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Audio: una pequeña serenata nocturna en la vaguada de los ruiseñores
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Audio: una pequeña serenata nocturna en la vaguada de los ruiseñores

En mitad de la primavera, podemos deducir por sus cantos tardíos que todavía quedan muchos ejemplares sin pareja. Una mala noticia para ellas, pero excelente para nuestros oídos

Foto: Un ruiseñor cantando. (iStock)
Un ruiseñor cantando. (iStock)

Volvieron a nuestros campos a lo largo del mes de abril, procedentes del invierno africano. Y desde entonces sus voces dominan en arboledas abiertas y boscajes. Pocas especies se hacen notar tanto. Por donde abundan los ruiseñores, las demás aves con las que comparten hábitat quedan en un segundo plano. De día y de noche, son los protagonistas absolutos del espacio sonoro.

Aunque muy adornado y articulado, el canto del ruiseñor es bastante simple. Consiste en una secuencia formada por muy pocos elementos: algunos silbidos in crescendo, trinos simples y notas enlazadas, silencios estratégicamente colocados…, todo ello combinado con tanta decisión, tanta habilidad, que es difícil escuchar dos motivos iguales. Hasta trescientas combinaciones diferentes se han llegado a contar en sus larguísimas serenatas nocturnas.

Pero todo lo que tiene de exhibicionista queda compensado por la simpleza de su plumaje y la discreción de su vida, siempre oculta en las espesuras. Podemos pasar horas enteras delante de una zarza, de un espino, oyendo una cascada continua de notas afiladas y desafiantes, sin llegar a ver al autor. Todo lo más, percibiremos un movimiento, una ráfaga que salta de un lado a otro.

Una elaborada puesta en escena

Lo que tampoco se le puede negar a estos pájaros es su sentido de la puesta en escena. Al caer la noche se produce el cambio de guardia, callan los habitantes del día y despiertan los merodeadores nocturnos. Y las notas entrelazadas del ruiseñor, que pertenecen a los dos mundos, brillan, destacan sobre el indeciso estridular de los grillos, el croar de los anfibios y los silbidos apresurados de los alcaravanes.

Foto: Pronto empezarán a verdear los hayedos (EFE/D.Ebenier)

Varios ruiseñores intervienen a diferentes distancias en una vaguada encharcada, en las marañas que envuelven un arroyo alimentado por las últimas lluvias. Los ejemplares más tenaces y noctámbulos, los que mantienen los fraseos más largos en la alta noche, suelen ser machos solteros, todavía sin pareja, sin nido que cuidar.

Por lo que se oye, las cosas del querer no van muy bien por esta vaguada.

Volvieron a nuestros campos a lo largo del mes de abril, procedentes del invierno africano. Y desde entonces sus voces dominan en arboledas abiertas y boscajes. Pocas especies se hacen notar tanto. Por donde abundan los ruiseñores, las demás aves con las que comparten hábitat quedan en un segundo plano. De día y de noche, son los protagonistas absolutos del espacio sonoro.

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