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El secreto de la biodiversidad de las Galápagos, descubierto
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El secreto de la biodiversidad de las Galápagos, descubierto

Este archipiélago a 900 km de las costas de Ecuador es uno de los lugares más diversos de la tierra (biológicamente hablando). Pero las causas de que esto sea así eran todavía desconocidas, hasta ahora

Foto: Foto: Unsplash/@photosbyjenni
Foto: Unsplash/@photosbyjenni

A principios del siglo XIX, Charles Darwin emprendió un viaje que cambiaría la forma en la que entendemos no solo de dónde vienen todos los seres vivos que vemos a nuestro alrededor, sino también nosotros mismos. A 940 km al oeste de las costas de Ecuador, el HMS Beagle, barco en el que realizó la vuelta al mundo con el famoso naturalista británico a bordo, echó el ancla y permitió a Darwin observar en directo la tremenda biodiversidad de las islas Galápagos.

Varias especies de pájaros llamaron especialmente la atención del científico: los pinzones. Los estudió con ahínco y descubrió diferencias notables entre los que habitaban cada isla del archipiélago. Se habían adaptado, a pesar de ser de la misma especie y vivir a pocos kilómetros de distancia, al alimento principal de cada una de las islas. Este (entre muchos otros) fue el descubrimiento que le ayudó a elaborar el libro de biología más famoso del mundo: 'El origen de las especies', que a su vez daría lugar a los conceptos de selección natural y, finalmente, a la teoría de la evolución.

placeholder Turbulencias atmosféricas. (Unsplash/@USGS)
Turbulencias atmosféricas. (Unsplash/@USGS)

Si no hubiese sido por esas islas perdidas en medio del océano Pacífico, es posible que lo que sabemos acerca de quiénes somos y de dónde venimos fuese completamente distinto. Pero esa no ha sido la única contribución de las islas Galápagos a la ciencia, ni muchísimo menos.

A pesar de todo lo que nos han dado, una gran duda estaba todavía sobre la mesa: ¿por qué? ¿Cuál es la razón de que esas características solo se den ahí y no en otro de los millones de ecosistemas de la tierra? Eso mismo se preguntaban los investigadores Alberto C. Naveira Garabato, Clément Vic, Alexander Forryan y el resto de su equipo de la Universidad de Southampton en el Reino Unido. Estos científicos han publicado un estudio en la revista científica 'Nature Scientific Reports' en el que analizan las particulares variables que se dan en las Galápagos y no en ningún otro lugar de la tierra (que conozcamos).

Todo está en el agua

El océano más grande de la tierra está absolutamente repleto de nutrientes. El problema es que estos se encuentran principalmente en las profundidades. Esto hace que sean las corrientes fuertes las que consigan sacarlos de su 'reclusión' y llevarlos a la superficie, donde las especies que podemos estudiar con mayor facilidad se encuentran. Es necesario recalcar que todavía sabemos extraordinariamente poco de lo que habita el lecho oceánico (y por tanto no tenemos ni idea de cómo le afecta, entre otros factores, la crisis climática actual).

Como explican los investigadores, su complejo modelo de las corrientes que azotan el archipiélago les ha permitido determinar que estas son capaces de arrastrar hacia la superficie las aguas profundas, gracias a las corrientes de aire que se dirigen hacia el norte, que generan potentes turbulencias en las capas superficiales del Pacífico. Esto permite que se creen áreas con grandes contrastes en las temperaturas, lo que hace emerger una gran cantidad de alimento.

placeholder Foto: Unsplash/@macgaither
Foto: Unsplash/@macgaither

Cierto es que toda esta 'comida' no es aprovechable, por ejemplo, por los pinzones que estudió Darwin, pero sí suponen una inyección inmensa de contenido a la cadena trófica del archipiélago, de la cual se aprovechan más adelante las tortugas, los peces, los pájaros y el resto de seres vivos que habitan ese ecosistema 'puro' y cerrado. Como explica el autor principal del estudio, el investigador Alex Forryan: "Nuestros descubrimientos muestran que la subida de nutrientes a la superficie que ocurre en las Galápagos está controlada por interacciones altamente localizadas entre la atmósfera y el océano. Esto significa que, de ahora en adelante, debe mantenerse un estudio continuo para saber cómo cambia el ecosistema del archipiélago (y su vulnerabilidad) con el cambio climático que está teniendo lugar en este siglo XXI".

Por su parte, otro de los autores principales, el investigador Alberto Naveira Garabato, explica que "estos conocimientos de dónde y cómo tiene lugar la 'inyección' de nutrientes del fondo marino al ecosistema de las Galápagos nos permite realizar planes para, si fuera necesario, expandir el espacio que ocupa la Reserva Marina del archipiélago y así mejorar la gestión para hacer frente a las presiones que ejerce la crisis climática y la explotación humana".

A principios del siglo XIX, Charles Darwin emprendió un viaje que cambiaría la forma en la que entendemos no solo de dónde vienen todos los seres vivos que vemos a nuestro alrededor, sino también nosotros mismos. A 940 km al oeste de las costas de Ecuador, el HMS Beagle, barco en el que realizó la vuelta al mundo con el famoso naturalista británico a bordo, echó el ancla y permitió a Darwin observar en directo la tremenda biodiversidad de las islas Galápagos.

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