja de búhos nivales, una espectacular rapaz nocturna completamente blanca que habita los territorios nevados del ártico, merodeaba por el Cabo Peñas, en Asturias. Al día siguiente, y para júbilo de los hosteleros, cientos de aficionados a las aves llegados de toda España empezaron a invadir los concejos asturianos de Gozón y Carreño. Las escenas del tumulto de gente pertrechada de prismáticos, catalejos y potentes teleobjetivos, se hicieron más virales que las de los propios búhos.
Por la misma causa, y tras convertirse en protagonista involuntaria de la actualidad mediática durante estos días, la lincesa blanca podría verse ahora igualmente asediada, hasta el punto de abandonar su área de campeo y ver frustradas sus posibilidades de reproducción, lo que iría en detrimento de los esfuerzos conservacionistas. Por eso es necesario mantener los adecuados niveles de vigilancia y control en las comarcas linceras, donde tan costosamente se ha logrado recuperar y afianzar su presencia.
Lince ibérico camuflado entre la vegetación. (EFE/Jesús Cuevas)
Por suerte para Satureja y el resto de linces que habitan las dehesas y serranías andaluzas, los responsables de tal cometido, los Agentes de Medio Ambiente de Andalucía y las patrullas del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), velan eficazmente para que ese mandato se cumpla. No olvidemos que el lince ibérico es una especie estrictamente protegida por la ley a la que no se puede acosar ni causar daño.
Convertirse en un semáforo blanco en mitad del monte es un gran hándicap para un depredador que caza gracias a su mimetismo. Sin embargo, la rapidez con la que se han difundido sus imágenes y la facilidad con la que han llegado incluso a la otra punta del mundo, pueden resultar mucho más perjudiciales para Satureja que la propia pérdida de camuflaje.
La difusión de las imágenes de un fotógrafo aficionado en las que aparece un lince ibérico de color blanco han captado la atención de los medios de comunicación de medio mundo. Al poco de compartirlas se hicieron virales en las redes sociales generando miles de comentarios, muchos de los cuales preguntaban por el orígen y las causas de tan insólita rareza animal.