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Los ataques de oso disparan las alarmas (y las cacerías) en los Cárpatos. Y España, ¿qué?
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Los ataques de oso disparan las alarmas (y las cacerías) en los Cárpatos. Y España, ¿qué?

En Rumania y Eslovaquia matarán cerca de ochocientos ejemplares tras el incremento de los ataques a personas, algunos de ellos mortales. La situación en nuestro país es muy distinta

Foto: Un oso pardo en un paraje nevado de los Cárpatos. (WWF/Staffan Widstrand)
Un oso pardo en un paraje nevado de los Cárpatos. (WWF/Staffan Widstrand)

La cordillera de los Cárpatos es uno de los espacios naturales más impresionantes de todo el continente europeo. Formada por fértiles valles, ríos caudalosos, extensos y frondosos bosques y escarpadas montañas, sus parajes acogen una rica biodiversidad entre la que destaca la abundante presencia de una de las especies más fascinantes de la fauna europea: el oso pardo. Por todo ello se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de naturaleza.

Miles de viajeros acuden hasta la región de los Cárpatos para practicar el 'bearwatching' (ver osos), especialmente en los dos países que ocupan mayor extensión: Rumanía, que ocupa casi la mitad de la cordillera, y Eslovaquia, que abarca el veinte por ciento. En ambos países el oso pardo se ha convertido en uno de sus mayores reclamos turísticos: ya sea para verlo o para cazarlo, incluso de manera furtiva. Pero la convivencia con el carnívoro en las montañas de los Cárpatos, como en todas las zonas que habita esta especie, no es fácil.

La cautela, el respeto y la precaución son las claves de la coexistencia con el oso y las pautas a seguir para prevenir posibles conflictos. Sin embargo, durante las vacaciones de verano y Semana Santa, las redes sociales se llenan de imágenes de turistas dando comida a los osos salvajes desde sus coches, pasando a su lado en bicicleta o observándolos mientras rebuscan comida en los contenedores. Y luego, claro, vienen los problemas.

placeholder Unos turistas observan a un oso en los contendores de Baile Tusnad, Rumanía. (EFE/Nandor Veres)
Unos turistas observan a un oso en los contendores de Baile Tusnad, Rumanía. (EFE/Nandor Veres)

En los últimos años, y tras el aumento de su población, los ataques de osos en las montañas de los Cárpatos no han dejado de aumentar, incluyendo algunos mortales. En la mayoría de los casos se deben a un comportamiento imprudente por parte de las personas. En otros a la presencia de osos conflictivos, habituados a la presencia humana, a la que asocian con un acceso fácil al alimento. En cualquier caso el problema se ha vuelto tan serio en las comarcas oseras de los Cárpatos que su presencia ha dejado de ser un reclamo turístico para convertirse en una amenaza para la seguridad.

Ataques mortales

Hace dos semanas el gobierno eslovaco declaró el estado de emergencia en la región de Banská Bystrica después de que un oso atacase y diera muerte a un hombre que paseaba por las afueras de un barrio residencial de Detva. Para el primer ministro, Robert Fico, “la intensidad de los ataques está aumentando mucho y no podemos vivir en un país donde la gente tenga miedo de adentrarse en los bosques” por lo que el consejo de ministros había decidido aumentar el número de ejemplares que van a ser abatidos este año en aquel país: 350 osos. El año pasado se mataron cerca de un centenar. En Eslovaquia viven alrededor de un millar. Para los grupos conservacionistas, que reconocen el conflicto, la ‘quita’ es desmesurada.

En Rumania vive casi la mitad de la población europea de la especie (fuera de Rusia): más de diez mil osos según los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Forestal (INCDS). En las dos últimas décadas el número de ataques ha aumentado considerablemente, provocando cerca de trescientos heridos y veintiocho víctimas mortales. La última el pasado verano, cuando un oso atacó y dió muerte a una joven senderista. La zona en la que ocurrieron los hechos es frecuentada por osos que acuden atraídos por la comida que les ofrecen los turistas. Los animales, a menudo hembras con crías, no dudan en adentrarse en los núcleos urbanos en busca de alimento sin mostrar ningún temor por la presencia humana.

Ante esta situación, el año pasado las autoridades rumanas decidieron abatir a 426 ejemplares. Este año, aunque el ministro de medio ambiente acaba de anunciar que su país busca “el equilibrio entre la conservación de los osos, la defensa de los intereses de las comunidades locales y la seguridad de los ciudadanos” la cifra puede ser incluso mayor. El plan, que ha sido duramente criticado por los ecologistas, esta siendo revisado por Bruselas.

Especie protegida

Los expertos que trabajan por la coexistencia con el oso pardo, que no lo olvidemos, goza del nivel más alto de protección en toda la UE y está considerado como ‘especie prioritaria’ por la Directiva Habitats, el sacrificio de ejemplares no es la solución al problema. Uno de los mayores defensores de la vida salvaje de los Cárpatos, el biólogo de campo Calin Ardelean, protagonista de series y documentales, las medidas para prevenir los conflictos pasan reforzar la prevención: mantener a los osos alejados de las comunidades, prohibir darles de comer, mejorar la gestión de los residuos en los núcleos habitados y colocar vallados eléctricos en los campos de frutales y alrededor de las colmenas. Todo ello sin renunciar a la intervención en el caso de osos problemáticos, pues como deja claro este naturalista de WWF Rumania “la seguridad de las personas está por delante de la protección de los animales”.

placeholder Imagen de un oso capturada por fototrampeo en el Pirineo. (GenCat)
Imagen de un oso capturada por fototrampeo en el Pirineo. (GenCat)

Con más de cuatrocientos ejemplares en la Cordillera Cantábrica y los Pirineos, la situación del oso pardo en España es radicalmente distinta. El alto nivel de coexistencia logrado aquí es un hecho que se estudia en los congresos internacionales sobre la especie. Una de las claves está en la colaboración de todos los sectores implicados en la conservación de la especie y la convivencia en sus territorios.

Creada en 1992 por un grupo de expertos ante el declive de sus poblaciones y la amenaza real de extinción, la Fundación Oso Pardo (FOP) trabaja para fomentar la conservación de esta icónica especie en las montañas que habita desde un enfoque práctico. Una perspectiva basada en la ciencia y el empleo de las mejores técnicas, como el radioseguimiento, para anticiparse a los posibles conflictos entre el oso y las actividades humanas. Todo ello desde el diálogo y la cooperación con las comunidades locales y los grupos de interés.

Colaboración y diálogo abierto

En la Cordillera Cantábrica, donde viven más de 350 osos, las administraciones autonómicas y locales trabajan conjuntamente para evitar situaciones como las que se están dando en los Cárpatos. Existen protocolos para prevenir la habituación de los ejemplares que muestren querencia a adentrarse en los núcleos de población, que es uno de los mayores riesgos. En el caso de que se detecte la presencia de osos conflictivos se actúa de manera inmediata mediante medidas disuasorias. Unas medidas que van desde el lanzamiento de petardos hasta el disparo de balas de goma o, si la situación así lo requiere, la captura y retirada del ejemplar.

placeholder Plantación de frutales para evitar que el oso baje a los pueblos. (EFE/E. Cobo)
Plantación de frutales para evitar que el oso baje a los pueblos. (EFE/E. Cobo)

También se trabaja con los turistas para dar a conocer la realidad del comportamiento de la especie, dejarles claro que se trata de un animal salvaje potencialmente peligroso y ante el que es necesario mantener una actitud de respeto, vigilancia y precaución. Incluso se ha editado un manual de instrucciones en el caso de encontrarse con un oso.

Todo ello forma parte del Proyecto Life ‘Coexistencia entre Humanos y Osos’ en el que, desde 2023 y hasta 2027, la FOP trabaja con algunas de las principales localidades oseras para prevenir y mitigar los conflictos en los pueblos y sus entornos, favoreciendo la compatibilidad entre la conservación de la especie y el desarrollo y el bienestar y la seguridad de las gentes en las zonas que habita.

Los expertos de la FOP consideran que es muy difícil que en nuestro país se alcance el nivel de conflicto que se está dando con los osos en los países de los Cárpatos. En los últimos veinticinco años se han producido una decena de incidencias entre osos y humanos en España. Buena parte de los casos se debieron a encuentros con cazadores durante batidas al jabalí. Todos ellos fueron leves, salvo el último.

placeholder Sonande, en Cangas del Narcea, donde se produjo en 2021 un ataque de oso. (EFE/J. L. Cereijido)
Sonande, en Cangas del Narcea, donde se produjo en 2021 un ataque de oso. (EFE/J. L. Cereijido)

En la primavera de 2021 una vecina de Sonande (Cangas del Narcea, Asturias) fue atacada por un oso en el incidente más grave registrado hasta la fecha en nuestro país. La mujer se topó con un oso adulto mientras paseaba al anochecer por la carretera entre un bosque de avellanos. El animal, que probablemente seguía su ruta y al verse sorprendido por la presencia de la mujer se asustó, le dio un zarpazo que le causó heridas en la cara y la tiró al suelo provocándole la rotura de la cadera. La mujer tuvo que ser hospitalizada. Esta semana el TSJA ha condenado al Principado a indemnizar a la víctima con 83.000 euros por los daños causados por el oso.

Hay que insistir en que, además de estar amparado por la referida normativa europea, el oso pardo es una especie estrictamente protegida por la ley en toda España. Incluída en el Anexo I del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas bajo el epígrafe de 'En Peligro de Extinción', las comunidades autónomas con presencia del plantígrado están obligadas a elaborar y aprobar los correspondientes planes de recuperación de la especie. Disparar a un oso en España esta penado con penas de más de dos años de prisión y multas de hasta 60.000 euros.

La cordillera de los Cárpatos es uno de los espacios naturales más impresionantes de todo el continente europeo. Formada por fértiles valles, ríos caudalosos, extensos y frondosos bosques y escarpadas montañas, sus parajes acogen una rica biodiversidad entre la que destaca la abundante presencia de una de las especies más fascinantes de la fauna europea: el oso pardo. Por todo ello se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de naturaleza.

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