Salen a la luz las estrategias del sector para disfrazar el gas de combustible ecológico
Un nuevo informe destapa las tácticas que siguen los 'lobbies' del gas fósil para lavar su imagen y presentarlo como un aliado contra el cambio climático
En abril de este año, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) publicó su último informe sobre los efectos del cambio climático. Descrito por el secretario general de la ONU, António Guterres, como un “auténtico código rojo para la humanidad”, el trabajo de investigación demostraba que la crisis climática es la principal amenaza para la salud, la seguridad y el bienestar humanos en todo el planeta y afirmaba que para mitigar sus consecuencias es necesario “reducir de manera significativa y urgente” el uso de combustibles fósiles, incluido el gas natural.
Señalado como uno de los principales contribuyentes de la crisis climática, el gas natural se compone principalmente de metano: un gas de efecto invernadero (GEI) 80 veces más potente que el dióxido de carbono a corto plazo. Aunque lo cierto es que, en comparación con el carbón y el petróleo, el gas natural muestra un perfil contaminante más bajo, por lo que desde los años noventa se viene ofreciendo como combustible puente en la transición hacia las renovables.
Un puente que, sin embargo, y muy especialmente tras la situación geopolítica derivada de la invasión rusa de Ucrania, ha acabado por convertirse en un gigantesco e interminable viaducto que nadie sabe cuándo ni dónde termina. Algo que desde el sector se está observando como una magnífica oportunidad para, aprovechando la coyuntura, revestir al gas natural de energía verde y ofrecerlo, no ya como transición, sino como solución para un futuro energético estable y seguro.
InfluenceMap es un instituto de investigación formado por un variado grupo de expertos que, de manera independiente, elabora informes analíticos sobre cuestiones relacionadas con la energía y el cambio climático. Su trabajo se centra en proporcionar datos contrastados sobre cómo algunas grandes corporaciones empresariales y entidades financieras están ralentizando la acción climática.
En su último informe, presentado este jueves, este influyente think thank, con sede en Londres y delegaciones en Tokio y Nueva York, aporta informaciones sobre la estrategia puesta en marcha por la Unión Internacional del Gas (IGU, por sus siglas en inglés) para redefinir el papel de este combustible fósil ante la creciente preocupación de la opinión pública, las administraciones y las instituciones internacionales por el avance del cambio climático.
La IGU es la asociación mundial de la industria gasista, una potente organización que desde 1931 actúa como lobby para defender sus intereses. Con más de 150 compañías asociadas, agrupa a más del 90% del sector gasista mundial, incluidas las principales corporaciones como Chevron, Shell, TotalEnergies, Gazprom, Petrobras o ExxonMobil, y las españolas Repsol, Naturgy y Enagas.
Cambio de imagen: del gris al verde
Los investigadores de InfluenceMap detectaron un “acelerado cambio de estrategia” del lobby gasista al analizar las informaciones contenidas en el propio portal de la IGU, donde se toparon sorprendentemente con varios documentos (posteriormente retirados de la web) en los que se detallaba el enfoque estratégico a seguir para “crear una nueva retórica propia y generar desinformación sobre el cambio climático”.
El análisis de dichos documentos ofrece una visión única y muy significativa sobre cómo la industria del gas esta reforzando su estrategia para defender sus intereses ante la acumulación de informes científicos que señalan los combustibles fósiles como principales responsables del calentamiento global, ante la creciente preocupación ciudadana por la crisis climática y los rápidos avances que se están produciendo en la transición hacia las renovables.
Los memorándums internos de la IGU reconocen que el avance de la acción climática plantea una situación "potencialmente comprometida" para la industria del gas, plantean la necesidad de "encontrar un mensaje positivo para defender y mejorar el papel del gas” y hablan directamente de promover lo que denominan "ecologización del gas", algo muy contestado desde las oenegés ambientalistas. Entre las actas, se encuentran planes de comunicación, informes elaborados para el comité ejecutivo y documentos de trabajo interno que estaban en el sitio web de la organización antes de ser eliminados y que ahora ven de nuevo la luz.
Los escritos afirman que “la edad de oro del gas natural está siendo reemplazada por una visión más delicada de su papel en el futuro mix energético”, apuntando que la situación se está tornando particularmente seria “en mercados maduros con una creciente concienciación ciudadana sobre las cuestiones medioambientales y en los que se ha generado una actitud de fobia hacia los combustibles fósiles, incluido el gas natural”.
Seguir el guión predeterminado
Ante esta situación, los comunicados de la IGU analizados por InfluenceMap recogen mensajes directos sobre el papel que debe llevarse a cabo desde el lobby, como que “es imperativo que la IGU posicione al gas como una parte necesaria de la solución y como un componente esencial de la futura combinación energética del mundo” o que "hay que desarrollar soluciones estratégicas para recuperar una imagen positiva del gas".
Un ejemplo de los contenidos lo encontramos en la presentación dee la reunión del Comité de Coordinación de 21 de octubre de 2020. En una diapositiva titulada Desarrollos en la estrategia en 2020 se afirma que una posible alternativa sería verdear el gas natural admitiendo gases procedentes de energías renovables. Estas son algunas de las estrategias apuntadas entonces:
- Asegurar los activos y adaptarlos a los cambios de mercado, como el transporte de gases renovables, siempre con el gas natural como energía de respaldo, a través de las actuales infraestructuras gasistas. Nota: según datos de Global Energy Monitor (GEM), actualmente hay alrededor de 18.000 kilómetros de gasoducto tan solo en la UE, a los que se añadiría el gasoducto BarMar, anunciado por los gobiernos francés, español y portugués como “corredor de energía verde” y muy criticado por las organizaciones ecologistas.
- Permitir la incorporación de gases añadidos (en muchos casos se podría admitir hasta un 20% de hidrógeno) que sean factibles con la actual demanda de mercado para diluir la detracción social y mantener la cuota. Aunque esta opción aumentaría notablemente el coste del suministro.
- Convertir algunas redes de gas natural y líneas de transporte a hidrógeno gris (no verde, obtenido a partir de renovables). Nota: actualmente, el 99% del hidrógeno producido procede de combustibles fósiles, principalmente de gas natural, por lo que al promover el hidrógeno se sigue alentando el consumo de gas fósil.
- Comenzar a desarrollar el transporte naval de hidrógeno aprovechando la actual flota de buques metaneros.
Respecto a la presión del lobby gasista en la gobernanza energética, en un apartado del informe se detalla cómo en junio de 2021, tras la entrada en vigor del Pacto Verde Europeo y las medidas para alcanzar la neutralidad climática en 2050, uno de los miembros más destacados de la IGU, la compañía gasista rusa Gazprom, se dirigía a la organización para conseguir que “la UE reconozca el papel objetivo del gas natural para garantizar la seguridad del suministro y la estabilidad de la red eléctrica”. La respuesta a dicha petición se detallaba en un informe anterior.
En línea con esa sugerencia, el propio vicepresidente de la IGU, Andrea Stegher, señalaba en una conferencia impartida el mes pasado en el Colegio de Ingenieros Industriales de Barcelona que “para hacer frente a los retos de suministro actuales, se necesitan más inversiones, más infraestructuras y más gas natural licuado”. En el mismo acto, el decano aprovechó su presentación para criticar “la política energética errática y a menudo inexistente de la Unión Europea, con decisiones como la de menospreciar el uso del gas natural como elemento fundamental de la transición energética”.
Una estrategia descubierta
Este punto del informe es coincidente con el realizado hace un año por Greenpeace en el que denunciaba las presiones del lobby europeo del gas, Eurogas, a la UE tras presentar su estrategia del hidrógeno para promover solo el hidrógeno verde, es decir, el obtenido a partir de energías renovables. Eurogas envió una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en julio de 2021 (tras la misiva de Gazprom) pidiendo un "enfoque tecnológico neutral" en la estrategia y animándola a incluir el hidrógeno gris (obtenido a partir de gas fósil) para que sus aplicaciones sean competitivas en costos pues, como señalaba en la carta, “actualmente el hidrógeno puro [como se denomina en el sector] es de dos a cinco veces más barato que el hidrógeno renovable”.
InfluenceMap ha rastreado el uso extensivo de esta narrativa por parte de los miembros de la IGU y ha logrado identificarla en numerosas comunicaciones dirigidas no tan solo a la UE, sino a los principales responsables de políticas energéticas de todo el mundo y a las “más altas esferas de las instituciones internacionales”, incluidas la ONU, el G20, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los principales bancos regionales de desarrollo. En los documentos internos que han salido ahora a la luz, la IGU describe a estos grupos como “de importancia crítica, ya que pueden influir en la elección del combustible que prioricen los países".
En el informe, también se detalla cómo la IGU mantiene “relaciones de proximidad” con actores clave en los medios de comunicación, las organizaciones ecologistas y todo tipo de think tanks con el objetivo de "apuntalar la credibilidad de la IGU y situarla como referente indiscutible en los diálogos y debates sobre energía" y de "promover un sentimiento positivo hacia el gas y una definición más amplia del mismo” que permita visibilizarlo como combustible alternativo al petróleo y el carbón.
Para Faye Holder, Program manager de InfluenceMap, "eestos documentos ofrecen una visión detallada del manual de instrucciones que siguen los grupos de presión del gas más importantes del mundo, y revelan la estrategia de rebranding que sigue la industria para promover el gas como verde a pesar de las advertencias cada vez más urgentes de los científicos del clima",.y añade que "la estrategia de la IGU se está materializando a través de la incidencia de su nuevo discurso en los gobiernos, socavando la acción climática en las principales economías de todo el mundo".
Por último punto, y quizá el más inquietante, en un documento en el que se enumeraban los escenarios previstos para 2022-25, la IGU preveía la posibilidad de un “acontecimiento de cisne negro [black swan event]” que podría trastornar la agenda política mundial. Aunque no existen indicios de que la IGU previera la invasión de Ucrania, el rastreo llevado a cabo por InfluenceMap sobre sus comunicaciones elaboradas en el periodo inmediatamente posterior recoge un uso significativo de narrativas que enfatizaban los supuestos beneficios del GNL para garantizar la seguridad energética mundial ante posibles escenarios hostiles.
En abril de este año, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) publicó su último informe sobre los efectos del cambio climático. Descrito por el secretario general de la ONU, António Guterres, como un “auténtico código rojo para la humanidad”, el trabajo de investigación demostraba que la crisis climática es la principal amenaza para la salud, la seguridad y el bienestar humanos en todo el planeta y afirmaba que para mitigar sus consecuencias es necesario “reducir de manera significativa y urgente” el uso de combustibles fósiles, incluido el gas natural.