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Audio: el relato de la dehesa con el código morse de la abubilla
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Sábados de Campo

Audio: el relato de la dehesa con el código morse de la abubilla

La unión de lluvias y calor primaverales hace que los sonidos del campo se acentúen. Algunos escenarios, como los bosques de alcornoques, permiten que este concierto alcance su máximo esplendor

Foto: Alcornoques en una dehesa. (Carlos de Hita)
Alcornoques en una dehesa. (Carlos de Hita)

Bien regada por las lluvias primaverales, templada por el aire cálido de abril, la dehesa es el escenario del paisaje sonoro primaveral. Y, como cualquier concierto, este también podemos dividirlo en secciones.

Del suelo emergen las estridencias de los ortópteros, grillos y saltamontes, enredadas con los zumbidos de las abejas -cada vez más escasas-, y las voces silbadas de cogujadas comunes, codornices y demás aves rastreras.

De los troncos nos llegan los tuits de trepadores azules, el siseo de los agateadores, los golpeteos, a escoplo, de los picapinos. Toda una comunidad agarrada, con uñas y picos, a las irregularidades de los troncos.

Foto: Las lagunas de Ruidera, en la provincia de Albacete.

En las copas, a la sombra, estallan los cantos de los pinzones vulgares, la canción rítmica de los carboneros comunes, el arrullo de madera de las palomas torcaces. Arriba, en el cielo, desentona el silbido dulce de las totovías, alondras de bosque, con los chirridos estridentes de los vencejos, que rasgan el lienzo azul.

Y por todas partes, desde las cuatro esquinas de este bosque aclarado, la llamada en morse de las abubillas -dos puntos, raya, tres puntos, raya…- transmite, con una continuidad rayana en el aburrimiento, el relato de la dehesa.

Bien regada por las lluvias primaverales, templada por el aire cálido de abril, la dehesa es el escenario del paisaje sonoro primaveral. Y, como cualquier concierto, este también podemos dividirlo en secciones.

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