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Mal estreno de la estadística de incendios en enero, pero queda mucho año por delante
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Mal estreno de la estadística de incendios en enero, pero queda mucho año por delante

A pesar de que en el primer mes del año han ardido 6,13 veces más hectáreas de masa forestal que el año anterior, los expertos avisan de que esto no significa nada. En invierno no es cuando menos arden los fuegos en el monte

Foto: Agentes de montes de Cantabria apagan un incendio forestal en los montes de la localidad cántabra de Vargas. (EFE/Pedro Puente Hoyos)
Agentes de montes de Cantabria apagan un incendio forestal en los montes de la localidad cántabra de Vargas. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

El mes de enero de 2022 ha sido muy distinto al de 2021. Este ha estado marcado por el tiempo seco, soleado y por temperaturas más bien primaverales, mientras el enero pasado será recordado por la acumulación de lluvia, el grueso manto de nieve y la ola de frío que dejó la borrasca ‘Filomena’.

A la falta generalizada de precipitaciones se suma otra diferencia: el número de hectáreas quemadas en incendios forestales. El año pasado apenas ardieron 248 hectáreas (247,98 exactamente) frente a las 4.040 hectáreas en el primer mes de 2022, es decir 6,13 veces más. La superficie afectada duplica la media de los últimos diez años, de acuerdo con los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que indica que solo 2017, 2012 y 2019 han tenido peores resultados en el mes de enero.

"Falta hacer ese trabajo en Asturias, Cantabria y la franja noroccidental de Castilla y León"

No se trata, por tanto, de un buen comienzo de año en lo que a incendios forestales se refiere. En cifras, el número de siniestros también ha registrado un marcado repunte, al pasar de los 128 de 2021 en esa treintena a los 822 de 2022, un valor únicamente superado por 2017, con 921 fuegos.

De los sucesos de incendios de este periodo analizado, el 66,9% fueron conatos, es decir que pudieron extinguirse antes de que llegaran a quemar una hectárea, mientras que el resto, 274 fuegos, superaron esa extensión. En lo que sí coinciden este enero y el pasado es que ambos tuvieron un fuego de más de 500 hectáreas quemadas, lo que se conoce como gran incendio forestal (GIF). Se trata de un hecho poco frecuente y que en los últimos diez años solo se ha dado en 2012 y en 2017.

Foto: El incendio de Sierra Bermeja, la noche del 10 de septiembre. (Reuters)

La zona más afectada por las llamas en este arranque del año fue el noroeste, con el 73,11% de los siniestros. Fue allí, en las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y en las provincias de León y Zamora donde ardió el 90,64 por ciento de toda la superficie arbolada quemada y el 93,29 por ciento de la forestal en el conjunto del país. De hecho, las cifras variarán notablemente en el mes de febrero, puesto que este balance estadístico no ha terminado de contabilizar el fuego de Hermisende (Zamora), que se calcula que habría quemado más de 1.400 hectáreas.

Sin embargo, para el decano presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, las elevadas cifras acumuladas a lo largo de enero no tienen por qué significar necesariamente que este vaya a ser un mal año en materia de incendios en su conjunto, puesto que aún faltan por llegar las lluvias de la primavera, y recuerda a Planeta A que, precisamente, justo antes de ‘Filomena’ el año pasado hubo un repunte de incendios, pero 2021 “no terminó mal”. “Se puede arreglar al término del año”, anima.

placeholder Incendio forestal cerca de la localidad cántabra de San Román. (EFE)
Incendio forestal cerca de la localidad cántabra de San Román. (EFE)

De este modo, expone que la Península Ibérica tiene dos temporadas de incendios forestales, una de diciembre a abril y, la segunda, de junio a septiembre, mientras que “no siempre afectan a las mismas zonas. “No se puede hacer una contabilidad de incendios fiable con solo un mes, porque hay zonas con sequía y muchos fuegos en invierno que después, en julio y agosto tienen una situación más benévola”, ha añadido.

Foto: Incendio en el estado de Colorado, en EEUU. (Unsplash) Opinión
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No obstante, reconoce que la escasez de lluvias acumulada en este año hidrológico --que llega al 38% a fecha de 8 de febrero— y en especial en diciembre y enero, puede influir de manera notable en la evolución del fuego. Por un lado, argumenta que al haber menos precipitación hay menos vegetación que en verano pueda convertirse en combustible, pero por otro, la falta de humedad sitúa el terreno en peores condiciones para afrontar el fuego.

placeholder Un hidroavión participa en las labores de extinción de un incendio forestal declarado en el municipio de Monterrei, Ourense. (EFE /Brais Lorenzo)
Un hidroavión participa en las labores de extinción de un incendio forestal declarado en el municipio de Monterrei, Ourense. (EFE /Brais Lorenzo)

“Estos incendios de invierno suelen producirse en las zonas más altas hasta que la vegetación brota y que coincide con las regiones en las que hay un mayor uso tradicional del fuego para pastos”, comenta Rojas, que insiste en el comportamiento desigual de este problema en los distintos territorios de la Península Ibérica.
Así, destaca que este invierno, a diferencia de lo que es habitual, no se han registrado numerosos fuegos en Cantabria, dado que no ha habido un régimen de vientos del sur. Por su parte, apunta que en Asturias la mayor época de incendios también es el invierno, frente al verano, cuando “apenas suele quemarse”.

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Mientras tanto, sobre Galicia, una de las comunidades autónomas con mayor problema de incendios, Rojas Briales observa que la situación varía mucho según las zonas, porque en el suroeste de la comunidad se ha adelantado la época de incendios.

placeholder Arboles quemados en la zona devastada por el incendio forestal en la Sierra Bermeja. (EFE/Daniel Pérez)
Arboles quemados en la zona devastada por el incendio forestal en la Sierra Bermeja. (EFE/Daniel Pérez)

“Sacar conclusiones de un periodo tan corto no es conveniente. No se pueden comparar plazos breves con una tendencia”, advierte el decano de los Ingenieros de Montes, que insta a no darle “mucha importancia” a este incremento del fuego en enero y recuerda que los dos mejores meses en España, es decir, con menor cifra de incendios, son mayo y noviembre.

Otra zona que define como “peligrosa” para el fuego es el Mediterráneo durante el final del invierno, especialmente entre abril y junio, porque allí la primavera suele ser más seca y con más viento, condiciones que influyeron en los dos grandes incendios que tuvieron lugar en la Comunidad Valenciana en 2012 durante el mes de junio. Por el contrario, celebra que los últimos tres años el fuego ha sido muy benigno en amplias zonas del sureste peninsular.

El decano aboga por reforzar el dispositivo de incendios en invierno en Galicia y en las zonas altas de Castilla y León, que son las que sufren las dos épocas de mayor incidencia de fuegos, pero también en Asturias y Cantabria, no tan afectadas durante la época estival pero sí durante los meses invernales.

Foto: Agentes de montes de Cantabria apagan un incendio forestal en la localidad cántabra de Vargas. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

Al mismo tiempo aboga por integrar a la ganadería en la gestión de los incendios forestales: “Un ganado en extensivo, pero descontrolado sería como poner en un bosque una motosierra descontrolada”. El problema, según el decano, es que la actividad ganadera está en regresión tanto por el número de explotaciones como por el hecho de que los titulares de estas tienen una edad cada vez más avanzada y ya no son capaces de controlar el fuego como en épocas precedentes. Propone como solución a la falta de gestión particular que bomberos y autoridades forestales que les ayuden a gestionar las quemas durante días de peligro bajo.

“Se mezcla todo, lobo, despoblación, cosas que no se hacen bien y que enmascaran otras. Se culpa del fuego a muchas causas que en realidad no lo son”, reflexiona.

Entre los ejemplos de buena gestión para reducir esta lacra ambiental, el decano se refiere a Galicia que realizó un “trabajo muy serio” que ha incluido la represión tras acometer un análisis prácticamente por cada parroquia para detectar los peligros potenciales en cada preciso lugar. Con esa reducción del conflicto social sumada a la mejor gestión y rentabilidad del monte ha logrado que en los últimos 30 años el número de incendios de esa comunidad autónoma haya caído de los 10.000 a los 3.000 siniestros de media. “Falta hacer ese trabajo en Asturias, Cantabria y la franja noroccidental de Castilla y León”, aconseja.

El mes de enero de 2022 ha sido muy distinto al de 2021. Este ha estado marcado por el tiempo seco, soleado y por temperaturas más bien primaverales, mientras el enero pasado será recordado por la acumulación de lluvia, el grueso manto de nieve y la ola de frío que dejó la borrasca ‘Filomena’.

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