Audio: al aire cálido y nocturno del mes de abril
Un búho chico lanza sus lúgubres notas, y un corzo ladra a media ladera. El estridular de los grillos completa el dibujo de voces de la noche en las laderas de las montañas madrileñas
El paisaje nocturno es una hoja en negro sobre la que se dibujan los trazos con las voces de sus habitantes. Recortada contra las últimas luces del día, vemos una porción de las cumbres del Guadarrama. De izquierda a derecha, de este a oeste, las laderas del puerto de Navacerrada, los Siete Picos (que, vistos desde el norte son seis), el puerto de la Fuenfría y la cima del Montón de Trigo.
Desde las laderas negras, las voces de zorzales y cucos, los últimos del día, dan paso a los ululatos de los cárabos, los primeros de la noche. Entre medias, entre dos luces, gruñe un jabalí y grazna, con voz destemplada, una garza real. Siguen los ronroneos de chotacabras europeos y sapos corredores -aves y anfibios en extraña coincidencia- y el chirrido estridente de la lechuza. Un búho chico lanza sus lúgubres notas, y un corzo ladra a media ladera. El estridular de los grillos completa el dibujo de las voces de la noche.
El paisaje nocturno es una hoja en negro sobre la que se dibujan los trazos con las voces de sus habitantes. Recortada contra las últimas luces del día, vemos una porción de las cumbres del Guadarrama. De izquierda a derecha, de este a oeste, las laderas del puerto de Navacerrada, los Siete Picos (que, vistos desde el norte son seis), el puerto de la Fuenfría y la cima del Montón de Trigo.
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