Cuidado con los suvenires que nos ofrecen cuando estamos de viaje
Las leyes internacionales que combaten el tráfico ilegal de especies amenazadas también se aplican a los objetos elaborados con sus restos: desde una figura de palisandro a un brazalete de marfil
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Aquella figura tallada en madera que le ofreció el vendedor ambulante de la playa le encantó. Sería un maravilloso recuerdo del viaje a Madagascar. Tras negociar el precio, se la llevó al hotel y la guardó en la maleta. Al llegar a Barajas la pararon en un control rutinario de equipaje. Ni se acordaba de que la llevaba. “Que tiene ahí”, le dijo el agente de la Guardia Civil, “Nada -respondió ella mientras la desenvolvía- es una simple figura de madera”. “Madera -le volvió a inquirir el guardia- ¿qué tipo de madera? ¿De dónde viene usted? Acompáñeme por favor”.
Durante estas fechas, este tipo de escenas resultan habituales en los servicios de vigilancia aduanera de los aeropuertos. Quizá pueda parecer improcedente detener a un viajero por llevar una simple figura de madera en la maleta, pero en este caso la figura procedente de Madagascar estaba tallada en madera de palisandro: una especie de árbol del género Dalbergia, protegida por la ley en su país de origen e incluida en el apéndice III del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
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En muchos destinos turísticos de África, Asia y Sudamérica la naturaleza es la fuente directa de materia prima para la confección de este tipo de objetos. En buena parte de los casos proceden de especies en peligro de extinción como el caparazón de la tortuga carey, la madera de ébano o de palisandro, el cuerno de rinoceronte, el coral negro, el colmillo de elefante o la piel de yacaré. Para evitarlo, el CITES regula el comercio internacional de cerca de 7.000 especies de animales y más de 34.000 especies de plantas que se hallan en peligro de extinción.
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Firmado en Washington en 1973 por una veintena de países, actualmente está suscrito por 184 países, entre ellos España que lo adoptó en 1986. De ese modo la importación, exportación o tenencia de cualquiera de estos animales y plantas o sus restos debe estar autorizada por el sistema de concesión de licencias que regula el convenio. Si no disponemos de la correspondiente licencia CITES sellada en el país de origen, intentar cruzar la frontera con los restos de una una especie amparada por el convenio, ya sea en forma de animal vivo o disecado o cualquier objeto elaborado con sus restos, puede ser considerado intento de contrabando por las autoridades de vigilancia aduanera y dar lugar a la detención del viajero.
La lucha contra el tráfico ilegal de especies amenazadas está coordinada por Interpol a nivel internacional y Europol a nivel europeo. En nuestro país la autoridad administrativa del Convenio CITES es la Subdirección General de Biodiversidad Terrestre y Marina, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, quien actúa en colaboración con la Jefatura del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil.
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Coincidiendo con las vacaciones de verano, y para promover el conocimiento del CITES entre los viajeros, instituciones y oenegés realizan campañas informativas en colaboración con AENA en los principales aeropuertos españoles, ya sea mediante la instalación de carteles y marquesinas como con la ubicación de vitrinas en las que se exhibe todo tipo de objetos requisados: cinturones de yacaré, tallas de ébano, collares de coral negro, pulseras de carey o figuras de marfil, entre otros.
La recomendación de las autoridades del CITES es que cuando viajamos a países de África, Asia o Sudamérica, no compremos suvenires que puedan estar elaborados con materiales procedentes de especies animales o vegetales en mercadillos de artesanía local, a vendedores ambulantes o en cualquier tipo de establecimiento que no ofrezca las suficientes garantías de legalidad comercial. Es importante señalar que mostrar el ticket de compra no sirve para nada en caso de ser requerida la documentación CITES en la aduana.
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Algunos ejemplos de mercancías que se ofrecen como recuerdo y que son susceptibles de tener un origen ilegal son: tallas de coral o marfil, utensilios elaborados con caparazón de tortuga, mariposas disecadas, caviar, conchas marinas, figuras y máscaras de madera tropical, productos de medicina tradicional asiática, cinturones, zapatos y otros objetos de piel o pulseras y collares hechos con semillas, colmillos, pelo, plumas, etc. Y es que el problema es muy serio, y va mucho más allá de la simple negligencia de un turista desinformado.
Un 'negocio' muy lucrativo
El tráfico ilegal de animales y plantas silvestres es un 'negocio' muy atractivo para los delincuentes, ya que resulta sumamente lucrativo y, en la mayoría de los países, la prioridad que se da a su represión es muy baja en comparación con otras formas de tráfico, de manera que las posibilidades de detectarlo y sancionarlo son muy limitadas. Por el contrario mueve cada año miles de millones de euros, siendo el tercero en importancia después del tráfico de armas y el de drogas.
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De hecho, los canales que se utilizan para introducir en el mercado clandestino la droga son los mismos que suelen utilizar los traficantes de especies protegidas para mercadear con ejemplares vivos o sus restos, incluso los beneficios van a parar en la mayoría de las ocasiones a los mismos cárteles. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha reconocido que el tráfico de especies silvestres en África Central está recrudeciendo los conflictos y amenazando la seguridad nacional y regional porque constituye una fuente de financiación para las milicias.
Uno de los casos más graves es el tráfico ilegal de marfil, que ha situado al borde extinción a las dos especies africanas de elefante. La caza furtiva de estos animales para la extracción de sus colmillos se ha convertido en su mayor amenaza. Y una de las maneras más efectivas de acabar con esta lacra es evitar si comercialización. Por eso las autoridades de los países de origen han solicitado que se refuerce la aplicación del CITES en todas las fronteras: tanto para luchar contra el tráfico organizado de especies como para controlar los ‘descuidos’ protagonizados por los turistas.
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Atendiendo a ese llamamiento el comercio de artículos de marfil está prohibido en toda la UE “con carácter general”. Tal y como dispone la legislación comunitaria resulta ilícita “la compra, la oferta de compra, la adquisición y la exposición al público con fines comerciales” sin su correspondiente certificado CITES/UE. Pero es que los certificados UE relativos a objetos de marfil de elefante expedidos antes del 19 de enero de 2022, expiraron el pasado 19 de enero de 2023. Desde ese momento los titulares de dichos certificados debían solicitar uno nuevo, ya no para su comercialización, sino para su simple tenencia. Y lo mismo ocurre en la mayoría de los 184 países firmantes del convenio. De ahí que sea tan poco recomendable viajar por el mundo con cualquier abalorio de marfil.
Hace cinco años una turista española que disfrutaba de sus vacaciones de verano en Kenia fue retenida en el aeropuerto por las autoridades del CITES al intentar embarcar en un vuelo rumbo a Tanzania portando un pequeño brazalete de marfil. Tras pasar a disposición judicial, acusada de tráfico ilegal de especies protegidas, la viajera logró eludir la prisión, pero tuvo que afrontar el pago de un millón de chelines kenianos (aproximadamente 8.800 euros al cambio) para recuperar la libertad.
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Es probable que, como en el caso de la viajera que intentaba pasar el control de Barajas con una figura de palisandro de Madagascar, la protagonista de esta otra noticia no fuera consciente del delito en el que estaba incurriendo, pero las autoridades del pais africano consideraron que ello no la eximía de su culpa, y acabó siendo detenida por ello. Para evitar este tipo de situaciones que pueden arruinarnos un agradable viaje, y tal y como recomendaba una reciente campaña de la delegación belga de WWF, lo más recomendable es no comprar nunca un suvenir que pueda estar elaborado con material animal o vegetal, por sencillo que parezca. Con ello estaremos contribuyendo a la conservación de la naturaleza y la lucha contra las mafias del contrabando de especies.
Aquella figura tallada en madera que le ofreció el vendedor ambulante de la playa le encantó. Sería un maravilloso recuerdo del viaje a Madagascar. Tras negociar el precio, se la llevó al hotel y la guardó en la maleta. Al llegar a Barajas la pararon en un control rutinario de equipaje. Ni se acordaba de que la llevaba. “Que tiene ahí”, le dijo el agente de la Guardia Civil, “Nada -respondió ella mientras la desenvolvía- es una simple figura de madera”. “Madera -le volvió a inquirir el guardia- ¿qué tipo de madera? ¿De dónde viene usted? Acompáñeme por favor”.