Vídeo: Los otros sonidos de las lagunas de Ruidera

No abunda en los mapas la toponimia referida al sonido. La de aquellos lugares que llevan en el nombre una alusión a su banda sonora. Uno de los más conocidos es este de Ruidera, la serie escalonada de lagunas manchegas que, en años de lluvias, desaguan unas en otras por ruidosas cascadas. Pero la diferencia que va de ruido a sonido es sutil y en estas lagunas se escuchan otras muchas voces. Basta remontarlas lo más alto posible, alejarse del tráfico de las carreteras y del bullicio de los chiringuitos que jalonan la ruta para asomarse al concierto sonoro de los humedales.

Cae la tarde en la laguna de Conceja cuando, como una vaharada, de lo más profundo de las encañizadas se levanta el zumbido agudo de las nubes de mosquitos. Trompetean las gallinetas y lanzan sus reclamos nasales, como estornudos, las fochas. Desde la distancia llegan las risotadas de los patos azulones. Mecidos por el viento, crujen los carrizos que dan soporte a la canción sincopada, crepitante, de los carriceros.

En los bosques que rodean la laguna, un segundo cinturón vegetal retirado de la orilla, cantan las currucas y relinchan los pitos reales, los pájaros carpinteros. Pero desde el centro de la lámina de agua nos llega un mugido. Un somormujo lavanco, un ave de aspecto tan elegante como enrevesado es su nombre, navega por la laguna. Es un ave buceadora (el nombre 'somormujo' deriva de 'sumergir'), que busca las aguas más profundas mientras pasa frente a su nido, una plataforma flotante invisible entre las cañas. Cae la tarde, baja la luz y suben las estridencias de los grillos: ¿ruido o sonido?