Inteligencia artificial para acabar con la tala ilegal

Caobas, cedros americanos, palinsandros o ébanos se encuentran entre las especies maderables con las que más se trafica ilegalmente. Cada año este negocio criminal mueve entre 51.000 y 152.000 millones de dólares en todo el mundo, según la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol). Además, la entidad calcula que el tráfico ilegal representa entre el 15 y el 30% de la producción mundial de madera. “Los criminales explotan la falta de comunicación entre los organismos encargados de hacer cumplir la ley tanto a nivel nacional como internacional… El contrabando de madera solo puede ser contrarrestado con cooperación y asegurando la trazabilidad de toda la cadena de suministro”, dice su informe Global Foresty Enforcement 2019.

Lo primero que hace saltar las alarmas de los agentes de aduanas sobre un posible cargamento proveniente de tala ilegal es la documentación. “Es muy fácil hacer pasar un contenedor de madera protegida solo con papeles”, relata Jesús Gálvez, teniente Coronel y Jefe de la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente del Seprona. Hace unas semanas en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria se intervinieron dos contenedores de madera de una especie protegida proveniente de Gambia y que tenía por destino China. En los papeles presentados se declaraba que se trataba de nueces. Algo que hizo sospechar a los agentes.

El Reglamento Europeo de la Madera de 2010 prohíbe la entrada en la UE de madera procedente de tala ilegal y traslada al primer comercializador o importador la responsabilidad sobre la acreditación del origen legal de la misma. Sin embargo, y a pesar de que el cargamento se encuentra retenido desde hace semanas, en este caso nadie ha reclamado los contenedores, valorados según el Seprona en más de un millón de euros.

La policía realiza estos controles aleatorios en las fronteras. En España hay un centenar de guardias civiles formados en la identificación de madera ilegal. Ante un posible caso sospechoso, realizan sus análisis de forma manual. Es decir, toman una muestra aplicando un corte transversal en la madera y comprueban de forma visual y guía en mano de qué se trata. Si tras la consulta existe una alta posibilidad de que se esté ante una especie protegida, la muestra se manda a laboratorio. Allí se realizan análisis de imágenes de anatomía macroscópica en superordenadores y en 15 días de media se obtienen los resultados definitivos.

Uno de los laboratorios de reconocimiento de madera con los que trabajan los agentes está en Madrid, concretamente en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica. La escuela se ha unido al grupo de Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada, a la Guardia Civil y a la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera, entre otros, en el proyecto Go Imai. Su objetivo es desarrollar una App móvil que ayude a los agentes de todo el mundo a identificar las maderas en cuestión de segundos. Una forma de agilizar las denuncias y resolver casos. El Seprona calcula que realizan entre 200 y 300 actuaciones cada año.

TE PUEDE INTERESAR

La gestión sostenible de bosques aportó 69.000 millones de euros a la economía

EFE

“La herramienta combina el examen de la anatomía macroscópica de la madera con técnicas de Inteligencia Artificial conocidas como Deep Learning”, dice Francisco Herrera, catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada y miembro del proyecto. A día de hoy, el algoritmo desarrollado es capaz de identificar con una eficiencia del 99,7% hasta 40 tipos de maderas protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Durante meses el grupo ha entrenado al algoritmo de IA con 2.000 imágenes de alta calidad, porque la idea es que la herramienta cuente con el mismo nivel de precisión que ofrecen ahora los modelos desarrollados en laboratorio con superordenadores.

Para 2023 la aplicación será capaz de identificar con un 90% de acierto los 400 tipos de madera con los que hoy se comercia a nivel mundial y comenzará a instalarse en los puertos de Valencia y Vigo, dos de los que más volumen de tráfico marítimo albergan de la Península. El objetivo, sin embargo, va más allá y la herramienta se pondrá a disposición de Interpol y el resto de las policías nacionales y operadores del sector. Lo único que se necesitará será descargar la 'app' para iOS o Android.

"Desde los años 90 han desaparecido más de 420 millones de hectáreas de bosques. El equivalente en superficie a 8,4 países como España"

Además, los miembros del proyecto ya están en conversaciones con la FAO para distribuir la 'app' de forma gratuita a quien lo solicite del resto del mundo. Y es que, según datos de esta organización de la ONU, la tala ilegal representa del 50 al 90% de la tala en muchos países tropicales, en los que el sector maderero ocupa un alto porcentaje del PIB. “En Europa se ha hecho mucho hincapié en los controles para fomentar el comercio legal de la madera, pero ¿qué se puede hacer para evitar la tala en países donde las condiciones de vida fomentan las actividades ilegales? Una buena solución puede ser la implantada por Costa Rica. El país pasó de contar con grandes tasas de deforestación a ser un ejemplo de conservación de bosques. Allí se indemniza a los propietarios de fincas por plantar árboles y por conservarlos”, dice Luis García, director de la ETSI Montes Forestal y del Medio Natural e investigador del Grupo Operativo IMAI.

La Guardia Civil considera que avances tecnológicos como este son fundamentales en la lucha contra los delitos medioambientales, pero de esta 'app' se podrán beneficiar también los consumidores que quieran conocer el origen de los muebles y ayudar a evitar una parte de la deforestación mundial. “La tala ilegal no es el único, pero sí uno de los motivos por los que se produce deforestación. Y no hay que olvidar que desde los años 90 hasta el 2020 han desaparecido 420 millones de hectáreas de bosques. Es decir, el equivalente en superficie a 8,4 países como España. Es más, en los últimos cinco años se han perdido diez millones de hectáreas cada año", explica el director de la ETSI de Montes.