Las peligrosas ranitas venenosas de la selva
Hay ranas azules, naranjas, verdes, marrones, amarillas... Algunas son uniformes, de un mismo color, otras tienen puntos negros sobre la piel: todas segregan sustancias tóxicas que pueden resultar mortales para el ser humano
Paseo lentamente por una selva tropical en la costa caribeña de Nicaragua. El paisaje me ofrece una gama infinita de verdes. Árboles de 30, 40 o 50 metros de los que no se ve el techo. Alzo la vista y el dosel del bosque es una especie de bóveda gigantesca. Catedrales de la naturaleza que albergan una vida vegetal y animal extraordinaria. Escucho decenas de aves que se muestran esquivas mientras crean una banda sonora espectacular.
Pero, esta vez mi mirada no va a las alturas sino que se detiene en el suelo, en la vegetación de poca altura y en la base de los troncos de los árboles. Es ahí donde vive una especie singular: la ranita venenosa roja, también llamada la rana flecha roja y azul. Estos anfibios viven en la hojarasca de la selva, entre musgos y líquenes o camuflados en las raíces laberínticas de los árboles.
Contemplo cómo los musgos rebosantes de agua cubren la vegetación y el suelo. Bromelias gigantescas y líquenes cuelgan de las ramas. De repente, mi vista se fija en unos colores extraños. Es la primera vez que la veo y me llama la atención su brillo especial. Parece un semáforo. Y todavía mucho más en contraste con el verdor omnipresente.
La selva tropical de la Reserva Indio-Maíz fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO por su gran biodiversidad. Es el hogar de jaguares, ocelotes, perezosos, tapires, guacamayos y de estas ranitas. Es un bosque costero de poca altura que constituyen un hábitat húmedo ideal para esta especie de anfibio. Los americanos la llaman la rana blue jeans (algo así como la rana de los pantalones vaqueros). Un nombre muy apropiado por sus patas de color azul y cuerpo de un rojo muy vivo.
Las ranas venenosas incluyen a varias especies de anfibios tropicales que viven en América Central y América del Sur. Entre ellas, está la especie Oophaga pumilio que vive en Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Colombia. Se distingue por su pequeño tamaño, colores brillantes y, sobretodo, porque tienen un veneno neurotóxico muy potente por sus altos niveles de toxicidad. En algunos casos puede ser peligrosa e incluso mortal para los seres humanos si entra en contacto con la sangre o las mucosas. Muchos nativos untaban sus flechas en el veneno para abatir a sus presas. Su gran capacidad tóxica les sirve también para evitar a los depredadores.
Unos días más tarde navego en una pequeña embarcación de un río cercano a su desembocadura. Un caimán que descansa en la orilla se zambulle asustado en el agua. En lo alto de la selva monos carablanca observan la escena con tensión. Una majestuosa garza tigre, posada en la percha de un árbol, parece una estatua inmóvil. De repente, una rana de color rojo intenso salta al interior de la embarcación y se atreve incluso a pasear por encima de mis piernas. Su fragilidad y su belleza la convierten en una joya extraordinaria.
En sus primeros días de vida los renacuajos pasan sus primeros días en un hueco en un tronco, en el suelo, entre hojas enormes típicas de la selva tropical o en bromelias. Las bromelias tienen una especie de vaso profundo ideal para que vivan esos renacuajos como si fuera una pequeña charca. Con la lluvia tan persistente que se da en estos hábitats, estas plantas están siempre llenas de agua. Allí, tanto el macho como la hembra vienen a alimentarlos
Como curiosidad de la especie hay un lugar dónde sucede un fenómeno extraordinario. Se trata de la región panameña de Bocas del Toro. Pues bien, las ranas que habitan allí poseen una gran variedad de colores. Hay ranas azules, naranjas, verdes, marrones, amarillas, etc. Algunas son uniformes, de un mismo color, y otras tienes puntos negros sobre la piel.
Los anfibios están sufriendo a nivel global una gran disminución con extinciones de especies en algunas zonas. Junto con los insectos es uno de los grupos más amenazado. Son varias las causas: entre las principales razones está el cambio climático, la destrucción de las selvas tropicales y el comercio legal e ilegal de ranas, vendidas como mascotas.
Paseo lentamente por una selva tropical en la costa caribeña de Nicaragua. El paisaje me ofrece una gama infinita de verdes. Árboles de 30, 40 o 50 metros de los que no se ve el techo. Alzo la vista y el dosel del bosque es una especie de bóveda gigantesca. Catedrales de la naturaleza que albergan una vida vegetal y animal extraordinaria. Escucho decenas de aves que se muestran esquivas mientras crean una banda sonora espectacular.
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