Tres décadas tras el rastro de los lobos: "Le tengo mucho más miedo a las garrapatas"
El fotógrafo de naturaleza Andoni Canela recoge en un libro su trabajo de campo y sus experiencias personales tras más de treinta años recorriendo los territorios del lobo y hablando con sus gentes
Un ejemplar solitario de lobo ibérico fotografiado en un paraje boscoso de Galicia (Andoni Canela)
Tras casi seis horas de aguarde fotográfico en plena naturaleza, sentados sobre una roca y ocultos tras un arbusto de boj, el atardecer llega a su fin y asoma la hora violeta. Se trata de ese fugaz instante en el que, con el sol ya puesto, el cielo se vuelve de color malva justo antes de fundir a negro. ¿Vamos? Pregunta entonces Andoni. ¡Venga! Respondo. La vuelta por la trocha será a la luz de los frontales, comentando las observaciones del día.
Hace años que salgo al monte con Andoni, con quién he tenido la suerte de vivir grandes jornadas de campo. Pero debo aclarar que los aguardes fotográficos son para los muy cafeteros. Tiene que apasionarte mucho el tema, tienes que sentir verdadera pasión por la naturaleza, para pasar tantas horas de plantón en un rincón perdido de las montañas: fuera de cobertura, sin apenas moverte y guardando silencio.
En el caso de los fotógrafos de naturaleza, la espera antes del ‘click’ puede durar muchas horas, jornadas enteras: soportando a los mosquitos o las garrapatas, tiritando de frío; bebiendo agua de arroyo y comiendo frutos secos, conservas y galletas. Un esfuerzo que se hace aún mayor si el objetivo es fotografiar a uno de los animales más esquivos: el lobo ibérico. Fotografiar al lobo para dar testimonio de su presencia, compartir su inmensa belleza y promover su conservación. Ese ha sido durante más de treinta años el mayor propósito de Andoni. Y sigue siéndolo.
Andoni Canela es uno de los fotógrafos de naturaleza más reconocidos de nuestro país. Su trabajo, recogido en las revistas más prestigiosas, en series de televisión y películas documentales, le ha llevado a viajar por todo el planeta en busca de los animales salvajes más espectaculares. Orangutanes, tigres, bisontes, pumas, ballenas, guepardos, quetzales, linces, osos polares… de toda esa belleza dio testimonio a los lectores de El Confidencial en su famosa serie de reportajes ‘Fotogramas del Planeta A’.
Pero su especie preferida, su animal totémico, el ser vivo al que ha dedicado más tiempo y mayores esfuerzos es el lobo ibérico: a quien ha querido dedicar su último y más personal trabajo editorial. Y lo hace, insisto, no solo para documentar la vida y costumbres de uno de los animales más esquivos, sino para desmentir los embustes y las fábulas que sobre él se cuentan. Leyendas arraigadas en el acervo de la España rural que lo han convertido en una criatura casi mitológica, pero también en el gran proscrito de la fauna ibérica: joya natural para muchos; peligrosa alimaña para otros. Eso es lo que hace tan interesante 'Territorio Lobo', de Andoni Canela, con quien conversamos.
El fotógrafo de naturaleza Andoni Canela durante un aguarde en el campo (Andoni Canela)
PREGUNTA. 30 años persiguiendo al lobo Andoni… ¿no te cansas de ir tras él? ¿Por qué te atrae tanto esta especie?
RESPUESTA. Yo creo que representa ese espíritu salvaje de la naturaleza en mayúsculas. Es un animal inteligente, esquivo, hábil, que se adapta a cualquier tipo de entorno y de paisaje, y a cualquier tipo de alimentación. También tiene otra peculiaridad y es que aunque se mueve en clanes familiares, también le gusta vivir de manera individual, a su aire: es un animal social pero muy amante de la libertad, como nosotros, como el ser humano. Los encuentros con lobos solitarios que se mueven por su cuenta resultan igual de atractivos que cuando tienes la suerte, como ha sido mi caso, de observar el comportamiento de una manada.
P. Quienes amamos al lobo sabemos lo difícil que resulta observarlo en libertad, no hablemos ya fotografiarlo. ¿Cuál ha sido tu área de campeo? ¿se te ha resistido mucho? ¿Los aguardes han sido muy largos?
R. En este caso, para este nuevo proyecto, mi zona de campeo se ha extendido por toda el área de distribución del lobo en la península ibérica. Por una parte he ido en busca del lobo ibérico que vive en el extremo de la costa de Galicia y el norte de Portugal, y de ahí hacia el este, hacia sus territorios en Burgos, Soria y la Rioja. Y luego bajando, hacia el sur, hacia la zona de la meseta castellana: Ávila, Guadalajara, Segovia y Madrid. Esa ha sido mi área de trabajo habitual y observarlos ha resultado extremadamente complicado en algunas de esas zonas.
Pero también quería incluir a los lobos que viven en el Pirineo, que en este caso no son lobos ibéricos (Canis lupus signatus), sino lobos itálicos (Canis lupus italicus), es decir lobos europeos provenientes de Italia y de Francia en cuyo caso las observaciones han sido todavía más complicadas.
En general, en las zonas en las que hay presencia de lobo pero con una baja densidad de población, como sería el caso de la meseta castellana, es más difícil verlo. De hecho, me he pasado días e incluso semanas enteras en mitad del campo sin ver un solo ejemplar ni detectar su rastro.
También hay otro tema que complica su observación, y es el de la persecución humana. Cuanta más persecución sufren más esquivos son los lobos. Otro comportamiento muy típico de la especie, tanto en España como en Portugal, es su nocturnidad. Los lobos se mueven generalmente al atardecer, cuando apenas hay luz, o al amanecer, coincidiendo con las primeras luces del alba. Por eso a veces he tenido que recurrir a visores térmicos, que sirven para observarlos en la noche, aunque normalmente los ves cuando salen a explorar, recién amanecido, o cuando vuelven de recorrer sus áreas de campeo, ya a última hora de la tarde.
Atardecer en las serranías de Ávila: uno de los principales territorios de campeo del lobo (Andoni Canela)
P. Habrá lectores que se pregunten si no has sido demasiado temerario al adentrarte solo en sus territorios, incluso dormir en mitad del monte escuchando cómo te rodeaban sus aullidos.
R. Para nada.Me ha tocado dormir muchísimas noches en zona de lobos, y te puedo asegurar que no he sentido ninguna sensación de peligro. De hecho, en España no hay datos corroborados de ataques de lobo al ser humano, por lo que cualquier temor es infundado. El peligro tiene que ver más con las vacas: cada año hay que registrar incidentes serios protagonizados por gente que se acerca a las vacas que pastan en las montañas. Y luego están los perros asilvestrados, que son mucho más dañinos para el ganado y muchísimo más peligrosos para el ser humano que el lobo.
En mi caso el animal más peligroso al que he tenido que hacer frente ha sido la garrapata. Ha habido situaciones en las que al tener que estar 12 o 16 horas en mitad del monte, sin moverte apenas, se te enganchan garrapatas por todo el cuerpo y luego, claro está, hay que quitárselas de una en una con sumo cuidado. Le tengo más miedo a ellas.
P. Tras tres décadas buscando lobos por toda España ¿Cómo crees que está evolucionando la especie? ¿va a menos, está estabilizada o se expande?
R. Mi opinión coincide mucho con los datos oficiales que están reportando las comunidades. La población ha ido a peor hacia el este, en los territorios de Euskadi, Burgos, La Rioja, Soria, Guadalajara: aquí parece claro que tanto las manadas como el número de individuos están yendo a la baja.
En cambio por el otro lado, en la zona sur de la meseta castellana, concretamente en algunas zonas de Guadalajara, Segovia, Madrid y Ávila, han aumentando. De hecho, en muchas de esas comarcas hace 30 años no quedaba un solo lobo y desde un tiempo se han vuelto a ver y han vuelto a criar.
Respecto al norte de Castilla y León, Cantabria, Asturias y Galicia, no creo que estén aumentando, aunque en algunas zonas es cierto que puede haber alguna manada más y es posible que se vean más lobos, en otras áreas está pasando justo lo contrario. Luego está la pequeña población que quedaba en Sierra Morena, donde hace 30 años se pensaba que podía resistir alguno, pero hoy en día se considera ya extinguida.
Y por último quedan los lobos de los Pirineos, donde hace 20 años no había citas, pues se habían extinguido hacía un siglo, y ahora hay unas cuantas docenas de ejemplares. Algunos han sido incluso genéticamente identificados y parece que se han instalado definitivamente en diferentes zonas del Pirineo catalán y aragonés.
Un lobo recorriendo el paisaje nevado de su área de campeo en Cantabria (Andoni Canela)
P. Parece que tu libro va a romper algunos esquemas respecto a la imagen que unos y otros tienen del lobo. Desde tu experiencia de todos estos años, y tras haber hablado largamente con defensores y detractores, ¿qué hay de cierto en toda esa leyenda que lo acompaña?
R. Diría que no hay una imagen generalizada sino que hay que diferenciar entre los que están claramente a favor del lobo y los que están en contra, y ambos posicionamientos aparecen en gran parte de los casos de manera muy extrema, enfrentada incluso. Por lo que he podido percibir la mayoría de la gente que está a favor vive en el entorno urbano, mientras que los que están en contra habitan en el medio rural.
A lo largo de estos años he estado conviviendo con mucha gente en los pueblos, ganaderos y demás, y es cierto que hay un sentimiento de rechazo que hoy en día a veces no está justificado. Es un rechazo más histórico basado en lo que pasaba hace unas cuantas décadas, pero ese sentimiento, aunque no tenga mucha lógica, existe y hay que reconocerlo. En otros casos el rechazo viene provocado por los ataques al ganado, que muchas veces, en algunas zonas, no en todas, tienen importantes consecuencias. Aunque también hay que decir que hay ataques de perros asilvestrados en zonas donde no hay lobos que son muchísimo mayores en daños. Pero bueno, no se puede negar que el sentimiento en muchas zonas rurales no es a favor del lobo sino en su contra y eso hay que decirlo.
Y por otro lado están los que ven al lobo como emblema de la naturaleza y que consideran que tiene derecho a ser protegido. Y en mi opinión, basada en mi experiencia de todos estos años, para que el lobo logre ser protegido de una manera efectiva, ante enfrentamientos tan extremos, es necesario construir puentes para alcanzar grandes acuerdos sobre los que se pueda construir algo. Cuando uno dice una cosa y otro dice otra y ambos bandos están tan enfrentados no se llega a ningún sitio. Yo creo que la situación continua así en algunas zonas y por diferentes motivos.
Incluso me atrevería a afirmar que este enfrentamiento entre posturas antagónicas respecto al lobo es ahora más fuerte que hace unos años. Pero también es cierto que ese rechazo ocurre aquí y ocurre en Escandinavia, en Francia, en Estados Unidos, en Canadá…porque donde hay lobos hay conflicto y hay problemas: es lo que tiene una especie que se parece tanto a la nuestra y con la que entramos en tanta competencia.
Rastro de lobo detectado en la nieve (Andoni Canela)
P. Uno de los rasgos más personales de tu trabajo es que, además del retrato del animal, tus fotos logran transmitir la atmósfera que lo rodea ¿crees haberlo conseguido esta vez?
R. Respecto a la parte fotográfica, en este trabajo hay muchísimas fotografías tomadas desde muy lejos, hay algunas fotos que están hechas hasta a un kilómetro de distancia. Y ocurre que al estar tan lejos casi por obligación gana protagonismo el entorno, el paisaje y esa atmósfera que rodea a los lobos. En ese sentido, creo que en este libro todavía se reflejan más esas condiciones atmosféricas, ese hábitat de la especie y eso a muchos lectores les puede aportar un valor añadido.
De hecho el título del libro, “Territorio lobo”, tiene que ver bastante con eso. Son paisajes con vida y esa vida la pone el lobo rodeado de ecosistemas de todo tipo: montañas, campos, bosques; paisajes más abiertos, más cerrados, más abruptos, más humanizados, menos. Lejos del retrato, aquí el animal aparece como una referencia del espacio natural que lo acoge, creando así una imagen de naturaleza viva: así son los paisajes del lobo.
P. Para acabar, en qué fase se encuentra el libro, cuando tienes pensado publicarlo y con qué editorial
Ahora mismo el libro está en proceso final de maquetación y en campaña de crowdfunding (mecenazgo) vía Verkami. En principio está previsto que salga a finales de noviembre. Esta primera edición será autoeditada, pero es posible que haya una segunda edición en 2025 con una editorial
Tras casi seis horas de aguarde fotográfico en plena naturaleza, sentados sobre una roca y ocultos tras un arbusto de boj, el atardecer llega a su fin y asoma la hora violeta. Se trata de ese fugaz instante en el que, con el sol ya puesto, el cielo se vuelve de color malva justo antes de fundir a negro. ¿Vamos? Pregunta entonces Andoni. ¡Venga! Respondo. La vuelta por la trocha será a la luz de los frontales, comentando las observaciones del día.