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La contaminación supera la escala planetaria y afecta al espacio exterior
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Un ámbito desprotegido

La contaminación supera la escala planetaria y afecta al espacio exterior

Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, ha explicado a Planeta A los problemas de la 'basura espacial', de la que cada día hay más y pone en peligro mucho más de lo que parece a simple vista

Foto: La Estación Espacial Internacional. (Roscosmos)
La Estación Espacial Internacional. (Roscosmos)

La capacidad del ser humano para ensuciar ya no se queda solo en el planeta, sino que el abandono de residuos en el espacio constituye ya un problema real de primer orden que amenaza la propia existencia de la astronomía y la posibilidad de contar con satélites con los que recibir la señal de teléfono.

El problema no es de ciencia ficción, sino tan cierto como que el pasado 15 de noviembre la agencia espacial rusa, en una prueba de lanzamiento de un misil antisatélite destruyó uno propio, de nombre 'Cosmos', que se fragmentó en más de 1.500 partes, según las cuentas rusas y en "cientos de miles" si la versión es la estadounidense.

"Es un problema acuciante y habrá que desarrollar tecnologías para limitarlo"

El director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, ha explicado esta semana en el XIV Congreso de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) que la astronomía adolece en la actualidad de cuatro enfermedades que aún permanecen en el desconocimiento de la mayoría de la población mundial.

En concreto, se ha referido a la contaminación lumínica que está privando a los habitantes de la Tierra de su "derecho al cielo nocturno y las noches oscuras para contemplar el cielo". Además, afirma que los humanos están provocando una enfermedad de contaminación electromagnética a través de las comunicaciones por satélite que, si bien son "muy necesarias para algunas cuestiones", Bachiller considera que "para algunas otras se podría pasar sin ellos". "Hasta para leer el contador del agua ahora se utilizan satélites. Hay que replanteárselo", opina, porque los humanos están creando un campo de radiación perjudicial alrededor del planeta.

De hecho, el científico, autor de 'El universo improbable', va más allá y advierte: en esta "jaula de Faraday" que se está creando alrededor de la Tierra nos estamos privando de la posibilidad de comunicarnos con el espacio exterior porque toda esa radiación está aislando al planeta del resto del cosmos.

placeholder Tercera etapa del cohete Saturn V del programa Apollo. Algunas orbitarán para siempre el Sol.
Tercera etapa del cohete Saturn V del programa Apollo. Algunas orbitarán para siempre el Sol.

El tercer problema es la basura espacial que orbita alrededor, un tema que "empieza a ser preocupante para los países" y que demandará "cuantiosas inversiones". A la lista de amenazas, el científico añade la potencial contaminación biológica que los terrícolas pueden ocasionar cuando envían cualquiera de sus misiones al sistema solar. "Cada vez que aterrizamos en un asteroide o en un planeta, se corre el riesgo de dejar allí bacterias. El potencial de contaminación que podemos ocasionar al cosmos puede ser tremendo", observa Bachiller.

De este modo, no solo la contaminación del agua, del aire y de los espacios naturales terrestres y marinos afecta a la tierra, sino que el espacio se está inundando de basura perjudicial para el planeta.

"Las megaconstelaciones de satélites están poniendo en riesgo la mera existencia de la astronomía", subraya Bachiller, porque de 10.000 satélites lanzados al espacio desde el Sputnik en 1957, quedan operativos unos 2.500. Algunos de los demás van como zombis a toda velocidad por la órbita baja, bien enteros o por pedazos. Incluso un solo tornillo puede suponer un "auténtico peligro" para otros satélites e incluso para la Estación Espacial Internacional.

Foto: Esfuerzos de 'The Ocean Cleanup' para eliminar residuos plásticos de los océanos. EFE

Tanto es así que, tanto la NASA como la Agencia Espacial Europea (ESA) han catalogado y monitorizan ya más de 28.000 fragmentos de más de 10 centímetros, ya que reconocen que si la órbita baja se llena de fragmentos habrá un problema a la hora de lanzar un nuevo satélite, que pronto estará en riesgo de ser dañado o destruido. Aunque no se vigilan, los cálculos apuntan a que más de 1 millón de objetos de más de un centímetro y cientos de miles de millones de fragmentos u objetos de más de 1 milímetro ocupan el espacio exterior.

"Es un problema acuciante y habrá que desarrollar tecnologías para limitar este problema", opina el experto que apunta que, lejos de esto, la NASA ha enviado 3 millones de baterías de basura al espacio desde la Estación Espacial Internacional.

placeholder La Estación Espacial Internacional. (NASA)
La Estación Espacial Internacional. (NASA)

El director del Observatorio Astronómico Nacional considera que la legislación internacional no protege el espacio, ni tampoco la luna, de modo que cualquier Estado podría instalarse allí. De ese modo, reclama este satélite natural orbital de la Tierra como un "recurso natural científico de primer orden por razones culturales, filosóficas y poéticas". "Su valor es incalculable. Pertenece a toda la humanidad", defiende.

Pero se plantean soluciones. Por ejemplo, la ESA planea lanzar en 2025 la misión 'ClearSpace-1', que servirá como demostrador de tecnología para retirar basura espacial en órbitas no decadentes (y que, por tanto, permanecerá en el espacio durante mucho más tiempo que la que se encuentra en órbitas bajas, que está sometida a una ligera fricción atmosférica).

Miles de satélites amenazan el espacio

Bachiller augura un futuro "aterrador" para el cosmos ante el incremento exponencial de lanzamiento de satélites e incluso de constelaciones de satélites. Solo Space X de Elon Musk prevé desplegar 30.000 unidades y Jeff Bezos tiene ya en el espacio otra constelación más con varios miles de ellos. "Decenas de miles de satélites se están poniendo en órbita. Estas constelaciones van a poblar la bóveda celeste y estas ya se observan por la noche con trazas luminosas", comentó en su intervención, en la que denunció que el problema es tan grave que puede suponer el fin de la astronomía.

Por ello, aboga por una mayor legislación, porque la actual es "insuficiente y obsoleta" y porque la planificación integre el concepto de fin de ciclo, bien devolviéndolo a la Tierra para "quemarlo" en la atmósfera o bien enviándolo a la "órbita cementerio" que es más alta que la geoestacionaria y de la que no pueden salir.

La capacidad del ser humano para ensuciar ya no se queda solo en el planeta, sino que el abandono de residuos en el espacio constituye ya un problema real de primer orden que amenaza la propia existencia de la astronomía y la posibilidad de contar con satélites con los que recibir la señal de teléfono.

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