Qué es el CO2 biogénico y qué papel juega en la lucha contra el cambio climático
Como parte del ciclo corto natural del carbono, este tipo de dióxido no produce emisiones a la atmósfera y sirve para producir distintos combustibles renovables
España, junto al resto de países de la Unión Europea, tiene un objetivo claro: ser climáticamente neutra en 2050. Así lo establece también el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), que, además, marca la hoja de ruta de nuestro país a la hora de reducir emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Por este motivo, tanto las instituciones públicas como la industria privada llevan años buscando las distintas fórmulas que nos permitan reducir visiblemente el número de emisiones sin que eso repercuta negativamente en nuestro país. En otras palabras: ¿cómo podemos sustituir los procesos que a día de hoy son menos sostenibles por otros que nos ayuden a luchar contra el cambio climático?
Es en esta diatriba donde entra en acción el CO2 biogénico. El CO2 biogénico es el dióxido de carbono resultante de la descomposición, digestión o combustión de biomasa o de productos derivados de la biomasa.
Por explicarlo de manera más sencilla: cuando una empresa recurre a combustibles fósiles, la quema de dichos combustibles libera un CO2 adicional que es lanzado hacia la atmósfera, produciendo las conocidas emisiones. En el caso del biogénico, sin embargo, el dióxido procede de las plantas. Cuando una planta experimenta su proceso de fotosíntesis, absorbe CO2 de manera natural. Posteriormente, cuando la planta se quema o se descompone, ese CO2 se libera a la atmósfera, pero, desde allí, es reabsorbido por nuevas plantas, creando, de este modo, un proceso circular. De hecho, el CO2 biogénico forma parte del ciclo natural del carbono.
Aplicaciones: hidrógeno, biocombustibles...
Una vez extraído, el CO2 biogénico puede transformarse de diversas maneras para generar materiales compatibles con la descarbonización de la economía española, sobre todo en el ámbito del transporte. Una de las opciones es su combinación con hidrógeno para producir e-combustibles. Esta aplicación puede ser especialmente relevante en el transporte marítimo o en el aéreo, ya que, en estos casos, la sustitución de combustibles fósiles por electricidad no es totalmente viable.
Otro ejemplo es el de la generación de biocombustibles. En este caso, la biomasa se transforma por medios termoquímicos (como la gasificación) o por medios biológicos (como la fermentación) en un gas a partir del cual se obtienen los biocombustibles líquidos avanzados. Del mismo modo, disponer de combustibles sintéticos presenta otra alternativa a los fósiles para reducir las emisiones de un sector que tiene un consumo energético tan intensivo como es el del transporte.
4,5 millones de toneladas de CO2 biogénico
Dentro de nuestro país, el Grupo Ence cuenta con una producción cercana a los 4,5 millones de toneladas de CO2 biogénico al año, la mitad de todo el que se produce en España. Lo produce tanto en sus biofábricas de celulosa de Pontevedra y Navia, a través de la valorización de biomasa en las calderas de recuperación y de biomasa asociadas al proceso productivo de la celulosa; como en las plantas de energía renovable con biomasa que gestiona su filial energética Magnon Green Energy.
De este modo, y dentro de las oportunidades de desarrollo que presenta la descarbonización, la compañía apuesta por implicarse en el desarrollo de combustibles líquidos renovables. Además, está estudiando distintas iniciativas: desde la valorización del CO2 biogénico mediante su licuefacción y venta a terceros para distintas aplicaciones industriales que requieran CO2 renovable; hasta la producción de e-metanol renovable o la generación de Combustibles de Aviación Sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés).
El objetivo de la compañía es capitalizar estas oportunidades de negocio, alineadas con los objetivos de descarbonización de la UE, mediante estas iniciativas y en línea con las oportunidades que brinda el Reglamento Renovable de la UE (REDIII) y ReFuelEU, para impulsar combustibles renovables en aviación, transporte y otros sectores difíciles de descarbonizar.
El objetivo del grupo, en definitiva, pasa por emplear su experiencia en los sectores de la celulosa y la energía renovable como factores para jugar su propio papel dentro del desarrollo de estos combustibles avanzados en nuestro país.
España, junto al resto de países de la Unión Europea, tiene un objetivo claro: ser climáticamente neutra en 2050. Así lo establece también el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), que, además, marca la hoja de ruta de nuestro país a la hora de reducir emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).