Vídeo: silbidos y estridencias entre las amapolas

Verde y rojo. Trigos y cebadas aprietan las filas, pero los suelos removidos son el terreno que necesitan las amapolas para teñir los campos. Por todas partes, de la raíz de este bosque de espigas aflora un concierto formado por la suma de muchas miniaturas musicales, las estridencias de saltamontes y grillos que rascan con alas y patas. Los insectos son la base principal del paisaje sonoro.

Al mismo tiempo, sobre este fondo entre melódico y estridente silban los pájaros de los espacios abiertos: terreras en los terrones del suelo, cogujadas montesinas en algún poste, trigueros en los majanos. Por los surcos, las avenidas del trigal, corren y silban su triple nota las codornices. Y más arriba, suspendidas en el aire como puntos de voz, calandrias y alondras entrelazan sus largas parrafadas. En estos campos de horizontes infinitos no hay mejor oteadero que el que alcanzan con su frenético batir de alas.

Dentro de unas semanas las mieses serán doradas y el rojo de las amapolas se habrá apagado. Pero aún entonces seguirán rascando los saltamontes y los grillos, en el amanecer y el crepúsculo cantarán las alondras y desde los surcos las codornices continuarán saludando a la buena cosecha.