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Audio: la sinfonía de las estaciones alcanza su 'allegro' en la naturaleza
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Audio: la sinfonía de las estaciones alcanza su 'allegro' en la naturaleza

El bosque es ya un concierto. Tamborilean los pájaros carpinteros, proyectan su torrente de voz los pinzones, cantan a compás herrerillos y carboneros… ¡por fin llegó la primavera!

Foto: Primer plano de un Abejaruco (Fuente: iStock)
Primer plano de un Abejaruco (Fuente: iStock)

Línea a línea, palabra a palabra, la primavera se cuenta a sí misma con sus propias voces.

A finales de marzo, los indicios que desde semanas atrás anunciaban el fin del invierno se vuelven consistentes. La primavera es, ante todo, el tiempo de la reproducción. Y eso, en términos acústicos, equivale a un parloteo constante. Llueve en los bosques, pero los zorzales ya están lanzados y continúan, impertérritos, cantando bajo la lluvia.

En el fondo sonoro se escuchan nuevos mensajes. De norte a sur, como si se descorriera un telón, despiertan los anfibios y los grillos

Una característica de estas semanas es la disolución de las bandadas invernales de aves. El gregarismo, la vida en comunidad, que era buena para buscar alimento, calor y protección, es incompatible con el uso en exclusiva de un territorio para instalar el nido. Los que gritaban juntos por miles -estorninos, gorriones, calandrias, jilgueros, pardillos…- buscan ahora la soledad en pareja. Y por los campos se escuchan cantos individuales, bien delineados.

El aire está tibio. Tamborilean los pájaros carpinteros, proyectan su torrente de voz los pinzones vulgares -nada vulgares-, cantan, a compás, los carboneros comunes… El bosque es un concierto.

Poco a poco, en el fondo sonoro se escuchan nuevos mensajes. De norte a sur, como si se descorriera un telón, despiertan los anfibios y los grillos. En latitudes altas, en las noches todavía frescas, los sapos parteros -un silbido- y las ranas comunes -un croar roto- armonizan con las estridencias de algunos grillos destemplados. Al mismo tiempo, más abajo, en las cálidas noches meridionales, un clamor se eleva desde las charcas.

En abril, cada día se incorpora al concierto una nueva voz, una nueva presencia. Las aves migrantes llegan desde África. Al primer cuco le siguen los primeros bandos de abejarucos, los primeros arrullos de las tórtolas, las triples notas de las codornices… Hasta que una noche, silba el primer ruiseñor.

Foto: El urogallo es una de las especies más amenazadas (SEO/Birdlife)

Nadie se calla en mayo. En el cielo chirrían los vencejos y parlotean las alondras; en árboles y arbustos arrullan, las palomas torcaces, cantan las aves forestales. En el suelo, o a pocos palmos por encima, bordonean las abejas, raspan los saltamontes. Todas las voces, todas las tesituras rellenan el campo sonoro.

Hasta que, con la llegada de junio, las cigarras anticipan la proximidad de los calores del verano.

Línea a línea, palabra a palabra, la primavera se cuenta a sí misma con sus propias voces.

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