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El pausado y elegante vuelo del buitre leonado
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Crónicas de la vida salvaje

El pausado y elegante vuelo del buitre leonado

Amenazada por el uso de un fármaco veterinario, el diclofenaco, esta rapaz desempeña un papel fundamental en la naturaleza, al actuar como agente sanitario de nuestros campos

Foto: Buitre leonado en la Foz de Lumbier, Navarra. (Andoni Canela)
Buitre leonado en la Foz de Lumbier, Navarra. (Andoni Canela)

Fue en mi primera época como fotógrafo. Todavía adolescente, en esos días estrenaba mi primera cámara fotográfica, de segunda mano y con un teleobjetivo prestado. Viajé desde mi Tudela natal para pasar la noche en una borda de ganado en un valle perdido del Pirineo navarro. Un pastor amigo de mi hermano veterinario le había dicho que una oveja muerta en un parto se había quedado no muy lejos del corral donde guarda el rebaño por las noches. Era posible que los buitres fueran a comérsela durante los días siguientes.

Antes de que saliera el sol ya me había levantado. Era una mañana fría de invierno, de aquellos años en los que el frío era intenso. Recuerdo que el termómetro –era de mercurio– marcaba 7 u 8 grados bajo cero. Era todavía de noche cuando los primeros buitres empezaron a posarse en el tejado de la cabaña. Antes de verlos, la verdad que pensaba que podían ser ratas enormes que correteaban entre las tejas.

placeholder Buitre leonado. (Andoni Canela)
Buitre leonado. (Andoni Canela)

Era la primera vez que veía de tan cerca un buitre leonado. La luz era mágica y creaba una ambientación de claroscuros maravillosa, al más puro 'estilo Caravaggio'. Aquellos buitres despertaron en mí una atracción irresistible por las aves rapaces en general y por los buitres leonados en particular. En aquel entonces los buitres eran aves muy esquivas y se mantenían lo más alejadas posibles del ser humano. El motivo era obvio: la persecución directa e indirecta a estas aves resultaba fatal.

Foto: La sierra de Madrid. (EFE)
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En esa época, a finales de los años 80, se calculaba en España una población de aproximadamente unas 7.000 parejas de buitres leonados. En aquellos años los buitres leonados se estaban recuperando de sus horas más bajas. De hecho, entre los años 50 y 70 se estima que llegaron a sobrevivir tan solo unas 2.000 parejas reproductoras en toda España. Las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos incluían a las rapaces como animales a eliminar y el uso extendido del veneno, además del tiroteo de buitres, los puso en un momento crítico. En 1966 se logró la protección de las aves rapaces, pero el uso de venenos y su caza se extendió durante décadas.

placeholder Grupo de buitres comiendo. (Andoni Canela)
Grupo de buitres comiendo. (Andoni Canela)

Observar a los buitres a ras de tierra, a su mismo nivel es sorprendente. Y verlos volar todavía más impresionante. La elegancia con la que mueven, suben, bajan y giran sus tres metros de envergadura es algo digno de contemplar. Me quedo aún boquiabierto viendo a los buitres jugar con las corrientes térmicas. Lo hacen con una gran facilidad. Unas veces de modo silencioso, y otras veces con un fuerte ruido si los tienes cerca. Recuerdo haberlos visto volar en diferentes lugares del norte de Navarra, como la Foz de Lumbier, la Foz de Arbayún y otros enclaves de la Sierra de Leyre. Navarra es uno de los territorios con más buitres leonados. Hoy en día se calcula una población de más de 2.000 parejas.

Foto: Webcam en nido de águila pescadora. (Kotkaklubi)

Como es de sobra conocido, los buitres leonados se alimentan de animales muertos, aunque en ocasiones muy excepcionales pueden matar animales debilitados, impedidos o enfermos. Su pico, fuerte y ganchudo, es como un cuchillo perfectamente afilado. Su cuello desnudo, característico de la especie, le sirve para entrar mejor en el interior de los animales muertos. Estas aves carroñeras limpian los cadáveres logrando un beneficioso servicio sanitario y de limpieza para el medio ambiente. Hacen desaparecer miles de kilos de carne que podrían ser una amenaza para la salud del ser humano y de su entorno. Gracias a un aparato digestivo que contiene ácidos especiales, los buitres son capaces de matar a las bacterias que viven en el cuerpo de animales en descomposición.

placeholder Buitre leonado. (Andoni Canela)
Buitre leonado. (Andoni Canela)

Actualmente, la población de buitre leonado ('gyps fulvus') en España se ha estabilizado. Se calculan en la actualidad entre 30.000 y 35.000 parejas reproductoras. Representa el 90% de todos los buitres leonados de Europa. No obstante, continúan las amenazas incluso con algún añadido como las muertes ocasionadas por los aerogeneradores de los parques eólicos. Es muy importante y vital para estas aves y las de otras especies que el ganado muerto se pueda dejar en el campo. Es igualmente fundamental evitar medicamentos como el diclofenaco, ya que pueden entrar en la cadena trófica y matar a las aves rapaces, como les ha ocurrido a millares en India.

Foto: Ejemplar de lobo ibérico. (EFE)

El año pasado, en mi último viaje a India pude observar a muy pocos buitres. En el subcontinente indio ha ocurrido con los buitres lo contrario que sucedió en España. A mediados de los años 90, la visión de los buitres era común y habitual en gran parte del país. Los había por todos los sitios y de diferentes especies. Pero, poco a poco, desde finales del siglo pasado, los buitres fueron muriendo en todo el país (también de otras áreas de Asia). La mortandad fue tal que más del 95% de los ejemplares de algunas especies de buitre (picolargo, picofino y el dorsiblanco bengalí) desaparecieron. En pocos años, centenares de miles de buitres murieron. El motivo principal fue el diclofenaco.

El diclofenaco sódico es un medicamento veterinario que se usa para tratar el ganado. Es un antiinflamatorio y analgésico utilizado habitualmente también en personas (el más conocido es 'Voltaren') pero que es letal para las aves carroñeras y rapaces que consumen a los animales muertos: vacas, cerdos, caballos, ovejas o cabras. Recientemente, el uso del diclofenaco masivo para las explotaciones ganaderas se ha prohibido en varios países asiáticos y lentamente los buitres comienzan a recuperarse.

Fue en mi primera época como fotógrafo. Todavía adolescente, en esos días estrenaba mi primera cámara fotográfica, de segunda mano y con un teleobjetivo prestado. Viajé desde mi Tudela natal para pasar la noche en una borda de ganado en un valle perdido del Pirineo navarro. Un pastor amigo de mi hermano veterinario le había dicho que una oveja muerta en un parto se había quedado no muy lejos del corral donde guarda el rebaño por las noches. Era posible que los buitres fueran a comérsela durante los días siguientes.

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