Vídeo | Los osos en la niebla
Entre el canto de las aves que habitan la cordillera cantábrica se encuentra uno de los mayores mamíferos de Europa. Se trata de un animal casi 'mudo', dueño y señor de las praderas y montes del norte de la península
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En el campo, los osos pardos son prácticamente mudos. Salvo por algunos gruñidos y gemidos, sobre todo emitidos por los oseznos, apenas emiten sonido alguno. Los osos, por tanto, no forman parte del paisaje sonoro. Pero la montaña sí sabe que el oso merodea oculto entre las nieblas.
A primera hora de la mañana, en la cordillera cantábrica, las nieblas cubren los fondos de los valles, se deshilachan en jirones en las crestas, velan las siluetas de los árboles. Niebla, además, es sinónimo de atmósfera quieta, por lo que los sonidos se propagan por ellas con facilidad. Y esto es lo que escuchan los osos: los tamborileos de los picamaderos negros y la llamada de los zorzales en los bosques; los silbidos de escribanos cerillos y bisbitas alpinos en los prados; los graznidos de cornejas y cuervos en el aire. Y el tintineo del ganado por todas partes.
El sol templa la mañana y al abrirse un claro, entre jirones, la niebla nos enseña el secreto mejor guardado: una osa y sus esbardos han salido al claro y pastan la hierba fresca.
En el campo, los osos pardos son prácticamente mudos. Salvo por algunos gruñidos y gemidos, sobre todo emitidos por los oseznos, apenas emiten sonido alguno. Los osos, por tanto, no forman parte del paisaje sonoro. Pero la montaña sí sabe que el oso merodea oculto entre las nieblas.